Como muchos otros pueblos del interior, La Parra de la Vega, en verano, ve aumentar su población. Sin embargo, pocos hay que lo hagan de una manera tan considerable como este pueblo conquense, que de 32 habitantes pasa a tener más de cuatrocientos en su periodo estival. Muestra de ello es el número de casas reconstruidas y de nueva construcción que empiezan a ser ocupadas cuando cuando llega el buen tiempo para llegar al completo en el mes de agosto. Coincidiendo con la mayor afluencia de gente durante este mes, de los treinta días que tiene, hacen festivos diecinueve mediante celebraciones de la semana cultural, fiestas patronales y otras tradicionales como la de El Salto del Vaso, también llamada Quema del Vaso. Esta tradición consiste en hacer una hoguera en el interior de un vaso de madera, de las que se ponían antiguamente las colmenas, y saltar por encima, de la manera como puede verse en la foto.
Otra fiesta tradicional, la más importante del pueblo es la que se celebra en honor a su patrón, el Cristo de la Salud. Antes tenía lugar en septiembre, época en que se finalizaba la cosecha, sin embargo, con el fin de que todos los del pueblo que están fuera el resto del año puedan venir a celebrarlas, se ha trasladado a la semana del 13 al 16 de agosto. Estos días, varios caños de la fuente de la plaza, en vez de agua, echan vino. Y para los nostálgicos de la fiesta del Cristo en septiembre, una vecina del pueblo Laura Ladrón de Guevara ha creado la Noche de las Velas. Los vecinos adornan las calles y edificios más emblemáticos con velas, distribuidas haciendo flores y otros dibujos, que se encienden cuando se va la luz del día creando una atmósfera mágica, como puede apreciarse en las fotos.
En este aumento de población tiene mucho que ver la creatividad y esfuerzo de los nativos de este pueblo, que no se resignan a que el lugar que los vio nacer desaparezca del mapa o eche el cierre como ha ocurrido en otros algunos pueblos de la provincia. Los de La Parra se inventan actividades para atraer al personal. No solo escuelas de verano para los más pequeños y actividades de ocio como rutas senderistas y conciertos, sino también talleres de aprendizaje para todos los públicos. Unos para reconocer la fauna de la zona, otros para distinguir las plantas aromáticas y darles uso en la industria, o simplemente apreciar la diversidad de la vegetación autóctona y valorar el entorno natural que rodea al pueblo.
Además de este patrimonio natural, La Parra tiene un patrimonio cultural e histórico: las ruinas del Palacio de los condes de Cervera, la Casa del maestro, con una placa en la fachada como homenaje, y el edificio en el que estaba el viejo horno, en cuyo interior se conservan los utensilios del oficio de panadero, que puede considerarse una muestra etnográfica y museística del pasado reciente. Sorprende también la abundancia de edificios religiosos: cinco ermitas, de las que solo se conservan dos en una loma cercana, la del Cristo de la Salud y san Roque, y la iglesia parroquial.
La historia de este pueblo se remonta a los tiempos de la repoblación, ya el censo de 1591 le adjudica 1591 habitantes, de los que 142 son pecheros. Los restantes eran hidalgos y clero, exentos de pagar pechos. En el censo de Floridablanca, de 1787 la población había aumentado a 795 vecinos. En la segunda mitad del siglo pasado, esta población va disminuyendo con la emigración a las grandes ciudades en busca, de trabajo. La prensa de hace eco de esta decadencia cuando en los telediarios de medio mundo apareció la noticia del accidente de un avión de guerra norteamericano, un bombardero F16, que cayó en las inmediaciones de La Parra, en el que perdió la vida el piloto. Las cámaras de los telediarios mostraron la pobreza de algunas casas medio abandonadas, con paredes derruidas, y sus calles sin asfaltar, llenas de barro, a finales de los ochenta. Un aspecto bastante distinto del actual, con las casas restauradas, nuevas construcciones y plazas y calles asfaltadas, llenas de gente en verano. Las piedras antiguas lucían en todo su resplandor mágico bajo las llamas encendidas, en la Noche de las Velas de este mes de septiembre.