Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Más polarización y qué hacer con Puigdemont

26/07/2023

Las encuestas las carga el diablo y fallan más que una escopeta de feria, también las de GAD3, de Narciso Michavila, al que en la cadena Cope se empeñan en llamarle sencillamente Ciso. Allí es donde, antes de quedar algo tocado como  el Tezanos del otro lado, dijo aquello de: «Si la campaña sigue así , lo que es una marea azul terminará en tsunami azul». Las elecciones las ganó el PP, ciertamente, pero más en forma de pequeño y frágil oleaje, lo que permitió a la forofada socialista de la calle Ferraz gritar aquello tan viejo de «No pasarán», un grito creado ¡hace casi noventa años! como banderín de enganche de uno de los bandos que se mataban por nuestras calles. En la noche electoral lo gritaban chicos y chicas jóvenes en un país que presume de democrático con la mira ya puesta a concluir el primer cuarto del siglo XXI. Lamentable.
Nuestro país refuerza su polarización tras los comicios y si el PP ha ganado en escaños y levemente en porcentaje de voto, el que tiene más posibilidades de formar gobierno es el PSOE de Pedro Sánchez si actualiza e incorpora algún nuevo mimbre a su proyecto de gobierno. Lo iremos viendo en las  próximas semanas. Eso o una nueva convocatoria de elecciones, esta vez con carácter invernal, y no hay muchas más opciones. Al PP con Vox no le da la suma de la  mayoría absoluta e incorporar a otro  partido a ese pacto es imposible (caso del PNV) o insuficiente, si nos fijamos en algún escaño navarro o canario con los que los populares podrían llegar a algún tipo de acuerdo.
Así las cosas, el futuro que se nos presenta más factible es el de una reedición del pacto de Sánchez con Sumar como principal muleta y los acuerdos múltiples a cambio de jugosas facturas, claro, con el conglomerado de los independentismos varios, desde Bildu a ERC pasando por el BNG y esta vez con la guinda de los de Puigdemont. ¿Qué hacer con el prófugo? No sería descartable que los propios prefieran entregar su cabeza, una leve estancia en alguna cárcel española, y factura gruesa a Sánchez a cambio de la investidura.
Lo veremos, pero lo complicado vendría después. Yolanda Díaz afirmó en Barcelona, en uno de sus últimos mítines de campaña, junto a Ada Colau, que tiene que haber diálogo y tiene que haber consulta en Cataluña, sin meterse en más profundidades, sabiendo, claro, que un referéndum de autodeterminación, tal y como lo plantean los independentistas catalanes, es inconstitucional y para cualquier proceso de reforma constitucional se requiere una mayoría parlamentaria de tal calibre que necesitaría del concurso del PP. En ese caso, la cuestión es : ¿Qué consulta? ¿Sobre qué? ¿En qué ámbito de decisión? ¿Con qué encaje en la legalidad?, algo que debería ser explicado o debería haberlo sido. En cualquier caso, el papel de Yolanda Díaz en tejer los acuerdos necesarios para la investidura con el mundo independentista se antoja fundamental, mucho más teniendo en cuenta que a Sumar, una formación cogida aún con alfileres y con unos resultados discretos el pasado domingo, no le interesa nada una nueva convocatoria electoral en la que el voto se concentraría aún más en los dos grandes partidos.
En el lado derecho del tablero, tenemos un panorama incierto que se cubrirá de sombras y dudas sobre Alberto Núñez Feijóo  si  Pedro Sánchez consigue ser investido presidente. Finalmente este partido lo ganará quien sea investido, o habrá prorroga con una nueva convocatoria. Ya suenan algunas voces que critican claramente su incomparecencia en la segunda semana de la campaña, el error garrafal de no acudir al debate de la televisión pública, y en general el exceso de triunfalismo al son de las trompetas victoriosas de Michavila. Por otro lado, la muleta del lado derecho del espectro político, Vox, puede iniciar un periodo imparable de declive, tras perder casi veinte escaños. No es de extrañar entonces que antes de que ese proceso de gangrenación vaya a más, los de Abascal apuesten por una repetición electoral. Aunque esa repetición de elecciones solamente será posible si no hay una mayoría de investidura para elegir a un presidente que a día de hoy está más alcance del segundo clasificado que del primero, y estamos en un sistema parlamentario en el que los españoles no elegimos directamente a nuestro presidente, como sería deseable, sino a una lista de diputados en circunscripción provincial que son los que en el Congreso se encargan de elegirlo formando para ello la mayoría necesaria.