Se nota en el ambiente. Cuenca vuelve a latir con más fuerza tras el final del verano. Y la razón de ello es que, durante la segunda quincena de septiembre, más de tres millares de universitarios, procedentes desde distintos puntos del país, regresan a las aulas conquenses para iniciar el nuevo curso académico. El cambio social en la capital es palpable. Las calles, que durante el periodo estival se tornan más tranquilas y vacías, comienzan a llenarse de actividad, energía y otra dinámica social y económica.
La actividad en un gran número de pisos vuelve a cobrar vida. Esta transformación no solo la sienten los negocios locales, con un incremento notable de las ventas, sino también los vecinos, quienes ven cómo su entorno cotidiano adquiere un ritmo diferente, con la llegada de estos jóvenes que eligen esta ciudad para formarse profesionalmente. Cuenca es y necesita ser una ciudad universitaria.
Laia Chacón, Rosa Camuñas, Estela Noblejas y Marina Hernández son claros ejemplos de ello. Las cuatro, que comparten piso, viven y estudian aquí durante todo el curso para sacar adelante sus carreras universitarias. Tras un primer año «extraordinario», coinciden en que Cuenca «es una ciudad maravillosa para vivir» y, a partir de sus vivencias personales, recomiendan «totalmente a cualquier estudiante que venga a estudiar a Cuenca porque es una ciudad muy tranquila».
Rosa, que cursa segundo de Enfermería, apunta que «tenía varias opciones para irme fuera a estudiar, pero elegí finalmente Cuenca». Esta joven, natural de Moral de Calatrava (Ciudad Real), reconoce que «al principio no me gustaba mucho, pero poco a poco me ha enamorado». Una de las razones es que «tiene mucho ambiente juvenil si sabes moverte bien por la ciudad». Pero, el principal fundamento, es que «es muy bonita y no se puede comparar con muchas ciudades». Rosa podría pedir el traslado de expediente académico a su provincia para estar más cerca de casa, «pero no me voy a cambiar», sentencia.
Os estábamos esperando - Foto: Reyes MartínezPor su parte, Laia Chacón, que acaba de comenzar el segundo curso de Educación Social, como Estela y Marina, incide en que «esta ciudad la tengo muy arriba»y subraya que «soy muy feliz aquí, desde el primer día que llegué». La capital «enamora y se vive muy bien en ella», y la carrera «me gusta más de lo que me esperaba». Además, Laia, natural de Albacete, recalca que «la gente es muy cercana y todo está cerca, por lo que te puedes mover con facilidad». Las cuatro manifiestan que «se nota que Cuenca es una ciudad universitaria porque cuando salimos por las calles reconocemos fácilmente a los jóvenes universitarios». También porque «hay mucha gente que nos comenta que en verano se queda un poco vacía, y nos da un poco de pena». Pero ahora vuelve a cobrar vida hasta que el verano regrese de nuevo.
Sin embargo, Estela y Marina, naturales de Manzanares (Ciudad Real) y Denia (Valencia), respectivamente, apuntan que «no es sencillo encontrar piso para estudiantes». Ambas apuntan que «es más fácil cuando somos tres personas, porque hay mucha más oferta, pero cuando somos cuatro, es más complicado». En el caso de estas jóvenes, el precio de alquiler por mes asciende a 1.000 euros. «Pagamos 250 euros cada una, con gastos de luz y agua incluidos, aunque si nos excedemos en el consumo, pagamos un poco más», añaden.
Este grupo de amigas es solo uno de los muchos ejemplos que existen en Cuenca. Los universitarios, con un porcentaje importante procedente de otras provincias de la región, ya se han instalado para comenzar el nuevo curso. Y con ello, la vida social vuelve a latir con fuerza, después de un verano más, donde se percibe claramente el éxodo, unido, por si aún fuera poco, a los viajes por vacaciones de los propios conquenses.