Regresó el Conquense a la competición liguera y lo hizo ante la cruda realidad de una grada mucho menos poblada que en el partido copero. Como poco, unos 5.000 menos que contra la Real Sociedad... Se dice pronto. Aunque la diferencia en la entidad del rival era mayúscula, ese salto de público no debería ser tanto. ¿Cuál es la afición real al fútbol en Cuenca? Más allá de la pregunta retórica, el Conquense volvió a empatar con otro rival de 'su liga', el Unión Adarve, tras un partido en el que siempre anduvo a remolque y en el que la superclase de Yuya no bastó para culminar una remontada que se acarició en los minutos finales. 1-1, dos puntos ganados de los últimos 18 en disputa y en tierra de nadie en la clasificación.
Arrancó el choque con equilibrio en la posesión del balón, pero con algunas buenas llegadas en las botas de los jugadores balompédicos, más incisivos en tres cuartos y bien plantados. La más clara llegó en el minuto 10, después de un saque de esquina que nadie logró despejar y que cayó en las botas de un Pablo Olivares que disparó muy bien, pero que se topó con una manopla espectacular del meta Bellmunt.
Sin embargo, quien sí se adelantó en el marcador fueron los madrileños del barrio del Pilar cinco minutos después. Balón a la hoya perfectamente colgado desde la lejanía para que Reques, libre de marca, cabeceara a placer para el 0-1. A partir de ahí, todo cuesta arriba. La tuvo para el empate el Conquense en el 21' a la salida de un córner, en el que la pelota se quedó muerta en el área pequeña sin que nadie rematara. En el contraataque inmediato, Sergio Rodríguez vio la amarilla por frenar el ataque del rival. Amarilla que también vieron en la escuadra rival Anclares y el portero, que vaciló en exceso a cuenta de la presión del esférico para perder tiempo.
Solo con Yuya es imposible - Foto: Alfonso FernándezTras el gol, el Unión Adarve ganó entidad y demostró ser un equipo tan trabajado como marrullero –todo hay que decirlo– que mordía en la presión y que llevó la iniciativa. Enfrente, una Balompédica que basó su juego en los desplazamientos largos a la espalda de los centrales o los laterales, con infructuoso resultado. En el 44', al filo del descanso, se produjo una de esas jugadas que evidencian que el equipo no tiene la suerte consigo. Falta desde la frontal tras una excepcional conducción de Pablo Olivares desde la medular. Disparo fortísimo de Yuya que el portero no logra detener y la pelota se queda 'bailando' sobre la línea de gol. Una mera cuestión de centímetros impidió el empate.
De inicio en la segunda mitad, Titi ocupó el puesto del amonestado Sergio y el equipo arrancó con brío, monopolizando casi en exclusiva la pelota, aunque las ocasiones no terminaban de llegar. La energía blanquinegra se fue apagando, castigada por el despliegue en Copa. Por eso, Rober movió filas en un cambio de clara vocación ofensiva en el 65' para mandar un mensaje a los suyos, dando entrada a Jesús Serrano por Bema Sina.
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Solo con Yuya es imposible - Foto: Alfonso Fernández
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Surtió efecto. Al filo del 70', el mejor del partido, Yuya, dio un pase de kilates a Monterde para dejarlo solo en el área pequeña, pero un rival le cargó en exceso evitando el disparo y el árbitro señaló penalti. El nipón transformó para el 1-1 todavía con margen para el segundo. Doble cambio en el 75' para intentar la machada. Salieron Monterde y Olivares y entraron Héctor Rubio y Mendoza. La Balompédica se volcó y lo intentó, a veces con más ímpetu que cabeza. Los últimos cinco minutos ya fueron sin Antonio Fernández en el campo y sí con Mark Motilla. Siguió la ofensiva, pero fue insuficiente para hacerse con los tres puntos.