«Tarde de domingo, todos los conquenses a verte jugar van…». Así comienza el himno de la Unión Balompédica Conquense y así ocurrió este pasado domingo con motivo de la visita del Calvo Sotelo Puertollano. Se enfrentaban el máximo goleador del grupo, la Balompédica, y un equipo que todavía no había marcado gol alguno en sus desplazamientos. Al final, 0-0, con lo que el conjunto blanquinegro perdió el liderato, en manos del Villarrobledo que ganó al Torrijos, y no pudo alcanzar la cifra de cinco victorias consecutivas.
Esto en cuanto a la noticia deportiva como secuela del partido, tienen más información en las páginas deportivas de este medio. Nos centramos en el recinto deportivo, La Fuensanta, del que tantas veces hemos comentado que es una obra inacabada, con un proyecto que superaba los cuatro millones de euros y del que sólo se invirtieron dos, es decir la mitad. Por eso, la instalación está a medias y lo poco que se ha invertido desde 2011, cuando se puso en marcha, ha sido para arreglar los desperfectos causados por el vandalismo. No olvidemos que, para empezar, el señor arquitecto de la obra puso puertas de cristal al recinto deportivo.
Teniendo claro que la instalación acusa claramente el no estar finalizada su construcción, lo que no tiene mucho sentido es que se le una el hecho de su mal mantenimiento, algo que hasta hace tres años no ocurría. Todo empezó con la celebración de conciertos por San Julián, en pleno mes de agosto con la temporada a punto de comenzar, los daños producidos sobre el terreno de juego y el tener que buscar otro campo para jugar. Se repitió el pasado año, con menos daños sobre el césped, pero también los hubo. El Conquense tuvo que jugar en el complejo Luis Ocaña su primer partido de liga como local. Esto, todos lo sabemos.
La sorpresa es que el mantenimiento del terreno de juego se ha paralizado en las dos últimas semanas. La empresa contratada por el Ayuntamiento para llevarlo a cabo todavía no se ha hecho cargo de su tarea, nos imaginamos que por cuestión de firmas, y nos encontramos que este domingo ante el Puertollano el césped no había sido segado por los empleados municipales porque la máquina está averiada, o las cuchillas se han roto. Y no hay otra en Cuenca. Total, dos semanas sin segar y un terreno de juego peligroso en el que el balón circula a su antojo, no al deseo del jugador.
Para colmo, el empleado municipal tuvo que volver a pintar las líneas horas antes del partido porque no se veían. El árbitro dijo que así no se jugaba. Incluso algunas las pintó a mano.
En fin, circunstancias que nos sacan los colores a los balompédicos, pero posiblemente no a los responsables deportivos del Ayuntamiento de Cuenca que, me imagino, tendrán en cuenta todo esto a la hora de facturar al Conquense el alquiler del campo para este partido.