Pinturas conquenses de Ángeles Santos

Óscar Martínez Pérez
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Pinturas conquenses de Ángeles Santos

La obra del genial pintor Julián Grau Santos, enconquensado en todos los sentidos, está ligada a Cuenca y su provincia a lo largo de años de su fructífera relación con la ciudad y su paisaje, y los conquenses. Grau Santos es considerado una de las figuras más relevantes del realismo español, destacando sobre manera el color y el dibujo en sus obras, no solo las pictóricas sino en sus pinturas realizadas para ser publicadas en la prensa escrita.

Es evidente que si hay un pintor que ha dejado patente su amor a la ciudad de Cuenca en sus obras pictóricas ese ha sido Grau Santos, que en 1956 llegó a Cuenca y durante varios lustros tuvo varias casas en la que vivió en la parte alta de la ciudad, vinculándose totalmente con el ambiente artístico y humano conquense, participando además en mil y un proyectos, carteles, dibujos, ilustraciones para publicaciones, muestras, retratos, paisajes urbanos de Cuenca y de las hoces, la mancha conquense, etc.

De casta le viene al galgo, y es que Grau Santos es descendiente de una importante estirpe de pintores, desde su abuelo Grau Miró a sus padres, Emilio Grau Sala, destacado miembro de la Escuela de París, y de la extraordinaria pintora Ángeles Santos Torroella, original y reconocida pintora surrealista, quienes contrajeron matrimonio en 1936 y fruto del mismo nacería Julián Grau Santos. 

Ángeles Santos Torroella. La pintora gerundense fue una de las pioneras de las vanguardias en nuestro país. Su obra más conocida y valorada la pintó con apenas 18 años, Un Mundo, y fue una verdadera sorpresa para el público y la crítica, que quedaron impactados por su originalidad, calidad, tamaño y novedad estilística de la tela.

Ángeles Santos, como dijo Gómez de la Serna en la Gaceta Literaria en 1930, «toca el cielo con las manos». Su pintura evolucionó como es lógico con el paso del tiempo aunque es clara la influencia de su esposo Emilio Grau y también ya en su etapa más tardía la de su hijo Julián Grau. A mediados de los años 60 es cuando su pintura da un cierto giro y se decanta más por el paisaje, pintando las ciudades de París, Barcelona, Cadaqués, Sitges y Cuenca, mostrando una naturalidad, sencillez y lirismo en sus obras fundamentalmente óleos y acuarelas.

Grau Santos cuenta que gestionó la compra hacia 1963 de un caserón en la parte alta de Cuenca, cerca de Mangana, para rehabilitarlo y así cuando viniesen sus padres a visitarlo a esta ciudad se quedasen en ella, pero al final Ángeles Santos cuando venía a Cuenca prefería hospedarse en un hotel y así no tener que subir tantas escaleras.

En esas visitas a Cuenca es cuando la genial pintora dibuja lugares y paisajes de la capital; lo realista y lo lírico se dan cita realizando óleos y acuarelas rotundas y puras, huyendo de una excesiva expresividad pero sugerentes y vivificadas del paisaje conquense…

Dibuja en 1965 un lienzo al óleo titulado Catedral de Cuenca, lleno de cromatismo en donde los tejados de Cuenca dan paso a la nave lateral y el rosetón de la catedral capitalina. También realizó una bellísima acuarela de un pasaje de una hoz de Cuenca, con un colorido y luminosidad intensa lo mismo que otra acuarela titulada Parque de San Julián, con mucha menos definición pero con unos colores y líneas profundas.

Conocí a Ángeles Santos durante unos días en su chalet de Pozuelo de Alarcón, donde fui a entrevistar a su hijo Julián Grau Santos para posteriormente publicar Cuenca, crédito de un gran pintor, conversaciones con Julián Grau Santos (2005). Ella estaba pintando en el jardín y en algunos momentos charlamos brevemente sobre sus recuerdos conquenses y su profundo amor a este paisaje, su color, formas, luz y su atmósfera reposada y serena.