Pocas horas han pasado del Día de la Hispanidad. Jesús Mateo Navalón, conquense por los cuatro costados y español de los pies a la cabeza, nos daba su último adiós.
Ingeniero Agrícola de profesión, la política fue su pasión y defender Cuenca y luchar para que progresara, su ilusión hasta el último momento. Vivió de primera mano la declaración como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, la rehabilitación de la muralla pero no pudo conseguir su eterno empeño en ver reconstruido el Giraldo de la Catedral.
Con Jesús comencé mi primera responsabilidad laboral hace más de 25 años recién finalizada mi etapa universitaria. Puedo decir muy orgulloso que fue un placer haber compartido aquellos años y consolidado nuestra amistad, ya que aprendí de uno de los mejores todo lo relativo a nuestra historia, patrimonio, infraestructuras y servicios.
Entusiasta y defensor de las tradiciones y patrimonio artístico, en su dilatada vida también nos deja un intenso legado, así como un imborrable recuerdo de momentos vividos. Antaño las visitas al belén que instalaba en su cueva, junto a María su madre, actualmente en ese mismo lugar propició la fundación de la Asociación Cultural 'Ágora'", un foro de encuentro, debate y discusión sobre multitud de temas de interés general y la Asociación Gastronómica 'El Giraldo'.
Ciudadano ejemplar, nunca se alejó de la vida pública y de todo aquello que afectaba al interés general y bien común. En los albores del siglo XX luchó para que Cuenca no se quedase sin conexión por autovía con Madrid, ni sin que el AVE pasara por la ciudad, hitos finalmente conseguidos. Ahora, 25 años después, luchaba sin descanso por nuestra línea de tren convencional para que no desapareciera. También lo hemos podido ver en todas y cada una de las manifestaciones en pro de la integridad y defensa de la nación española.
Hombre de Fe, ha vivido y sentido desde joven nuestra Semana Santa, contribuyendo a su Declaración de Interés Turístico Internacional, bancero desde los 16 años del Cristo de los Espejos y Cofrade de Hermandades históricas como el Cristo de la Luz, Ecce Homo de San Miguel, Jesús Nazareno del Puente y Nuestra Sra. De la Soledad de San Agustín.
Veinte años vinculado al Ayuntamiento con los Alcaldes Andrés Moya y Manuel Ferreros, y a la Diputación Provincial con Marina Moya, le han convertido en un magnífico conocedor de la realidad de su ciudad natal, donde él mismo aseveraba ser descendiente de la Tribu de los Tobelios; con todos cuantos coincidían nos transmitía y contagiaba ese espíritu de servidor público que debe llevar implícita la política y que lamentablemente no siempre es así.
Se nos va un hombre bueno, de una generación incombustible, un humanista inconformista que guardaba el ímpetu en su interior para sacarlo en el momento que menos te esperabas, con razón y valentía. Hasta el final ha sabido cultivar su formación y cultura para transmitirla a los demás, entre los que afortunadamente me he encontrado.
Te echaré de menos, Jesús, y mucho. Tu integridad y generosidad, desgraciadamente, ya no son nada comunes. Brindaremos por ti y por tu gran legado con añoranza, la próxima Semana Santa, cuando recordemos el excelente resolí con el que nos obsequiabas, orgulloso siempre de nuestras tradiciones y, por supuesto, de la excelente gastronomía que nos rodea.
¡Descansa en Paz, Maestro!