La Academia de Rurales y el Castillo de Belmonte

Óscar Martínez Pérez
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La Academia de Rurales y el Castillo de Belmonte

Pocos años después de la Guerra Civil española, las nuevas autoridades nacionales mostraron su interés en salvar, a través de varias iniciativas, los castillos españoles –que en muchos casos se encontraban ruinosos, abandonados y deteriorados– y así proyectarlos en el tiempo para que un símbolo arquitectónico tan icónico de la Piel de Toro, no desapareciesen…

Cuarteles, academias, centros de formación, paradores y otros usos e ideas fueron implementados para que las fortalezas españolas en lamentable estado se proyectasen hacia el futuro. Castillos como el de San Servando en Toledo, el de la Mota, en Medina del Campo, el de las Navas del Marqués o el de Almansa, entre otras pétreas fortalezas, fueron dotadas y reconvertidas para tener una nueva vida y ser 'salvadas'. En la provincia de Cuenca se actuó especialmente sobre los castillos medievales de Alarcón, Garcimuñoz y Belmonte.

El Frente de Juventudes fue una institución creada dentro de la Falange Española al despuntar los años cuarenta. Un año más tarde nacerá la Sección de Rurales, para la formación y capacitación de jóvenes en todo lo relacionado con el medio rural y agrícola-ganadero. 

Proyectos de restauración. En marzo de 1940, la Dirección General de Bellas Artes avisa a Patrimonio Nacional de la situación pésima de un torreón de la fortaleza belmonteña; al año siguiente, la institución artística procede a realizar trabajos de reparación y más tarde el arquitecto José María Rodríguez Cano –uno de los arquitectos que más implicado se mostró en la conservación del patrimonio español durante la posguerra– implementó un proyecto de restauración para recalzar las partes bajas de los torreones esquineros del castillo, la consolidación del almenado y del magnífico patio de armas y salas interiores.

En 1943, el jefe de la sección Central de Rurales, Eugenio Martí Sanchís, visitó la fortaleza belmonteña y decidió que había que actuar sobre ella para salvarla, ya que después de ser empleada como prisión y cuartel por los milicianos republicanos, se encontraba en un estado deplorable, sin puertas ni ventanas, las habitaciones y rondas llenas de escombros, las escaleras taponadas y sin pavimentos, además de la ruina parcial de alguno de los torreones que completaban un estado ruinoso en general.

La Escuela de Instructores Rurales «Onésimo Redondo», del Frente de Juventudes, se radicó en el Castillo de Belmonte, que fundaran los Pacheco en el siglo XV sobre el Cerro de San Cristóbal, en la añosa e histórica villa frayluisiana.

Eduardo Baselga Neyra, arquitecto de la organización falangista, comenzará los trabajos donde se estudian y se adaptan estilos de puertas, ventanales, vidrieras, pavimentos, mobiliarios, afirmación de muros y torreones. Fue una labor importante en la que se emplearon trabajadores de la región que conocían el mortero que antaño se empleaba. Se arreglaron artesonados, se limpió el pozo de góticas columnas, se revocaron lienzos de pared, subsanando errores de otros restauradores que habían empleado cemento y ladrillo, tan en contraste con la estructura general del edificio. 

Lo que fueron establos y caballerizas se convirtió en comedores y amplios salones y se construyó una capilla con retablo del mismo estilo que los artesonados de alfarjía. En cuanto al amueblado todo se hizo en coherencia con la arquitectura. Armaduras, bargueños, velones, lámparas, cuadros, tapices, alfombras, arcones… fue preciso buscarlos por toda España. Una vez gestionado el alquiler con el duque de Peñaranda, se inauguró en 1945, la Academia Nacional de Rurales Onésimo Redondo para formar mandos intermedios agrícolas (capataces rurales) por el Ministro de Agricultura, Carlos Rein Segura; el vicesecretario de Secciones del Movimiento, señor Valdés y el promotor de la rehabilitación el señor Elola-Olaso, Delegado Nacional de Juventudes. 

La rehabilitación que se desarrolló para salvar la fortaleza e implementar la academia de instructores rurales fue importante y destacada, pero es cierto que, como han apuntado varios historiadores, se cometieron varios errores; como en las duchas y los baños que fueron reformados sin ningún rigor ni control y que provocaron algunos destrozos en las hermosas techumbres.

Himno de la Academia. Bajo el cielo, que besan los montes/levanta al viento altaneras/sus invencibles banderas/la Academia Belmonte

Con la brisa matinal,/suben canciones al cielo,/prendidas en el anhelo/de un porvenir imperial

Academia de Belmonte: desde tus recias almenas,/llenas de luz y de sol/se divisa el horizonte/del porvenir español

Por el campo, por la aldea,/por la sangre que campea/sobre su invicta bandera/arrulladas por el sol,/haremos la sementera/del resurgir español

Las cinco flechas, en sangre teñidas,/serán cinco espigas,/que ricas cosechas de yugos y flechas/muy pronto darán.