Es el presidente de la asociación de unas de las personas a las que más recomendaciones pedimos: los libreros. En el caso de Rafael Díaz Barral admite que el amor por la lectura lo había tenido de toda la vida: «Siempre me he considerado apasionadamente curioso, de ahí ser lector». Pero llegó a ser librero de una manera un tanto inesperado. «Fue una serendipia», explica, una término que luego utilizó para poner el nombre de su librería en Ciudad Real. Trabajaba en el ámbito del libro, a medias con el Grupo Planeta y acabó conociendo a quienes serían sus socios para la librería. «Se dijo, vamos a poner en marcha una librería y dije sí, estoy de acuerdo». Un sí quiero a la lectura.
Este 2024 la Junta ha reconocido a la Asociación de Librerías con la Medalla al Mérito Cultural. ¿Lo tomáis como un reconocimiento por ser algo más que un negocio, por ser algo más que una tienda?
Es un testimonio del impacto positivo que nuestras librerías tienen en la comunidad, lo que nos motivará a seguir trabajando para ser un espacio de encuentro, aprendizaje y creatividad. Es un esfuerzo conjunto de todas las librerías de la región, de las pequeñas, las medianas, las grandes. Día a día intentamos fomentar la cultura y el amor por la lectura en todos los rincones. No solo somos un espacio de venta, un comercio al uso. Nos hemos transformado en gestores culturales.
«Las librerías nos hemos transformado en gestores culturales» - Foto: Rueda VillaverdeEn nuestros pueblos grandes o ciudades medianas hacéis una programación cultural que complementa a la de los ayuntamientos. ¿Es una tendencia que va a más? ¿Qué se puede hacer en una librería?
Todas las cosas culturales hacen cohesión social. Todo nos une. Creo que todos los libreros y libreras de la región somos muy curiosos. Nos gusta aprender, innovar y tener imaginación. La agenda cultural que nos ofrecen la gran mayoría de los ayuntamientos es fantástica, pero nos gusta hacer las propias. Es un manera de atraer al público al mundo de la lectura.
¿Qué actividades podamos hacer? De todas clases. Presentaciones de libros y firmas de autores, talleres de escritura creativa, clubes de lectura temáticos, cuentacuentos para niños, proyecciones de películas basadas en obras literarias, exposiciones de artes con asociaciones locales, talleres de ilustración y cómic, recitales poéticos, concursos de narrativa, talleres de encuadernación… Toda la cultura se relaciona con el mundo de libro y siguen surgiendo ideas.
Esa programación no la hacen las grandes plataformas online, pero sí consiguen vender muchos libros. ¿Es una amenaza para las librerías o el sector le ha sabido hacer la competencia?
Inicialmente se pudo ver como una amenaza. Todas las ventas externas fuera de las pequeñas librerías, son ventas que no se hacen en estas pequeñas librerías. Hay que tener en cuenta que el precio del libro es fijo por ley. Solo se puede hacer descuento máximo del 5 por ciento a todo el mundo. El mismo precio que vas a encontrar en las grandes plataformas, lo vas a encontrar en las pequeñas librerías, salvo en los libros de texto, que van aparte. Como el precio es el mismo, es más una competencia al concepto que puede tener la gente de que te lleven el libro a casa, pero las librerías ya hemos demostrado que tenemos esa capacidad también. Más que verlo como una amenaza, es adaptarte al entorno, hacer comunidad, de ahí que hagamos tantas actividades para que vean que no somos un mero comercio, sino que somos parte de esa comunidad.
No es fácil abrir una librería en un pueblo pequeño y somos una región con amplias zonas rurales. Es verdad que está la alternativa de la compra por internet, pero ¿cómo se podría hacer llegar una librería física a los pueblos? ¿O es un negocio complicado para que salgan las cuentas fuera de una ciudad o de una población mediana?
La idea de una librería siempre es romántica, pero cuando uno la pone, la pone con intención de ganar dinero, aunque no para hacerse rico. Sí es verdad que necesitas una cantidad mínima de lectores. Cualquier librería, por pequeña que sea, tiene ya su propia tienda online. Nosotros muchas veces llegamos a las pequeñas poblaciones haciendo actividades en los colegios rurales con lecturas y podemos llevar algunos stands cuando hay alguna celebración. Pero ¿por qué no solicitar a la comunidad autónoma un autobús-librería que pueda pasear por los pueblos de la región? Podría ser.
Tener un espacio físico directo en poblaciones muy pequeñas es complicado. No obstante, cualquier pequeño negocio, esos tan chiquititos que tienen de todo, si tuviesen una pequeña sección de librería y con la distribución que existe hoy en día, podrían adquirir prácticamente el 90 por ciento del catálogo y tenerlo en 24 horas.
