Frenar la despoblación es posible y hay pequeños pasos que demuestran que la vida puede volver a los pueblos. Hay mucho por hacer, pero iniciativas como el proyecto Arraigo, impulsado por el Ministerio de Reto Demográfico y Transición Ecológica y que cuenta con el apoyo de la Diputación de Cuenca así como con el respaldo de 25 ayuntamientos, supone un verdadero soplo de esperanza para muchos municipios.
A día de hoy son ya cien los nuevos vecinos empadronados en distintos pueblos de la provincia, bajo el paraguas del proyecto Arraigo, tras la reciente llegada de dos personas más a Beteta. De este modo, son más de 35 la familias arraigadas en Cuenca en busca de un futuro mejor. Las cifras demuestran que el proyecto Arraigo ofrece motivos fundados para revertir la curva de la despoblación. Es el ejemplo de que cambiar de aires, dejar el barullo de la gran ciudad por la vida plácida de los pueblos y encontrar una oportunidad es posible.
Quien sabe mucho de ello es Javier Cebrián (Cuenca, 1990), responsable de Reto Demográfico de la Diputación y concejal en Quintanar del Rey. Los logros del proyecto Arraigo, que propicia la llegada de repobladores alimentan, su optimismo. Pese a todo, Cebrián tiene los pies en el suelo porque sabe que queda mucho camino por recorrer en el reto de frenar la sangría poblacional de la provincia. Por su parte, pone todo su empeño con un objetivo que puede parecer utópico, pero que avanza en la buena dirección. Para ello, subraya las políticas que se están llevando a cabo y que tienen en la Ley de Medidas contra la Despoblación de Castilla-La Mancha su santo y seña.
Desde julio es diputado de Reto Demográfico, Emprendimiento y Agricultura. ¿Qué balance hace?
El balance es positivo, con mucho ajetreo y aprendiendo. Pero cuando ves que los números van saliendo y son positivos haces un balance bueno.
¿Es un estímulo afrontar una tarea como es el reto demográfico, que es una de las prioridades de la Diputación provincial?
Es un estímulo y un reto, valga la redundancia. Desde la Diputación y con el presidente, Álvaro Martínez Chana, frenar la despoblación es uno de los retos más importantes que tenemos. Teníamos una sangría de población en años anteriores y desde que Martínez Chana preside la Diputación puso las cartas sobre la mesa para afrontar este problema. A día de hoy vemos cómo esa curva ya es en positivo y esperamos seguir sumando, aunque sabemos que no es una carrera a corto plazo. Es una carrera a largo plazo en la que tenemos que ser muchos los actores para que sigamos sumando en positivo.
¿Los cimientos que se están colocando son firmes?
Con las políticas que se están poniendo encima de la mesa, como por ejemplo el proyecto Arraigo, son cimientos fuertes. Ahora lo que queda es trabajarlos, matizarlos y, por qué no, mejorarlos.
¿Para lograr esos objetivos el proyecto Arraigo es una herramienta imprescindible?
Vemos que es una herramienta fundamental. Hace unos días estuvimos en Saelices y eran ya 38 familias con 98 personas las que se empadronaron en municipios en los últimos dos años. Además, acaba de llegar otra familia a Beteta, con lo cual somos cien. Estamos contentos y hay que seguir trabajando. Esperamos que sean más personas las que vengan porque en enero se contactó con otras 35 familias. Quiero agradecer el trabajo de los 11 técnicos de la provincia, contratados por Arraigo, que conocen todas y cada una de las comarcas para trabajar junto a los ayuntamientos y facilitar la llegada de personas.
La provincia de Cuenca es muy extensa y distinta. No es lo mismo la Serranía que la Mancha. ¿Qué problemas se encuentran con el proyecto Arraigo?
Al final, los principales problemas son los servicios básicos. No es lo mismo un pueblo de 5.000 o 6.000 habitantes, que prácticamente tienen todos los servicios, que un pueblo de 70 personas. Es ahí donde a través de la Junta, con esa Ley de Medidas contra la Despoblación tan pionera se están haciendo avances, sobre todo a esos servicios que son fundamentales para que la gente que viene de fuera se quede.
¿Cómo es el proceso en Arraigo de las personas que quieren instalarse en la provincia de Cuenca?
Es a través de filtros. A través de los ayuntamientos se analizan las necesidades y a partir de ahí el proyecto Arraigo [empresa social dedicada a la repoblación de zonas rurales en España] en sus bases de datos estudia las necesidades de las personas y las familias, así como de cada ayuntamiento y cada comarca.
Hablando de comarcas. ¿La Serranía es más complicada para atraer arraigados?
Conocemos los habitantes de cada municipio de la provincia y es de las más complicadas en este aspecto, no por su patrimonio y belleza, desde luego, pero es de las más afectadas y hay que trabajarla.
Recientemente, el proyecto Arraigo propició la reapertura de una ludoteca en Enguídanos y en Saelices la puesta en marcha de una panadería. ¿Son verdaderos hitos?
Claro que lo son. Ambos ejemplos demuestran que esto es real y que la gente llega y se queda. Hace unas semanas escuchaba a la pareja de Jaén que abrió la ludoteca a través del proyecto Arraigo y están encantados, al igual que la panadería de Saelices abierta por Alberto. Viene de Barcelona e iba a abrir el antiguo horno, no le cuadraba y al final lo que hace es comprar el local, invertir y emprender con un horno de leña. Abajo tiene el horno y arriba, su casa.
¿Qué es lo que cree que atrae a los arraigados a esta provincia?
