En la residencia Alameda de la capital, el espíritu navideño no solo se siente en el belén o las luces que decoran los pasillos, sino también en los corazones de sus residentes y trabajadores. Este año, un proyecto especial ha llenado de emoción y significado la temporada: un árbol de los deseos. Está elaborado completamente de papel, que se ha convertido en el epicentro de sueños y esperanza.
La actividad, impulsada por el personal del centro, invitó a cada residente a escribir su deseo para el próximo año en una bola simbólica hecha de papel. Una vez escrito, cada bola se colgó en el árbol, que ahora luce como un testimonio de las aspiraciones de quienes todavía anhelan muchas cosas.
La directora de la residencia Alameda, Ana de León, explica que es «una actividad llevada a cabo por el equipo interdisciplinar que nos parecía diferente y muy bonita de hacer», porque es «importante para nosotros saber qué quieren ellos, si pudieran escribir, sus peticiones para el año que viene». Es una acción «muy bonita» y ha tenido un «éxito rotundo». Además de los propios residentes, Ana de León confiesa que su único deseo es que «todos los usuarios sean felices y verles sonreír cada día».
A los mayores les ha encantado la propuesta. Mariano Buendía, acompañado por su hija y nieto, incide en que su anhelo es que «tengáis todos la vida que yo he tenido, pero sin guerras», aunque es un deseo «complicado porque tenemos que mejorar como personas». Por su parte, Damián García, confía en «encontrar una novia que sea buena».
Deseos dorados - Foto: Reyes MartínezHay decenas de mensajes pegados en el árbol. Una recreación en la que también luce la petición de Carmen Cólliga, que sueña con «poder hablar y oír bien». También se puede leer la reflexión de Félix Escobar, que pide «salud para todos». Basta con mirar de arriba a abajo, desde la copa a las raíces, para comprobar que hay mucha ilusión entre toda la comunidad. Otro de los mensajes más melancólicos es la esperanza por un incremento del número de visitas de los familiares para muchos de los mayores que pasen su última etapa vital en la residencia.
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Ahora, el árbol, que inicialmente parecía un simple adorno navideño, se ha transformado en un lugar de encuentro y reflexión. Cada bola de papel representa no solo un deseo, sino también la esencia misma de quienes las escribieron: su historia, su personalidad y su visión para el futuro. Ojalá y se cumplan todos.