Podemos decir que el libro en papel sigue con vida, pero ¿ha cambiado mucho las ventas en el sector con la llegada de los libros electrónicos?
Yo recuerdo el miedo que existía de que se iba a acabar el libro en papel. Yo pensaba en la radio y la televisión, que la radio sigue ahí. Con el libro pasa exactamente lo mismo. El de papel no va a desaparecer. Hay gente que le gusta leer en digital, gente que le gusta leer en papel. Son distintos y es una batalla en la que ya no merece la pena entrar a debatir. Tienen que coexistir. Son dos formatos distintos y que la gente disfruta de manera distinta. Que la gente pueda elegir siempre es bueno. Lo que sí me gustaría es que las pequeñas librerías tuvieran la posibilidad de vender también el catálogo digital, eso me gustaría mucho y no sé de qué forma hacerlo, pero me parece importante.
Les pasaría lo mismo con los audiolibros, que parece que están resurgiendo. ¿También les gustaría participar en sus ventas?
Igual que somos imaginativos y nos gusta crear cosas, también nos gusta vender todo lo que está relacionado con los libros. Muchas veces vendemos entradas y colaboramos con teatros o conciertos. El audiolibro está resurgiendo y me parece una idea fantástica. He estado consumiendo audiolibros porque quería poder dar una valoración de lo que era el audiolibro durante unas jornadas que realizamos. ¿Que nos gustaría participar en las ventas? Sí. Somos muy románticos, nos encanta el mundo de la literatura, pero tenemos que vender. Hay que abrir posibilidades y todas las que surjan serán siempre bienvenidas.
Tenemos la sensación de que con la pandemia resurgió el interés por la lectura. ¿Se ha mantenido o hemos vuelto a nuestra vida anterior, más alejada de los libros?
La gente lee y lee mucho. Y el que lee mucho, lee muchísimo. Con el momento de la pandemia, al no tener acceso a otras muchas cosas, la gente que amaba la lectura ya no es que comenzase a leer más, sino que empezó a acordarse de las pequeñas librerías que están en sus barrio. La gente volvió a retomar ciertos hábitos que a lo mejor durante un tiempo habían perdido y empezó a acordarse que tenían pequeños negocios maravillosos al lado de su casa, que estábamos allí encantados de recibirles, con un catálogo extenso y con nuestras recomendaciones. Supuso un incremento del mundo del libro y de la lectura y creo que a día de hoy se mantiene. Esa gente lectora sigue leyendo y sigue leyendo mucho. Y lo que más me gustó es que la gente joven, de los 13 a los 18 años comenzó a leer mucho más, relacionándolo a lo mejor con grandes plataformas de serie anime, mundo manga, un sector que pegó un repunte muy grande.
Es crucial que la lectura cale entre los más pequeños y adolescentes, inmersos en un mundo con tantas opciones estimulantes a través de las redes y los móviles. ¿Tenemos que estar preocupados?
Es una cosa que nos debe preocupar a todos. Para tener una sociedad crítica necesitas leer, aprender, aumentar tu conocimiento e imaginación. Es importante que hagamos un seguimiento a nuestra gente joven, a la siguiente generación. La mejor manera de acompañarles es con el ejemplo, pero hay que tener esa preocupación. Si queremos que nuestros jóvenes sean personas crítica, que no se dejen llevar e influenciar, necesitamos estar con ellos y que tengan una lectura sana sin privarles de la libertad de elección.
Otro fenómeno de estos tiempos es la capacidad que tenemos ya casi todos de publicar nuestro libro. ¿Hay mercado para tanto o se hacen ediciones de un número de ejemplares que entran dentro de lo asumible?
Yo sé que siempre se ha dicho que se publica muchísimo. Y es verdad. Ya desde el inicio de las imprentas y las librerías hay registros históricos donde se decía que había muchísimo en el mercado. Hoy en día no ha cambiado. Mientras que haya oferta y la gente pueda elegir, me parece fantástico. Y si la gente quiere publicar y tiene ese deseo, ¿por qué no lo va a hacer? Pero hay que entender que esas pequeñas tiradas es difícil que lleguen al gran público, como hacen las grandes editoriales. Hay muchísima gente y hay que diferenciarse ¿Cuál es el truco, cuál es la magia? No tengo ni idea, pero también tienen que tener su espacio, su huequecito.
La lista de los más vendidos parece que siempre está copada por la novela negra, romántica o histórica. ¿Es así o no somos tan predecibles?
