Sus calles y rincones rezuman historia. Municipio cuna de doce obispos entre los siglos XV y XVII que atesora un impresionante patrimonio histórico-artístico digno de mención, con su máximo exponente en la bella capilla de la Asunción de la Virgen María.
Y es que Villaescusa de Haro, en pleno corazón de la Mancha conquense, ofrece al visitante esta joya arquitectónica de estilo gótico-isabelino, que no deja a nadie indiferente.
Declarada Monumento Nacional en 1931, junto al Castillo de Belmonte, el Monasterio de Uclés y la ciudad romana de Segóbriga, esta capilla de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol (siglo XVI) fue mandada construir en 1507 por el ilustre hijo del pueblo y obispo de Astorga, Málaga y Cuenca, Diego Ramírez de Villaescusa, para el enterramiento de sus padres, familiares y herederos.
En su construcción intervinieron probablemente algunos de los mejores artífices de la época, desde Simón Colonia en la arquitectura, Felipe Vigarny en la escultura y Fray Francisco de Salamanca en la rejería, lo que viene dejar patente la relevancia de Villaescusa y de su promotor a principios del siglo XVI.
Toda una joya. No es de extrañar que destaque tanto por su arquitectura, con una construcción de planta cuadrada cerrada con una cúpula octogonal mediante trompas y una bóveda estrellada, con tres arcos góticos en su acceso –el central trilobulado- como por su exquisita orfebrería en la rejería de entrada, sin olvidar, por su puesto, la escultura con su maravilloso retablo dedicado a la vida de la Virgen, desde su nacimiento hasta su muerte y ascensión a los cielos.
Compuesto por cinco calles, este retablo policromado representa escenas tales como el Nacimiento de la Virgen, la Visitación, el Nacimiento de Cristo, la Circuncisión o la Adoración de los Magos, entre otras muchas, y está culminado en el copete con un Cristo Resucitado.
No se puede pasar por alto su sacristía, con una bóveda elíptica de casetones, atribuida a Esteban Jamete, donde aparecen Dios Padre, San Pedro y San Pablo. Una capilla, sin duda, a la altura del impresionante pasado de Villaescusa, donde también son dignos de visitar desde la iglesia del Convento de las Justinianas hasta el Convento de los Dominicos de la Santa Cruz.
Claro protagonismo de esta capilla, que será mayor aún en julio con la celebración el día 20 de un musical Baculum et Mitram que recorre la vida de Ramírez de Villaescusa y sus consolatorios a los Reyes Católicos por la muerte de su heredero, el príncipe Juan.
El Ayuntamiento es consciente de la relevancia de este elemento arquitectónico, de ahí que en los últimos años lleve demandando a las administraciones el apoyo urgente para la recuperación del mueble del retablo y la propia capilla, con un avanzado deterioro de la piedra caliza.