Del color más fulgurante se pasó al luto más absoluto tras conocerse hace unos días el fallecimiento del fotógrafo Oliviero Toscano. Tenía 82 años y una enfermedad rara e incurable llamada amiloidosis. Aunque puede que su nombre no sea tan reconocible en la actualidad, sí lo son las campañas de publicidad que hizo, sobre todo para Benetton -algunas de ellas son las que ilustran este reportaje-.
Aquellas imágenes supusieron una auténtica revolución, el artista se salió de todos los moldes con unas instantáneas rompedoras en su momento. «Para explicar ciertas cosas, las palabras simplemente no bastan. Tú nos enseñaste esto», escribió en sus redes sociales la multinacional italiana a modo de despedida.
Durante su trabajo como director creativo de la compañía en casi dos décadas (1982-2000), Toscani ideó campañas publicitarias originales y provocadoras que desafiaron las normas de la publicidad, con icónicas fotografías como las de un cura y una monja que se besaban o una mujer negra que daba el pecho a un niño blanco.
«Oliviero Toscani fue uno de los más grandes intérpretes de la fotografía contemporánea, pero también un controvertido cultivador del exceso», aseguró el ministro de Cultura, Alessandro Giuli, que lo calificó de «narrador-visionario» que «supo dar forma al lenguaje visual transformándolo en una poderosa forma de comunicación y reflexión colectiva».
Pero no fue Benetton la única firma en la que desplegó su creatividad. Esprit, Chanel, Robe di Kappa, Fiorucci, Prenatal, Jesus, Inter, Snai, Toyota, Ministerio de Trabajo, Salud, Artemide, Woolworth, entre otras, gozaron del talento del fotógrafo italiano.
Aún así, su carrera fue más allá y en 1990 creó y dirigió el diario sobre el arte Colors y en 1993 concibió y dirigió Fabrica, un centro de investigación para la creatividad en la comunicación moderna.
De 1999 a 2000, fue director creativo de la revista mensual Talk Miramax en Nueva York dirigida por Tina Brown. Toscani fue además uno de los fundadores de la Academia de Arquitectura Mendrisio, enseñó comunicación visual en varias universidades y escribió varios libros sobre comunicación.
En 2007, puso en marcha Razza Umana, un proyecto de fotografía y vídeo sobre diferentes morfologías y condiciones humanas, para representar todas las expresiones, características físicas, sociales y culturales de la humanidad.
Desde hace casi 30 años participaba en la iniciativa Nuevo Paisaje Italiano, un proyecto contra la degradación de Italia y su obra ha sido expuesta en la Bienal de Venecia, en Sao Paulo, Brasil, en la Trienal de Milán y en museos de arte moderno y contemporáneo de todo el mundo. De hecho, el famoso arquitecto Stefano Boeri, presidente de la Trienal de Milán, prestigioso evento cultural que rindió homenaje a la obra de Toscani en su 80 cumpleaños en 2022, se despedía del publicista así: «Adiós Oliviero, incansable y sarcástico creador de sorprendentes preguntas sobre el sentido de la vida».
Un destino conocido
El propio Toscani sabía desde hace meses que la enfermedad le había hecho jaque mate. El pasado agosto él mismo había dado a conocer su enfermedad en una entrevista. «Vengo de una generación, la de Bob Dylan, en que éramos siempre jóvenes y la idea de envejecer simplemente no existía. Hasta el día anterior estaba así, trabajaba como si tuviera 30 años. Entonces una mañana me desperté y de repente tenía 80 años», remarcó el artista, desde su residencia de la localidad toscana de Casale Marittimo, donde ya se le veía muy debilitado.
«He vivido demasiado y demasiado bien, estoy muy mimado. Nunca he tenido un jefe, un salario, siempre he sido libre», apuntó haciendo ya un balance de su vida.