Supongo que los criterios para elegir 'palabras del año' están directamente relacionados con el uso que de las mismas perpetran los medios de comunicación, redes sociales y demás ventiladores mediáticos. Las que más se repitan, manoseen, resuenen y se amplifiquen en teles, periódicos, facebooks, twitches y demás mass media.
Las doce palabras sin piedad nominadas, más allá de categorizaciones medioambientales, tecnológicas, políticas…, me parecen una síntesis global de dolor, miedo y desconfianza.
FANI: no es la vecina cañón del ático, sino como ahora la inteligencia americana llama a los ovnis: Fenómenos Anómalos no Identificados. Incluye los objetos detectados en aire, mar o espacio que desafían la explicación racional. Si los ya talluditos cogimos miedo al Mar Menor con Tiburón, ahora tenemos a Fani para vacunarnos.
Fediverso: tampoco es el novio uruguayo perroflauta de Fani. Hablamos de una alternativa de redes sociales a Facebook, X, y demás acaparadores de datos.
Ecosilencio: no es una marca pija de cacao; apunta a empresas que no publican sus medidas para que su actividad sea sostenible. Yo voté por ecopostureo, pero bueno. La cuota ecológica.
Humanitario: rayo raquítico de esperanza entre tanta palabra agresiva y demoledora; aunque leída en esta lista me evoca un cordón enano, tenso y deshilachado.
Amnistía: poco que decir. Yo creo que sería una buena marca de absenta o epidural.
Fentanilo: invento de los narcos mexicanos para masacrar gringos. En zonas de Estados Unidos ya proliferan barrios zombies. No demos ideas, a muchos les gustaría dirigir países zombies.
Euribor, guerra, macroincendio, seísmo: qué añadir a las imágenes apocalípticas que nos rondan la cabeza. Otras Navidades sin atreverme a ver El coloso en llamas.
Ultrafalso: creíamos que la falsedad era infame, pero existe un más allá. Esos vídeos no reales que lo parecen gracias a una manipulación extrema: estafas telefónicas con audios que imitan la voz de tus padres, ruedas de prensa de políticos dimitiendo para trabajar en la empresa privada, videos de reguetoneros tocando por Rostropovich… verdaderas atrocidades.
La ganadora es polarización; palabro de la familia semántica de distanciamiento, confrontación, crispación, que recuerda aquel apócrifo de Bismarck: "estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo: lleva siglos queriendo destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido.".
Así que, si la Noche de Reyes, tras comprobar que ha subido el euribor de su hipoteca, se les acopla a cenar Fani con su nuevo novio Fediverso, acalle los tambores de guerra de su suegra sin provocar un seísmo, saque de la cazuela el chocolate antes de que provoque un macroincendio, guarde un minuto de ecosilencio por su dieta, haga un pasillo humanitario al roscón (engúllallo antes de que Fediverso se lo agencie), descorche su mejor botella de Amnistía (¡suelte el fentanilo por Dios!) y dele un trago laaaargo… que para polarizarse siempre hay tiempo, por más que los niños insistan en exigir que los Reyes les traigan el IPAD, "porque ese rumor de que nos van a quedar todas es ultrafalso".