El sentidiño también se escucha en la diáspora. Casi medio millón de gallegos pueden decidir desde el extranjero quién será el nuevo presidente de la Xunta. Su presencia, pese a la distancia, es muy tenida en cuenta por todos los partidos de cara a la cita del próximo domingo.
De hecho, pocas elecciones en España están tan pendientes del voto migrante como las autonómicas de Galicia, donde el 18 por ciento de los censados viven en el exterior, por lo que la campaña también se sigue con una atención especial en Suiza, el país europeo con la mayor comunidad gallega.
Decenas de miles de gallegos comenzaron a llegar a sus cantones desde los años 50 del siglo pasado y lo siguen haciendo ahora. Actualmente, es la residencia de unos 41.000 de estos migrantes, de los que 34.000 están llamados a votar, un número sólo superado al otro lado del Atlántico, en Brasil, Argentina, Uruguay y Cuba.
Las elecciones son motivo de conversación estos días en las decenas de bares y centros repartidos por las más importantes ciudades helvéticas, lugares como As Xeitosiñas de Zúrich, A Roda de Lausana o la Irmandade Galega na Suiza de Ginebra, que llevan décadas difundiendo la cultura galaica en el país centroeuropeo.
Son rincones para sentirse en Galicia pese a la distancia. Allí se habla con morriña de la tierra pero también con sentidiño, una palabra muy popular en estos comicios.
La asociación ginebrina, con medio siglo de historia, ejemplifica a la perfección este tipo de organizaciones de lo que la Xunta de Galicia denomina la galleguidade, el conjunto de iniciativas que en todo el mundo mantienen viva la llama de la cultura autóctona entre los migrantes, sus hijos y nietos.
«Hemos tenido momentos mejores, otros peores, pero aquí seguimos a flote, 50 años después y con muchas ganas, adaptándonos a las nuevas generaciones, a la nueva emigración, e intentando ser activos también a través de las redes sociales», cuenta su presidenta, Noemí Figuerola, quien ya nació en Suiza de padres gallegos.
La sede de la asociación se encuentra en Onex, un barrio obrero de las afueras de Ginebra, y a ella por las tardes se acercan los más fieles para jugar a las cartas mientras se toman una Estrella Galicia o echan una partida al futbolín.
En las mesas del bar se mezclan el francés, el castellano y el gallego, aunque esta última lengua es la que se usa oficialmente en las comunicaciones oficiales de la asociación.
Discreción
Los gallegos de ésta y otras asociaciones ejercen de tales: es decir, llevan con discreción decir quién votarán, en unos comicios donde hay especial interés en ver qué efecto tendrá la supresión en 2022 del voto rogado, pues se espera que la simplificación de trámites conlleve una mayor participación en éste y otros focos del éxodo.
Sin embargo, los precedentes son buenos para el PP de Alfonso Rueda. Su partido ha ganado el voto exterior en cinco ocasiones desde el 2001. El PSOE logró la victoria en el 2009, aunque Núñez Feijóo mantuvo la mayoría absoluta.
En esta reñida cita, con las urnas del próximo domingo, el voto de los emigrantes está llamado a ser decisivo. Representan el 18 por ciento del censo total, un porcentaje lo bastante importante como para inclinar la balanza... bien del lado del PP o de la izquierda.