Ortodoxia, galones y un manto de agua

Leo Cortijo
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La lluvia obliga a suspender la segunda de abono a la muerte del tercer toro y la afición solo puede disfrutar del clasicismo de Galán, que pierde el trofeo por el rejón, y de la capacidad superlativa de Ventura.

Ortodoxia, galones y un manto de agua - Foto: Javier Guijarro

La lluvia mandó al desolladero todas las ilusiones que había puestas en el festejo de rejones. Una cita que brillaba antes de oscurecerse el cielo merced al regreso del conquense Galán y la presencia de la máxima figura del toreo a caballo, Ventura. Medio espectáculo vieron los tres cuartos de aforo de aficionados que acudieron pese a la amenaza del cielo –mejor entrada que el primer día, ojo–. Y si me apuran, menos de medio espectáculo, ya que Lea Vicens 'negoció' con su oponente bajo el aguacero absoluto y con la desbandada generalizada en los tendidos. Hasta entonces, tres capítulos bien distintos que llevarse a la boca y que, caiga lo que caiga, desgranamos. Allá vamos...

El cinqueño Botelha que abrió plaza recibió un par de rejones de castigo en el preciso instante en el que sonaron dos truenos que generaron asombro en el tendido. Le sentaron bien, pues en los primeros compases de faena, Sergio Galán llevó con suavidad y cosido en el toreo a dos pistas al noblón e incombustible burel portugués. Sobriedad, pureza y clasicismo en todo lo que instrumentó, lejos de efectismos y adornos vacuos. Con Bambino como montura dio auténticos muletazos; un caballo que miraba al toro cara a cara, en clavadas en el estribo y según mandan los cánones. Pero de nuevo el rejón de muerte, su talón de Aquiles, le hizo perder el trofeo ante un extraordinario ejemplar. 

Un Rinconado que superó los 600 kilos en la romana vio cómo Diego Ventura le recetó el de castigo antes de llevarlo cosido a la grupa en varias vueltas al anillo montando a Fabuloso, al mismo tiempo en el que la lluvia que había aguado ya el paseíllo volvió a aparecer. Los tendidos se tiñeron de paraguas y el sevillano tuvo que luchar contra todo, pues la mole de 600 kilos tampoco dijo mucho. El último tercio tuvo a Guadiana como protagonista y con él clavó tres cortas más y dos rosas bajo la lluvia, los truenos y el cielo cerrado. Ventura abrió los caminos, dejó un buen rejón de muerte y cobró un trofeo. 

Lea Vicens, casi sola en la plaza, abrevió bajo el manto de agua y apenas colocó tres rehiletes sobre Galarita. Lógico y normal. La tarde no invitaba a florituras y menos a estar en la cara del toro jugándose lo que no merecía la pena. Cierto es que las condiciones eran muy complejas, pero el sainete con el rejón fue para hacérselo mirar. Vueltas y vueltas hasta que consiguió rematar la gris faena. Todos a casa a secarse.

 

- Plaza de toros de Cuenca. 2ª de la Feria de San Julián. Tres cuartos de plaza en tarde lluviosa y muy desapacible. Se lidiaron tres toros de María Guiomar Cortés de Moura, correctos de presentación y reglamentariamente despuntados para rejones. Extraordinario el incombustible 1º; se dejó el soso 2º; con movilidad el 3º, que fue lidiado bajo la lluvia.

- Sergio Galán: silencio.

- Diego Ventura: oreja.

- Lea Vicens: silencio tras dos avisos.

- El festejo tuvo que suspenderse a la muerte del tercer toro porque, tal y como comunicó la empresa por megafonía, el estado del ruedo no era seguro ni para los caballos ni para los rejoneadores.