Trabajar con pasión en lo que le gusta, rodeada de un buen equipo y siempre dispuesta ayudar son los ingredientes de la receta mágica de una empresaria que lleva más de 30 años cuidando de la salud visual de los conquenses. Yolanda García (Cuenca, 1967) está al frente de Federópticos Yolanda, un establecimiento señero de la capital que acaba de cumplir tres décadas desde que comenzó la aventura empresarial.
¿Qué suponen estos 30 años de Federópticos Yolanda?
Es un sueño cumplido. Vengo de una familia muy humilde. Siempre he sido estudiosa y lo último que me imaginaba es que fuera empresaria, pero serlo durante 30 años y con el mismo equipo ni me lo imaginaba.
¿Cómo empezó este sueño?
Con 22 años, recién acabada la carrera, empecé a trabajar en diferentes centros llevando las ópticas. En esta vida, todo hay que agradecerlo, pero cuando trabajas con personas de la antigua escuela, que ves que sacas adelante los negocios y que lo que recibes a cambio son malas palabras, por ser suave, llega un momento en el que te preguntas 'qué necesidad tengo de seguir por este camino'. Mi objetivo no era vender gafas y en esos sitios había que vender, vender y vender. Mi ética no me permite eso. Si hay que vender se vende y si hay que ayudar a una persona, se hace. Pero poner unas gafas sin necesitarlo no entra en mi capacidad mental.
Empecé con mi compañera, sin dinero, pero sabíamos cómo funcionaba el mercado y éramos, éticamente hablando, buenas. Es decir, no íbamos a engañar a nadie. Eso es lo que nos ha hecho salir adelante. Si una persona llega con una catarata, y le dices 'no te hago unas gafas y vete al oftalmólogo', esa persona te va a decir, gracias. Las premisas fueron no engañar, ayudar e independencia.
¿Cómo ha cambiado el mundo de la óptica en estos treinta años?
Mucho. Ha cambiado la tecnología y ha cambiado la visión. Antiguamente, las ópticas éramos vendedores de gafas. Ha cambiado en la formación. Como sanitarios de primer orden que somos, porque estamos a pie de calle, nos tenemos que formar continuamente. Somos el primer punto entre el oftalmólogo y la gente de la calle, porque es más accesible entrar en una óptica que irse al médico. Tenemos que ser capaces de ver si a esa persona la podemos atender nosotros o la tenemos que derivar. Para eso necesitamos tecnología y formación.
¿Cuáles son los principales problemas que detectan?
Muchos. Normalmente, la gente viene a una óptica porque no ve, de lejos o de cerca. A partir de los 45 años se empieza a tener problemas para ver de cerca. Se llama presbicia. Otro problema que detectamos es la presión intraocular. Medimos la tensión del ojo y lo que hacemos al cliente con esa patología lo derivamos. Es algo que si se coge a tiempo, no es problema. También detectamos miopías, es decir, personas que no ven bien de lejos. Hay evidencias de que hacia el año 2050, se estima que el 50 por ciento de la población mundial será miope. Es la pandemia del siglo XXI. La miopía crece, porque el ojo crece hacia adentro, sobre todo en niños, y eso con cierta edad puede crear muchos problemas de patologías, que no se tratan en las ópticas. El 50 por ciento de la población mundial será miope, teniendo en cuenta que en África no hay casi miopías.
¿Tratar la miopía infantil es más importante aún?
Hoy en día, si mamá es miope con, por ejemplo, dos dioptrías, y papá también lo es, con dos dioptrías, las posibilidades de que el niño sea miope son muchas, pero no es que sea de dos, sino que como mínimo va a ser de cuatro. Es ahí donde tenemos que frenarla. Ahora mismo hay tecnología y evidencia científica de tratamientos que frenan ese avance. Es ahí donde hay que cogerlo.
¿Los conquenses cuidan mucho la vista?
Cada vez más, pero igual que todo. La evolución en estos treinta años es buena, la curva va hacia arriba, pero aún quedan muchas cosas por hacer.
¿Qué recomienda?
Igual que una persona va al dentista todos los años o se hace una analítica, como mínimo habría que hacerse una revisión al año, Estamos hablando de ojos, salud. Oftalmólogo u óptica, pero ir al menos una vez al año. Me llama la atención desde hace tiempo. Una vez me preguntaron en una formación cuál pensábamos que era nuestra competencia y todo el mundo piensa en otras ópticas. Mi competencia no son las otras ópticas. Las otras ópticas son mis compañeros. Mi competencia es que estamos en diciembre, uno cobra la paga extra y no piensa en gafas o lentillas, sino que piensa en unas Nike, un iPhone, en irse de viajes… Esa es mi competencia. Es decir, la gente no piensa en salud. La gente tiene la salud gratuita, sanitariamente hablando, y no la valoramos. No hablo solo de ojos. No pensamos en salud y sí en otros miles de cosas. La gente no piensa en sus ojos hasta que tiene el problema.
¿Por qué dio el salto a la audición?
El único sitio donde audición y óptica van juntos es en España. Son titulaciones diferentes, pero aquí se ha asociado. La pérdida auditiva era algo muy mal visto. Me pongo brackets porque necesito tener la boca bien, voy a la audición porque necesito escuchar bien. Es una parte más del cuerpo. Además, tengo dos oídos, no uno. A nadie se le ocurre decir 'ponme un cristal que un ojo veo, pero en el otro no me pongas nada, si ya con una me apaño'. En la audición, hasta hace muy poco tiempo era 'ponme un audífono'. El tema de la audición en España se ha asociado con la óptica por márketing. Lo sacó hace años Ulloa Óptico.
Posteriormente, la audición se hace en las ópticas con el ánimo de intentar conseguir que la gente a nivel sanitario se cuide. Dimos el salto, primero, porque nos formamos en ella y, segundo, porque vimos que Cuenca es una ciudad muy envejecida y muchos de nuestros pacientes tienen problemas auditivos. Queda mucho por hacer en audición. Las gafas están bien vistas, hay modas, colores, puedo tener más de una… Pero con los audífonos aún queda mucho camino por recorrer. Hay todavía un estigma de que es de gente mayor.
Además de empresaria, colabora con la ONG Visión Sin Fronteras y acaba de regresar de Sierra Leona, en África. ¿Cómo surgió esa labor solidaria y de cooperante?
Pertenezco a Federópticos, que realmente es una cooperativa y somos independientes. Nos juntamos con afán de ayudar y surgió porque la presidenta de la ONG en aquel momento era de Federópticos. Recuerdo que a los 25 años me fui a Marruecos embarazada y desde entonces estoy implicada con la ONG.