Villar de Cañas vivió un momento mágico al poner en escena su primer Belén Viviente organizado por el Ayuntamiento el pasado 23 de diciembre.
El callejón de su iglesia parroquial se convirtió en un original Portal de Belén, presidido por la portada renacentista del templo cuidadosamente adornada de pino, que cobijaba a María y José protegiendo con mimo a su pequeña Marina (el Niño Jesús).
A la representación no le faltaron las ocas, patos, gallinas, cabritillos y hasta una borrica llamada Elena; todos ellos, cedidos por vecinos del pueblo y de los alrededores.
El primer Belén Viviente de Villar de Cañas sorprendeCon Herodes protegiendo la entrada junto a sus centuriones, el visitante no salía de su asombro al pasar junto al taller y encontrarse al carpintero del pueblo en su oficio.
Pasando junto a los ángeles de la anunciación, se podía cruzar uno con algún Rey Mago deambulando y, dejando a un lado a la afanosa lavandera, el espectador pronto se topaba con la tahona, donde por la mañana se repartió pan para las gachas que se servían en la posada junto a las migas y zurra por la posadera.
Al avanzar hacia el portal protegido por la borrica Elena, que no quería perderse detalle, se quedaba uno embelesado contemplando a los pequeños cabritillos cuidados por las pastorcillas.
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Casi al final, al caer la tarde, las antorchas y pebeteros daban a la escena una calidez que era capaz de sobrepasar al frío. A ello también ayudó el chocolate caliente que se sirvió al terminar la representación del nacimiento del Niño Jesús. Ello puso punto final a una jornada que los vecinos de Villar de Cañas recordarán, sin duda, como la primera vez de algo mágico.