Hablar de sexo y de cine lleva inevitablemente a pensar en lo que ocurre en las escenas más íntimas de los rodajes: cómo se graban, qué directrices se siguen, quién está presente y, especialmente, qué límites y consentimiento se establecen. Por ello, con la evolución del séptimo arte ha ido tomando cada vez más relevancia la figura del coordinador de intimidad, encargada de que tanto los actores como el equipo técnico se sientan seguros y cómodos.
El rol de este trabajador, surgido en EEUU tras el movimiento Me too y la mayor concienciación sobre el consentimiento, también va asentándose en el sector audiovisual español, formando parte ya de buena parte de los equipos de rodaje, si bien persiste todavía algo de «incomprensión» y «reticencias».
Así lo cuentan Lola Clavo y Cristina Vidal, parte del colectivo de gestión de las secuencias de intimidad Cataluña Soma, asesoras del Departamento contra los abusos del audiovisual del cine catalán, profesoras de la ESCAC, y con trabajos a la espalda en series como La Mesías, Yo adicto o La última noche en Tremor.
«En general nos reciben bien, hay voluntad de que formemos parte de los rodajes, pero también hay mucha incomprensión y falta de pedagogía», afirman las coordinadoras, quienes añaden que su papel en el set para algunos aún se percibe como «una amenaza para la dirección», aunque según avanza la grabación esos miedos se difuminan.
Coinciden en que más allá del Me too de 2016 detonado por las denuncias al productor Harvey Weinstein, la figura del coordinador de intimidad ha tomado sentido en todo el mundo por la mayor concienciación feminista. «Es un cambio de pensamiento de la sociedad en cuanto a los abusos sexuales en el mundo del cine», señalan.
Clavo, que además de ejercer este papel es cineasta y docente, destaca que las secuencias íntimas se analizan junto a los actores y el equipo de dirección para incorporar las necesidades y los límites de los intérpretes.
«Nuestro papel no significa la solución total contra los abusos, pero sí que somos un agente de cambio», explica Clavo, quien también subraya la importancia de incorporar esta figura desde la lectura del guion hasta la fase de montaje de la producción audiovisual.
Establecer límites
Por su parte, Vidal, que aparte de ser coordinadora de intimidad desde hace más de tres años también es actriz, apunta que este rol suele ser muy bienvenido entre los intérpretes, aunque hay algunos que no sienten la necesidad de disponer de uno.
«Nosotras nunca imponemos nuestra forma de trabajar, estamos allí para ayudar», destaca Vidal, para quien su trabajo solo tiene sentido partiendo del respeto absoluto y basándose en la comunicación para encontrar soluciones donde los actores y actrices establezcan sus límites y su consentimiento.
En este sentido, ambas detallan que las prácticas que se siguen para crear un espacio de grabación más cómodo consisten en ralentizar el ritmo de rodaje, reducir el set para que haya las mínimas personas posibles, limitar el uso de los móviles mientras se está grabando, cuidar el lenguaje y minimizar la exposición de los cuerpos desnudos.
Coreografía
La única norma que establecen las coordinadoras de intimidad es «no improvisar», es decir, las escenas se piensan como una coreografía y se detallan los movimientos exactos para que los actores no tengan que decidir si dan o no su consentimiento «sobre la marcha».
Este tipo de escenas tienen una concepción muy amplia, pero esta figura se encarga de especificar las acciones que quiere ver el director, teniendo en cuenta los límites de los actores.
«Esto hace que el nivel de ansiedad disminuya y se pueda pensar y reflexionar sobre el consentimiento», resaltan las dos coordinadoras de intimidad.
Por otro lado, Clavo y Vidal admiten que el miedo a negarse a hacer alguna escena todavía existe, sobre todo entre las actrices más jóvenes que no son conocidas o que aún no tienen experiencia. «En un sector pequeño, precario, que funciona según las referencias y los contactos que tengas, por eso la presión se multiplica y decir que no a veces es difícil», concluye Calvo.
En cualquier caso, estas figuras, aunque cada vez estén más respetadas, seguirán peleando por ganarse la confianza de los actores.