Vayamos por partes

Manu Reina
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Conquenses y visitantes disfrutan de la infinidad de opciones lúdicas y gastronómicas que ofrece la feria, que se convierte en el «plan preferido e ideal» durante estos días festivos

Vayamos por partes - Foto: Reyes Martinez

Abran paso, que allá voy. Es el lugar más demandado y concurrido de la capital durante estos días. Es normal, vaya. Las opciones lúdicas se multiplican y es necesario tener paciencia porque hay que ir por partes. Todos hacen un hueco para ir a la feria. Es un espacio que despierta sonrisas y un sinfín de emociones con tan solo adentrarte en ella. El jolgorio y la diversión animan a adentrarse en este 'laberinto' sencillo y divertido.

Estar en la feria no tiene precio. No cabe duda de que es el recorrido más sencillo y divertido que pueda existir, aunque la aglomeración ralentiza el paso. Pero vayamos por partes, como diría Jack el destripador. Lo primero que te ofrece el recinto ferial es un pequeño mercado ambulante de artículos y prendas de vestir que a cualquiera pueden llamarle la atención, teniendo en cuenta además que se sitúan tanto a la derecha como a la izquierda de la calle.

A medida que acaba este espacio de comerciantes empieza a llegar de forma ininterrumpida un olor inconfundible: churros y porras. No cabe duda de que se trata de un clásico de la feria, como lo son también los algodones de azúcar. Tampoco falla la patata asada con multitud de ingredientes, siempre a gusto del consumidor. Está claro que si uno acude a la feria con la tripa ligera, difícilmente pueda obviar estos manjares, que se suman a las patatas fritas, los bocadillos, los crepes, los churros, el coco natural e incluso los kebab, entre muchas otras ofertas gastronómicas. Uno también puede detener el paso para tomar un chupito de vino. 

Vayamos por partesVayamos por partes - Foto: Reyes Martínez

Todavía quedan muchas cosas por ver. Porque a nadie se le escapan –y sino ya se encargan ellos de que se les preste atención con mensajes contundentes y sonoros–, las tradicionales tómbolas. Hay varias en la feria, cada una con su idiosincrasia, tanto con la fórmula del bingo o a través de papelitos donde puedes conseguir un regalo si tu carta de la baraja española coincide con las premiadas. 

La emoción está servida y los corros de amigos y familiares son una constante. Aunque los pequeños buscan alejarse de los sorteos para subirse a cualquier atracción que, evidentemente, hay de todos los gustos, para todas las edades y de mayor o menor intensidad. Sin duda, la adrenalina se apodera de muchos. El tren de la bruja, los coches de choque, las colchonetas o la Barca Vikinga, entre decenas de ellas, hacen vibrar a todos los que sacan su ficha. 

Dardos. Otros se decantan por lanzar dardos para explotar unos globos, mientras que muchos prefieren intentar derribar una pieza con el corcho que sale disparo de la típica escopeta de feria. El objetivo es conseguir algún peluche o premio con el que llenar el bolsillo. Pero no sólo hay emoción en las atracciones, sino también en la Carpa Joven, que hace vibrar al público cada noche con la mejor música de distintos grupos y artistas musicales. Es la guinda perfecta para los que buscan jarana.

Vayamos por partesVayamos por partes - Foto: Reyes Martinez

La feria es para vivirla. Y, sobre todo, para que no te la cuenten. Noemí Vega explica que le gusta «mucho venir», especialmente porque «tengo un hijo y le encanta». Por delante hay muchos días de fiestas y el recinto ferial se convierte en el destino preferido. Noemí reconoce que acude «prácticamente todos los días, con una media de dos o tres horas, aunque puede variar dependiendo del día». Lo que no cambia es que «me dejo buena parte del sueldo por el coste de las atracciones», expresa entre risas. La valoración que tiene es «muy positiva», pero «no me gustan los churros porque el olor se me pega en el pelo». 

No obstante, «son ferias y tienes que venir sí o sí, mucho más cuando tienes pequeños en casa». Es, además, «un gran atractivo para muchos turistas que puedan visitar la ciudad durante estos días» e incluso hace un llamamiento a todos los conquenses a que «vengan a la feria porque darse un paseo por aquí es muy positivo por el gran ambiente que se genera».

Visitas. Es la misma situación de José Ramón Domínguez. También suele visitar con asiduidad el recinto, «mínimo, tres o cuatro días». Como en el caso anterior, este vecino conquense detalla que «tengo una hija a la que le encanta venir, como a todos los pequeños, supongo». El tiempo de media, que «puede variar dependiendo de la gente que haya entre pasillo y pasillo», ronda las «tres horas». El paso por el ferial es «aleatorio» y lo «mejor es dejarse llevar de un lado hacia otro». Lo que sí es obligatorio es «recorrer todo de principio a fin, desde que entras hasta que acabas». En ese trayecto, «suelo pararme para lanzar los dardos, que me gusta mucho», subraya.  

Vayamos por partesVayamos por partes - Foto: Reyes Martinez

Los visitantes van y vienen, pero hay un grupo de personas que se mantienen ahí sin moverse durante todos los días y prácticamente a todas horas. Son los feriantes. Estrella González, propietaria de un puesto de chatos, comenta que «el ambiente en la feria de Cuenca es siempre muy bueno, con muchísimas personas paseando de un sitio a otro». En cuanto a su oferta, «no se resisten». Y es que «a los conquenses les gusta mucho el vino y, sobre todo, lo dulce». Es normal ver a personas alrededor del puesto, tanto en los taburetes como agolpados en la barra. Estrella detalla que las noches «pasan lentas y hay horas puntas donde el trabajo es descomunal porque, literalmente, no paramos».

Quien puede contar largas historias e infinidad de anécdotas sobre cómo se vive un día de feria es Rocío Romero, que regenta la emblemática Churrería La Giralda. Y es que acumulan, nada más y nada menos, que 70 años seguidos viniendo a las fiestas de Cuenca. La propietaria señala que «esta feria siempre es muy buena y no fallamos a nuestra cita nunca». El flujo de personas es «constante» y no es raro ver «largas colas para comprar churros». Lo que le llama la atención es que a los conquenses «les gusta, especialmente, echarle azúcar, que es algo que me llama la atención, comparado con otras ferias», sentencia.  

Hasta la fecha, han transcurrido tan solo cuatro días de feria y quedan por delante muchas emociones. Tantas como ocho días, porque el recinto no cerrará sus puertas hasta el próximo lunes, inclusive. Por lo tanto, ¡vamos todos a la feria!

ARCHIVADO EN: Gastronomía, Cuenca