La escena es muy habitual en los supermercados conquenses desde hace ya un tiempo. Personas que acuden para reporner la despensa, llenan el carrito y tras pagar comprueban que compran menos que antes y que es más caro. «Antes con 50 euros teníamos para toda la semana y ahora ni eso», advierte María José, un mujer que junto a su marido acaba de realizar la compra en un supermercado de la capital y que carga las bolsas en su vehículo.
Esa frase se he hecho muy común desde hace tiempo y no es más que el ejemplo práctico, a pie de calle, del impacto de la incesante subida del coste de la vida que afecta a los ciudadanos desde hace unos años. Se puede resumir en una palabra: inflación.
A pesar de que los precios de los alimentos han empezado a moderar su ritmo de crecimiento en Cuenca, el peso del gasto hace mella en los hogares conquenses. Según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE), los precios subieron tanto en el IPC general como de los alimentos un 1,9% en agosto en variación interanual. Es la menor subida en mucho tiempo y el dato adelantado del IPC adelantado de septiembre prevé que los precios moderen más aún su incremento.
No obstante, desde el pasado martes, los consumidores ya han notado que el precio de algunos alimentos volvía a repurntar. Este incremento no se notará en el dato del IPC de septiembre, que el INE dará a conocer el día 15 de octubre, pero sí que vuelve a afectar a las economías domésticas. En concreto, a la cesta de alimentos básicos, conformada por frutas, verduras, pan, huevos, leche y aceite de oliva que recupera el Impuesto de Valor Añadido (IVA), que será del 2 por ciento hasta final de año.
De entre todos, el aceite de oliva virgen extra es el alimento básico que más puede encarecerse por esta medida. De hecho, según los cálculos de la asociación Facua, el litro costará, de media, 25 céntimos más. Por su parte, una docena de huevos M será cinco céntimos más cara; y un litro de leche, dos céntimos más, según el mismo informe.
Es el último episodio de una escalada inflacionista que parece no tener límite y que aprieta más a las economía familiares porque los salarios no suben en la misma proporción que el coste de la vida. Una consecuencia es que en la bolsas de la compra, a diferencia de hace unos años, abundan las marcas blancas, hay menos productos frescos y el aceite de girasol vuelve a las cocinas y despensas.
Desde 2021, sin parar. Hace nos días, en concreto el miércoles pasado, CaixaBank Research presentó el Informe Sectorial Agroalimentario 2024, según el cual los precios de los alimentos han sido, junto con los de la energía, los grandes protagonistas del episodio inflacionista que se inició en 2021, con la salida de la pandemia, y que se intensificó en 2022, como consecuencia de la guerra en Ucrania.
De hecho, los alimentos son el componente de la cesta de consumo que ha acumulado un mayor aumento durante los últimos cuatro años y medio. En concreto, el precio de los alimentos ha crecido un 30,7% entre diciembre de 2019 y agosto de 2024 (último dato disponible), más de 10 puntos porcentuales por encima de la energía (20,0%) y casi 13 puntos por encima del IPC general (17,9%).
Para colmo, la subida de los precios ha sido más acuciada en Cuenca con todo lo que ello representa para el bolsillo de los consumidores. Desde 2020, los alimentos se han encarecido en Cuenca, según el INE, en un 33,7%. El año 2022 fue el que experimentó una mayor subida en la variación media interanual, en concreto del 13,8%, y el año siguiente fue del 12,1%. Hasta agosto la subida interanual se ha moderado y los alimentos son un 4,6% más caros mientras que el IPC general se ha incrementado el 2,9%.