Pedaladas de fe

Manu Reina
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Julián Martínez emprende por octava vez y a sus 77 años de edad un exigente viaje de más de 800 kilómetros en bicicleta para completar por «acción de gracias» el Camino de Santiago

Pedaladas de fe - Foto: Manu Reina

Con su bicicleta y una mochila cargada de material para repararla en caso de avería, además de algunas prendas de ropa, medicamentos, comida energética, bebida isotónica y un saco de dormir, partió esta mañana Julián Martínez hacia Santiago de Compostela por octava ocasión. El camino no es nada sencillo, pero él tiene la convicción de conseguirlo de nuevo. Tanto es así, que quiere llegar a su destino después de ocho días y después de completar más de 800 kilómetros de recorrido.

A sus 77 años de edad no le tiemblan las piernas y tampoco tiene miedo de atravesar media España en solitario. Este aventurero, natural de Villar de Olalla, afronta otra vez el viaje como «acción de gracias» por «no haber sufrido accidentes ni desgracias» en su ejercicio laboral como agente de la Policía Armada durante décadas. «Tengo claro que quiero hacerlo y no tengo dudas de que lo voy a conseguir», insiste. Él ya pedalea hacia su destino, pero no estará solo en el viaje, porque «el Señor me acompaña siempre». Y es que en su primera experiencia, allá por marzo de 2001, pudo percibir y sentir que Dios «me salvó la vida». Tras iniciar el viaje, por el mismo motivo que en todas las ocasiones, recibió indicaciones de advertencias de sus amigos y el ánimo del párroco de Villar de Olalla. Eso le hizo armarse de valor para seguir hacia adelante. No obstante, en un tramo de la ruta tuvo que hacer frente a la meteorología adversa y tras desoír las recomendaciones de una persona decidió seguir pedaleando. 

Pocos kilómetros después, «apenas podía ver el camino porque estaba todo nevado y la visibilidad era nula». Sin embargo, «cuando pensaba que iba a morir, pude ver en un monolito una pequeña indicación a través de una flecha, que me permitió orientarme hacia el Camino de Santiago». «Era un momento crucial porque si hubiera tomado la dirección contraria no estaría hoy aquí». Este milagro empezó a cambiarle sus creencias. La aventura seguía, pero cada vez era más peligrosa y arriesgada, mucho más al no llevar consigo ni siquiera un teléfono móvil. Tras lograr recorrer otros cuantos kilómetros más, a estas alturas a pie, «conseguí cruzarme con un hombre en un tractor que me insistió para quedarme en su casa». Esta era la segunda vez que percibía la ayuda de Dios, «porque mis fuerzas se desvanecían, estaba desorientado, helado y sin ninguna visión». Tras escuchar al hombre, que casualmente se cruzó en su camino, decidió esta vez hacerle caso y seguir sus indicaciones, ya que el siguiente albergue se situaba a pocos metros. «Tuve mucha suerte y estoy muy agradecido a Dios». Tras una noche que nunca olvidará, Julián Martínez pudo completar su primera experiencia, que cambiaría por completo el concepto y percepción de las siguientes, ya que en ese momento encontró la «plena felicidad».

Este villardeolallense inició el viaje esta mañana desde su pueblo, con dirección a Cifuentes para después pasar por Atienza y Aranda de Duero. Este recorrido lo completará tras varios días y todas las noches descansará en albergues, que es algo que este peregrino resalta, «porque es en estos alojamientos donde puedes vivir de verdad la experiencia del camino y conocer a otras personas de otras culturas e idiomas». En este transcurso recorrerá algunos kilómetros por la conocida Ruta de la Lana, «aunque mi viaje no discurrirá por ahí». De hecho, alcanzada la provincia burgalesa dejará este famoso trazado para seguir por Palencia y Carrión de los Condes. Es ahí donde tomará el conocido Camino Francés. La parte final de su aventura le llevará hasta León, Astorga, Ponferrada y finalmente Santiago de Compostela. «Si no tengo ningún percance, estaré allí en ocho días». 

En esta ocasión, sí que lleva consigo un teléfono móvil, aunque no piensa usarlo mucho, excepto para llamar a sus familiares periódicamente y fotografiarse en algún momento concreto. Una vez complete el viaje regresará a Villar de Olalla en AVE, «ya que es más cómodo que el autobús, que es el medio que usé la primera vez».  

No será la última expedición, porque «mi idea es hacerlo hasta que tenga 90 años», sentencia. Julián Martínez se mantiene en forma y no cabe duda de que serán muchas más veces las que realice este viaje.