"Siempre nos ha gustado descubrir que el débil tiene opciones"

María Albilla (SPC)
-

'Ori' es un agente de la Ertzaintza que no pasa por su mejor momento... pero su olfato no le abandona. Cuando acusan a su sobrino de un crimen, no duda ni un momento de su inocencia y su cerebro comienza a maquinar...

"Siempre nos ha gustado descubrir que el débil tiene opciones" - Foto: E. MORENO ESQUIBEL

El escritor vasco Mikel Santiago vuelve al thriller. Tras dar descanso a la agente Nerea Arruti que tantos éxitos le ha dado con la Trilogía Illumbe, rescata a Aitor Orizaola como protagonista en su nueva novela, El hijo olvidado (Ediciones B), un héroe con su propia manera de entender la justicia que pelea por redimirse de sus errores del pasado. 

Moraleja: ¿el fin justifica los medios? Porque la investigación de Aitor Orizaola discurre un poquito más allá del margen de la ley...

Hombre... Ori es un héroe... un policía de baja que se entromete en un caso que llevan desde una comisaría que no es la suya, que además afecta a un familiar, por lo que nunca se lo darían a él...  Bueno... yo diría más bien que el olfato está por encima de todo. Es un buen poli, pero va a las bravas, sí. Es un rebelde.

Si todos los polis fueran como él, Asuntos Internos se ahogaría entre informes...

En el mundo policial hay gente más vocacional, otra menos... Siempre hay agentes que usan su tiempo libre para investigar casos para los que no tienen tiempo en su día a día porque hay otras mil prioridades. 

¿Cómo le ha influido ser presentador de un espacio de true crime como Los siete pecados capitales (EITB) a la hora de plantear la novela?

Bueno, ser presentador fue una aventura y le he hecho varios guiños en la novela. También al mundo de los periodistas y las productoras, que cada vez voy conociendo un poco mejor y da personajes interesantes.

Lo que más me ha favorecido ha sido conocer más de cerca a la gente, a los investigadores, forenses, a miembros de la científica... pero me ha gustado el punto de estar con ellos de charleta, de café, escuchando anécdotas y cómo plantean su trabajo. Muchas veces conocemos a la Policía por las películas y los programas de true crime, pero cuando convives con ellos ves que hay partes de su trabajo de mucha rutina, pero otras muchas creativas, casi casi increíbles. Son personas muy audaces con muchos recursos para resolver casos y eso fue muy buen material para la novela.

¿Cuándo usted va por la calle, va viendo sospechosos en la mirada de la gente?

Totalmente. Desde que era pequeñito además, por eso me dedico a lo que me dedico (risas).

Pero sí, me fijo en detalles que voy encadenando y que luego puedo dar a un personaje o me dan pie a imaginar una situación, una fatalidad... La calle o un aeropuerto, por ejemplo, te dan un flujo constante y aleatorio de cosas muy bueno para la creatividad. 

Aunque esta novela es totalmente independiente a la Trilogía Illumbe, hace varios guiños a los lectores que le acompañan desde entonces.

Sí, quería cerrar la trilogía y expandir el campo de batalla, dejar una temporada a Urdaibai sin asesinatos y llegar a otras zonas de Vizkaya que también conozco bien y me parecían estupendas para un thriller como Uribe Kosta, Sopelana, el intrincado interior de la provincia lleno de caminos y carreteras que conectan unas con otras como si fueran un laberinto perfecto. Bueno, también me he traído de Illumbe al personaje de Orizaola y el recuerdo de Nerea Arruti. 

Arruti está desaparecida, pero solo un poquito, ¿no?

Un poquito, sí... Quizás vuelva, no lo sé...

¿Haciendo dúo? No tendría precio...

Yo también lo pienso, pero tiene que venir la gran historia que les una. Soy parco en este tema. No me atrevo a decirte nada todavía. Pero sería un gran plan. Yo quiero cautivar al lector, pero no hacerle cautivo y crear novelas claramente seriadas. Tampoco me quiero cautivar a mí mismo en una mazmorra. He cerrado El hijo olvidado como me gustaba y bueno, si veo que los personajes encajan, es divertido seguir y la historia funciona, iré con ello.

Usa mucho la ironía, el humor y la música, porque es muy musiquero. ¿Son estas cosas un cable a tierra de la novela con la actualidad?

En esta novela hay bastantes artistas que a mí me gustan y que le dan una tonalidad muy personal. Siempre meto algo de la música que me acompaña en el proceso de la novela y en este caso me dio muy fuerte por Etta James. También hay un guiño a la batalla generacional de la música entre Ori y su hija Sara. Esto habla mucho de mi generación. A mí me sucedió lo mismo con mi padres, aunque con otras bandas. No entender la música que escuchan tus hijos es un punto caliente de la vida porque te das cuenta de que te estás haciendo mayor.

La familia es el tema sobre el que pivota esta novela. Dos tipos de familia, de hecho, muy diferentes...

En la novela, una casualidad hace que choquen dos mundos, el de una familia muy poderosa y otra más mundana, mucho más normal, y esto desata la tragedia. A mí lo que me gusta es que en esa aleatoriedad en la que todo se convierte en grave, la familia remonta con unión la situación. Esto me parece épico. Es lo que nos ha gustado siempre desde David y Goliat, descubrir que el débil de repente tiene opciones contra el fuerte, en este caso con la familia unida.

Hemos hablado de Vizcaya como escenario, pero hay un viaje también muy interesante a la Sierra de Gata (Cáceres).

Aquí tenemos que tener cuidado para no hacer spoiler... pero me parecía muy divertido que una de las piezas estuviera tan perdida. 

¿Cuánto hay de juego con el lector a la hora ir dejando señuelos para ver quién llega antes al porqué?

Sí, en esta novela el porqué lo hizo es el gran enigma y sí, ahí intento ir dosificando muy bien los datos que se van contando o evocando para que el lector tenga la posibilidad de adelantarse un poco y ser más listo que el personaje, que eso hace también que la novela sea lúdica.