Es verdad que hay ciertos géneros que gustan más, tanto a los castellanomanchegos como a nivel nacional, que llaman la atención. Pasa con el género negro, la novela histórica, la novela romántica y también la de desarrollo personal, que hay un sector importante de la población que le está interesando mucho. Es lo que se conoce como libros de autoayuda, pero a mí me gusta más llamarlos de desarrollo personal. Si tengo que poner la mano en el fuego por algún género, sería por la literatura infantil y juvenil. Nos preocupamos mucho por la educación de nuestros peques y cada vez más estamos intentado inculcar la lectura de los más pequeños.
¿Qué le parece venta de libros de segunda mano? ¿Las librerías estáis entrando ahí?
En España no tenemos esa concienciación del producto de segunda mano como en otros países, pero hay algunas librerías que sí lo venden. Algunas librerías venden nuevos y segunda mano también, pero tienen que tenerlo muy bien separado e identificado. Al final la reutilización de las cosas es necesaria. ¿Por qué no darle una segunda vida a un libro? Yo lo veo bien. Eso no va a quitar clientes que quieran leer una novela, poseer algún título. Son otro tipo de clientes. Hay un lector de primera mano, un lector de segunda mano, un lector que consume libros de primera y segunda mano. Umberto Eco dijo que los libros son como las medicinas, que hay que tenerlos también para cuando se necesitan. Hay gente que compra libros incluso para tenerlos por si alguna vez necesita leerlos. Yo mismo tengo una cantidad de títulos pendientes y no voy a ser capaz de bajar la pila.
Este curso la Consejería de Educación ha montado un banco de libros para reutilizar los manuales de texto. ¿Temen que les afecte económicamente a las librerías?
Todo tipo de movimiento nos afecta a las librerías. La Junta lo ha puesto este año. En un momento dado no nos llegamos a comunicar del todo bien unos y otros. Hubo unas pequeñas diferencias, pero la Junta nos tiende la mano, nos escucharon y nos apoya. Entonces cambiamos un par de puntos que creíamos necesarios para el buen funcionamiento del banco de libros y para que las librerías no fuesen muy perjudicadas económicamente. No obstante, después de esta primera vez, la Junta nos volverá a escuchar porque queremos ahora hacer mejoras. Desde las librerías vimos que la idea es necesaria. Nos reuniremos con la Junta y puliremos algunas cosillas que nos hará mejorar a todos.
¿Qué cuestiones se podrían mejorar?
Por ejemplo la forma de adquisición. A lo mejor podríamos hacerlo de manera más sencilla y más rápida, no retrasándolo tanto en el tiempo, sino haciendo una previsión a partir de marzo de qué va a ser necesario. Al final concentrar los pedidos de los libros en septiembre colapsa el mercado y da pequeñas complicaciones. Son pequeñas mejoras que seguiremos valorando e intentaremos poner en común con la Junta. Ya nos han escuchado para este curso, nos hicieron caso en un pequeño cambio que había dentro de la licitación que sacaron y que nos beneficia a las librerías.
¿Qué pediría a las administraciones para ayudar a las librerías?
En otras comunidades ponen en marcha un sistema de vales de primera lectura, por ejemplo. No es muy caro, de diez-veinte euros, para que ellos mismos vayan con sus padres a una de las librerías que se adhieran al programa a poder adquirir su primer libro de forma libre. Son iniciativas que a las librerías les viene bien, que tienen impacto económico, y también es una forma de incentivar y meter el mundo del libro a los pequeñajos.
No podía terminar sin preguntar por una recomendación de un libro…
Voy a tirar un poco a lo que yo he podido leer este último año y que me ha llamado la atención. Más que nada porque recomiendo en primera persona. Soy un amante de la literatura clásica y este año ha habido dos títulos clásicos que me han llamado muchísimo la atención, 'El retrato de Dorian Gray', de Oscar Wilde, y 'La dama de las camelias' de Alejandro Dumas hijo. Este último me impactó tanto que acabé yendo a Madrid a ver 'La traviata', la ópera de Verdi basada en esta novela. Otro título que me ha gustado muchísimo es 'Cosmética del enemigo' de Amélie Nothomb.
Por poner un cómic que me ha gustado muchísimo es 'El fantasma de la ópera' basado en la obra de Gaston Leroux. De nuevo tuve que ir a ver el musical en Madrid. Yo como librero no solo te voy a recomendar la lectura que me impactó o me gustó, te recomendaré también si puedo, si tienes que ir a ver el teatro, el musical, la película que está ambientada, que te abra más campos dentro del mundo de la cultura. Es la gran magia del libro, que es capaz de relacionar muchísimas cosas.