Los farmacéuticos son profesionales que han hecho de la cercanía y la accesibilidad la punta de lanza de un servicio esencial que, además de cuidar de la salud de los pacientes, también permite luchar contra la despoblación. Hoy, 25 de septiembre, se celebra el Día del Farmacéutico, lo que constituye una buena oportunidad para hablar con Luz Moya, presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cuenca, sobre la profesión, las demandas y el compromiso con el fortalecimiento de los sistemas sanitarios. Entre otras cosas, Moya reivindica «más responsabilidades» para los farmacéuticos, tener acceso al historial farmacoterapéutico de los pacientes y «estrategias reales» para evitar el cierre de farmacias rurales en una provincia que en los últimos diez años ha perdido doce boticas.
¿Qué supone la conmemoración internacional del Día del Farmacéutico?
Es un día muy importante y más este año que tenemos el lema del Fortaleciendo los Sistemas Sanitarios con el Farmacéutico. Con este lema lo que buscamos es destacar la importante labor que desarrolla el farmacéutico en la salud pública y reafirmar nuestro compromiso con los sistemas sanitarios trabajando siempre para dar una respuesta profesional, eficaz y rápida a los problemas de salud que nos plantean los pacientes en las oficinas de farmacia, siempre en coordinación perfecta con las profesiones sanitarias.
¿Somos conscientes los pacientes de la importante labor que desarrollan en las farmacias?
La verdad es que estamos muy contentos porque la población está muy cercana a nosotros y nos da una muestra de la profesionalidad que ofrecemos. Es cierto que sería bueno que se nos permitiera un mayor desarrollo profesional y más colaboración con los sistemas sanitarios porque a día de hoy los farmacéuticos estamos muy limitados en nuestro trabajo. Tenemos un enorme potencial y no se nos permite desarrollarlo totalmente en el ámbito de la farmacia comunitaria.
¿Cómo cree que se podría desarrollar más ese potencial?
Hay dos vías fundamentales. Uno tiene que ver con los servicios profesionales remunerados, que el paciente los demanda. Uno de ellos, el más demandado, es el Sistema Personalizado de Dosificación (SPD), que es un servicio mediante el cual el profesional farmacéutico se hace responsable de la medicación del paciente y se va dosificando para que el paciente siga la pauta establecida por el médico sin ningún tipo de problema. Con lo cual no hay recaídas, no hay nuevas consultas ni ingresos hospitalarios,de manera que el paciente está bien tratado con la seguridad de que detrás de su tratamiento hay un profesional. Además, con este servicio el farmacéutico contribuye a fijar población porque este paciente va a continuar viviendo en su localidad.
Hablaba de otra vía fundamental…
Sí. Además, hay que evolucionar en el Sistema Nacional de Salud y dar más responsabilidades al farmacéutico porque somos los únicos expertos en el medicamento. A día de hoy, cosas tan sencillas como el cambio de forma farmacéutica de un medicamento, me refiero a si se va a consumir en comprimidos, sobre o jarabe, el farmacéutico no lo puede hacer y tiene que derivar de nuevo al paciente a que vuelva al centro de salud. Es absurdo porque contribuyes a aumentar la carga que tienen allí , cuando el farmacéutico puede habilitar que cambie esta forma farmacéutica y resuelva el problema. Esto pasa porque ha habido un despiste, y se le ha prescrito en comprimidos y quería en sobres, o por el problema que tenemos de desabastecimientos.
¿El desabastecimiento va a seguir?
Es un problema que hay que abordad a nivel nacional porque responde a distintas circunstancias como faltas en la cadena de producción, continuas bajadas de los precios de los medicamento en España… Es entendible que la industria exporte parte de su producción y que lo que queda no sea suficiente para abastecer al mercado español. Por eso vienen las dos cosas: los desabastecimientos y la falta de suministro.
¿Debería ser más estrecha la relación entre médicos y farmacéuticos?
Es necesario que tengamos una relación cercana. La solemos tener, pero por nuestros medios. Es cierto que a través de la receta electrónica se podría habilitar un canal de comunicación para que esto fuera más rápido y fluido porque a día de hoy nos comunicamos o por teléfono o por mensajes que tenemos que estar cifrando porque hablamos de temas muy sensibles de salud. Tenemos los mismos pacientes y conocemos ambos la problemática. Es cierto que el farmacéutico tiene más tiempo y puede tener un conocimiento más completo. A día de hoy, y es otra de nuestras demandas, no tenemos acceso al historial farmacoterapéutico del paciente. Es algo que no entendemos.
La digitalización ayudaría...
