Metro en una mano y tijera en otra. Cuida hasta el más mínimo detalle y ejerce con una enorme responsabilidad porque la tarea lo requiere. Es el encargado de elaborar con todo lujo de detalles el uniforme de un gran número de cofradías de la Semana Santa de Cuenca. Es consciente de que nada puede fallar. De hecho, tanto la túnica como cualquier complemento, le tiene que venir al cliente como anillo al dedo.
Así es el trabajo del propietario de Entre Costuras, Carlos Martínez. Sobre este conquense, apasionado de la Semana Santa de su ciudad, recae una enorme esperanza. Y es que las hermandades recurren a él para lucir de gala por las calles de la capital a la hora de sacar sus Pasos. Carlos explica que el volumen de trabajo es, un año más, «muy elevado», aunque la carga se disparó, concretamente, después de la llegada de los Reyes Magos. Desde entonces, «no hemos parado porque hemos tenido muchos encargos». La lista de sus quehaceres está completamente cargada, en especial por los «niños pequeños, porque son los que más necesitan arreglos en sus túnicas o directamente encargan una nueva». Y es que, de un año para otro, dan el estirón y es necesario volver a hilar. En cambio, a los adultos y personas mayores, «tan solo hay que hacerles pequeños retoques», que van orientados a cubrir ese exceso de kilogramos o ajustar la pérdida de unos cuantos. Al fin y al cabo, todos quieren tener un uniforme que encaje a la perfección. Ni tan holgado ni tan apretado.
Entre Costuras encara la recta final de esta época de curro con «ilusión». Carlos Martínez podría haber pasado ya lo peor porque «hemos tenido un mes de febrero increíble con mucha carga», pero incide en que «todavía nos quedan días de mucho jaleo». El volumen a estas alturas es «mayor con respecto al año pasado». También es consciente que habrá «gente que espera a última hora para hacer sus arreglos o aquella persona que decida procesionar en el último momento». Ya sea de una u otra forma, todos recurrirán a este conquense que nunca da puntada sin hilo.
Las túnicas, prendas atemporales que han trascendido épocas y culturas, son un testimonio vivo del arte y la habilidad de la confección textil. Este conquense ha perdido el número de cuántas ha elaborado de forma artesanal, donde ha empleado muchas horas y ha tenido un minucioso cuidado. En la elaboración de las túnicas también juega un papel fundamental el «medir a la persona para que nada falle y el resultado final sea perfecto». Un paso en falso a la hora de cuantificar los centímetros de la cintura, pecho, espalda o piernas puede tirar todo al traste.
De ahí que la elaboración de una túnica es mucho más que un simple acto de confección, es una obra maestra de la artesanía textil que requiere habilidad, paciencia y pasión. Desde la selección de materiales hasta los detalles finales, cada paso en el proceso de creación es una expresión de creatividad y dedicación, resultando en una prenda que no solo viste el cuerpo, sino que también honra la tradición.
Pero no solo centra sus esfuerzos en las túnicas o las capuces. También lo hace con una serie de complementos. Tantos como que «confeccionamos de todo». Cordones, capirotes, picos de los niños, guantes, tulipas o escudos, entre un sinfín de opciones, ocupan todas las estanterías de su tienda. Es ahora el momento álgido de su venta porque «los nazarenos adquieren los complementos o los renuevan en estos días previos a la Semana Santa».
Uniformidad. El trabajo se intensifica cada año porque es más común «cuidar la uniformidad». Los nazarenos «tienen ahora más atención en sus vestimentas porque quieren salir bien y cuidar la imagen de su propia cofradía». Este criterio hace que las hermandades confíen en él para confeccionar partes del uniforme con remesas de tela para que todas sean la misma. El Cristo de la Luz, por ejemplo, encargó un capuz de color amarillo característico o el morado azulón del Bautismo. El Resucitado también ha encargado la capa. Son muchas las que descuelgan el teléfono no solo para dejar anotado un encargo, sino también para pedirle «recomendación o consejo».
Al fin y al cabo, Carlos Martínez sabe muy bien de qué habla. Tiene una enorme pasión por la Semana Santa y una prueba de ello es que es fácil verle en cada una de las procesiones. También lo hace porque «me gusta ver los trabajos que he hecho, me generan una enorme satisfacción personal». Hasta aquí ha pasado gran parte de la tormenta de curro, pero sí es cierto que tiene todavía mucho hilo que hilar.