Dice el refrán que nunca llueve a gusto de todos, pero para los agricultores y ganaderos de la provincia las intensas precipitaciones de las últimas semanas han dibujado una sonrisa en sus rostros. Después de un año de sequía, malas cosechas y el malestar acumulado en el campo conquense debido a los bajos precios y las exigencias de la Política Agraria Común que han motivado intensas protestas, el agua que ha caído del cielo ofrece un panorama muy distinto al de hace un año por estas fechas.
Las lluvias abren un escenario muy distinto y salvo las incidencias que puedan surgir en los próximos meses para los cultivos se puede empezar a prever que habrá buenas cosechas. Las organizaciones agrarias conquenses, en este caso Asaja Cuenca y UPA, coinciden en que las lluvias son muy positivas para la agricultura y para la ganadería. «El balance que hacemos, no solo en los últimos diez días, sino de lo que llevamos de año agrícola, es muy positivo porque la situación nada tiene que ver con la de año pasado y las expectativas, agronómicamente hablando, que tenemos son muy positivas, tanto para herbáceos como leñosos», explica Manuel Torrero, secretario general de Asaja Cuenca.
De la misma opinión es Salvador San Andrés, secretario provincial de UPA, quien asegura que «estas lluvias están muy bien porque el campo lo necesitaba». Además, San Andrés, agricultor de Abia de la Obispalía, se muestra ilusionado con las lluvias tras los nubarrones que llevan tiempo azotando al sector. «Había mucho pesimismo porque no llovía, la PAC, los bajos precios..., pero la lluvia permite afrontar el futuro con más optimismo».
De hecho, las intensas lluvias van a ser muy beneficiosas para los cultivos de la provincia, en especial para los herbáceos, pero también para leñosos como viñas, olivos o almendros.
En una provincia cerealista como Cuenca, las intensas precipitaciones, que en algunos lugares han llegado a superar 100 hectómetros cúbicos, generan unas expectativas muy positivas después de una cosecha como la del año pasado, que San Andrés no duda en calificar como «la peor de la historia».
De un año a otro. El agua hace que la situación sea muy distinta a de la primavera pasada. Estas lluvias propician que los cereales rematen bien el año, salvo las incidencias que puedan venir más adelante. Torrero explica que la sequía severa del año pasado «afectó de manera especial a los cultivos herbáceos en primavera, así como al girasol, que no logró almacenar reservas de agua en el suelo para su desarrollo normal en verano. Y con los leñosos pasó igual, había explotaciones que en abril estaban ya con riegos en abril, lo que es anómalo, y este año es diferente».
En este sentido, el responsable provincial de Asaja explica que «este año vemos que los estados fenológicos de los cultivos se están cumpliendo con normalidad», al tiempo que subraya la importancia de la aplicación de fertilizantes de primavera. Si todo sigue su curso, la cosecha de cereal ofrecerá un buen rendimiento en la recolección de este año, para lo que San Andrés espera que haya «temperaturas suaves y algo de agua».
El panorama para el girasol también es radicalmente opuesto al del año pasado, porque «las reservas de agua facilitarán el desarrollo durante el verano, pero queda mucho todavía, porque estamos a primeros de abril y es algo prematuro, pero las expectativas agronómicas son buenas», asegura Torrero.
No obstante, el exceso de agua también puede afectar a algunas parcelas al causar encharcamientos, en especial si se prolongan. También hay cultivos que son muy sensibles a la humedad, como sucede con el ajo de Las Pedroñeras. «Si las temperaturas medias suben los efectos se irán paliando porque es un cultivo sensible a las condiciones de humedad continuada», concluye Torrero.