Les atrae el hecho de salir de las grandes ciudades. Los precios desorbitados de los grandes núcleos, con familias que en muchos casos tienen hijos pequeños, les hace cambiar el chip, cambiar esa visión y deciden venir a nuestra provincia y emprender.
¿Cuál es la procedencia mayoritaria las personas y familias que se arraigan en la provincia gracias a este proyecto?
Por ejemplo, en Belmonte se instaló una familia procedente de Cuba que ya tenía familiares españoles. En Beteta, también son de Cuba y los de Saelices son de Madrid. En general hay un amplio abanico y son tanto nacionales como extranjeros.
Por ahora son 25 ayuntamientos los que participan en el proyecto. ¿Está previsto que se sumen más?
La intención es que se amplíe. Hay varios ayuntamientos interesados en participar y que ya se han puesto en contacto conmigo. En la primera convocatoria del proyecto, de los años 2022 y 2023, fueron diez los ayuntamientos los que estaban adheridos y hemos pasado a 25, lo que quiere decir que está funcionando. Desde luego que esperamos más con las cifras que se están dando.
¿Cuál es la financiación?
El presupuesto es de 335.000 euros de los que el Ministerio de Reto Demográfico y Transición Ecológica aporta 200.000 euros, 100.000 euros la Diputación y el resto los ayuntamientos adheridos.
¿Cómo se recibe a estos nuevos vecinos que se instalan en los pueblos de Cuenca?
De la mano. Van con el técnico que lleva la comarca o su zona y a través de los alcaldes y alcaldesas de cada uno de los municipios, que son muy importantes. Tenemos el caso reciente de Saelices, donde la alcaldesa, Paloma Jiménez, hizo una labor excepcional con Alberto, el chico que acaba de abrir una panadería. No le cuadró en primera instancia el horno que quería rehabilitar y se lo llevó de la mano para que viera el local de un vecino que estaba en venta.
Y personalmente... ¿Cómo es la integración en los pueblos?
Muy buena. En esta provincia somos así. Somos buena gente y acogemos a todo el mundo. Al final, en estos pueblos, sobre todo en los más pequeños, es de agradecer que llegue gente nueva que abren y emprenden con sus comercios.
Imagino, que tan importante es que vengan nuevos vecinos como que no se vayan lo que hay…
Efectivamente. Por eso tienen mucho valor las políticas que se están llevando a cabo desde la Diputación, como por ejemplo las ayudas al pequeño comercio en municipios de menos de 300 habitantes donde el presupuesto ha pasado de 200.000 euros el año pasado a 300.000 euros este año. Es una cuantía económica que viene muy bien. Además para emprendedores que quieren instalarse en la provincia está el proyecto Integra 4.0, donde el año pasado se pasó de un millón de euros a 1,5 millones de euros. También el proyecto Ufil, relacionado con la Bioeconomía Forestal, que funciona con el Ayuntamiento de Cuenca y la Universidad de Castilla-La Mancha.
Somos conscientes, como administración y como institución provincial, de que hay que poner todas estas políticas encima de la mesa. Animamos no solo a que vengan sino que animamos a cualquier joven que tenga pensado irse a poner un negocio en Madrid o Valencia, por ejemplo, a que lo haga aquí. Le vamos a dar más facilidades.
¿Qué le diría a una familia para que se instale en Cuenca?
Que se vengan, que conozcan la provincia, que somos ricos en todo. Se valora mucho la accesibilidad a las instituciones y las administraciones porque pueden guiar y dar esas facilidades. Tanto las políticas que se están practicando como la cercanía, que desde la Diputación se lleva a cabo, son muy valiosas.
¿Hasta qué punto es fundamental la llamada alineación de instituciones para sacar adelante todos estos proyectos transversales frente a la despoblación?
La alineación institucional es muy importante. La gente que estamos en las administraciones debemos hacer una política conjunta ante la despoblación, ya se sea de un color o de otro. No obstante, la alineación institucional es verdad que te permite que la comunicación sea más accesible y que todo sea más fácil que si no todas las administraciones fueran del mismo color político. Y no tendría que ser así porque los que estamos aquí nos debemos a la gente, a la población y es lo que se debe tener en cuenta.
Hay un antes y un después con la Ley de Medidas contra la Despoblación de Castilla-La Mancha?
Sí. Es una ley pionera en España que ha llegado a trascender hasta Europa. Desde que se ha puesto en marcha ha supuesto para Castilla-La Mancha aumentar en 9.000 la cifra de habitantes en toda la comunidad autónoma, de los que el 70 por ciento corresponden a las provincias de Cuenca y Guadalajara, que son las más afectadas por la despoblación.
¿Es optimista? ¿Cree que la sangría poblacional se revertirá?
A día de hoy, soy muy optimista. Pero hay que andar con pies de plomo y saber de dónde venimos y lo difícil que es decirle a la gente 'vente a vivir a mi provincia'. Al final, la gente vive donde quiere y donde encuentra mayores facilidades para instalarse porque cuenta con los servicios básicos. La ley recoge cuatro objetivos estratégicos como son el acceso a los servicios públicos, la cohesión económica, social y territorial.
Seamos algo utópicos. ¿Podemos imaginar en un futuro la reapertura de colegios y que vecinos envejecidos vuelvan a escuchar las risas de los niños en sus pueblos?
A raíz del proyecto Arraigo tenemos el ejemplo de Enguídanos, Saelices o Vara del Rey. Precisamente en Vara del Rey, la alcaldesa, Anunciación Martínez, me decía recientemente que no había mejor manera de despertarse que con el griterío de los niños. La intención es esa. Los niños son la alegría y nuestro futuro.