Estamos inmersos desde el momento cero en la digitalización, lo que no es entendible es que continuemos cortando ese cartoncito y que debemos pegarlo en un papel con celo. Nos indigna. Tenemos que estar pendientes de no cortarnos y al mismo tiempo escuchamos la demanda sanitaria del paciente, pero me gustaría estar mirándolo a los ojos.
¿Qué se aprendió de la pandemia?
Que hay que estar reforzados, que tenemos que dar un paso adelante, estar preparados ante cualquier incidencia que nos pueda ocurrir y que hay que contar con todos los agentes sanitarios.
¿Se contó con los profesionales farmacéuticos?
Una de las cosas que pasó en Castilla-La Mancha es que se movilizó a los agentes medioambientales del Geacam para dar traslado de los medicamentos hospitalarios. Esa es otra cosa que no se entiende, que los pacientes de cualquier punto de la provincia tengan que trasladarse al hospital para recoger esos medicamentos cuando se los podemos acercar a través de nuestra distribución a las oficinas de farmacia cuando el paciente nos lo está demandando. En pandemia se movilizó al Geacam, y es algo que no entendimos en su momento y no entendemos ahora. No se contó con nosotros y pienso que se debería contar tanto antes como ahora. Tenemos nuestra red de distribución farmacéutica que permite llevar el medicamento a la oficina de farmacia más cercana al paciente y a través del farmacéutico, que habla el mismo lenguaje que el del hospital, le da el medicamento al paciente.
En la provincia de Cuenca hay más de 170 farmacias, pero 48 de ellas son de viabilidad económica comprometida. Es un problema muy grave que tiene que ver con la despoblación. ¿Hay solución?
Nuestro modelo es solidario con lo cual la distribución llega tanto a las farmacias de la capital como a la farmacia más recóndita de la Serranía. El problema es que Cuenca es una provincia muy extensa y tenemos 48 farmacias con viabilidad económica comprometida. Es una farmacia empobrecida. No quiero ser alarmista, pero los farmacéuticos rurales hacen verdaderos sacrificios, no sólo profesionales, sino personales y familiares para mantener abierta su botica. Muchas veces, toda la exigencia de la administración no se ajusta a las necesidades reales de la población, como es por ejemplo un calendario de vacunación muy amplio que obliga al farmacéutico rural a estar una semana al mes, en el mejor de los casos, al tiempo que tiene que atender a todas las exigencias de ser un profesional autónomo. Hay que buscar políticas que ayuden a la viabilidad de estas farmacias.
En muchos casos, tras la jubilación no hay relevo y la farmacia del pueblo cierra. ¿Cómo se puede frenar la sangría en las farmacias rurales?
En lo últimos diez años se han cerrado doce farmacias. Hace nada había 181 farmacias en la provincia y diez de las que cerraron era en poblaciones de menos de 500 habitantes. Una solución pasa por una buena ley de ordenación farmacéutica, ayudando a estas farmacias. Existen los servicios profesionales farmacéuticos remunerados, hay estrategias que se pueden implantar para ayudar a estos farmacéuticos. Pero tienen que ser estrategias reales porque los farmacéuticos queremos vivir de nuestro trabajo, no de subvenciones. Estas subvenciones que se dan a las farmacias de viabilidad económica comprometida son insuficientes porque en el mejor de los casos lo que se les da son 250 euros, que es algo insuficiente.
¿Cómo se implican las farmacias en la lucha contra la violencia de género?
En todas las farmacias trabajamos en violencia de género con los Puntos Violeta. Todas tenemos el Punto Violeta y cuando la pandemia tuvimos la Mascarilla 19, que si alguien venía a la farmacia y la solicitaba ya sabíamos que tenía un problema.
En asuntos como la salud mental, ¿qué papel juegan los farmacéuticos?
Concretamente, en el Colegio de Farmacéuticos de Cuenca y también a nivel regional acabamos de hacer una campaña sobre salud mental en la que hemos tenido mucho éxito de asistencia. Hemos tratado de recordar a los colegiados cómo se puede trabajar y hemos tenido testimonios de personas que están sufriendo estos problemas. También nos acompañaron médicos.
¿Qué siente cada vez que ve esa 'luz verde que nunca se apaga' a la puerta de las farmacias?
Mucho orgullo. Cuando paso por cualquier territorio y veo la luz verde de la farmacia siempre le digo lo mismo a mi familia: '¡Mirad! ¿Quién está trabajando?'. El farmacéutico siempre está dispuesto, disponible, sin antesalas, sin listas de espera. Ahí tienes a un profesional dispuesto a ayudarte con cualquier problema de salud.