Maestra de profesión

Ester González
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Rosario Doménech lleva más de 80 años forjando la historia de Tarancón y siendo una vecina involucrada en la cultura de la ciudad

Charo Doménech también disfruta pintando sus propios cuadros - Foto: EGG

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que una colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él, con las amarguras viejas blanca cera y dulce miel.

Éste es uno de los más de 380 poemas que Rosario Doménech ha recitado cada lunes desde 2013 en la radio de Tarancón. Ninguno era suyo, ya que, a pesar de ser una enamorada de la poesía, las palabras y la lírica, no se ha atrevido a competir con algunos de sus escritores favoritos como Antonio Machado o Federico García Lorca. «Bueno, algún articulo sí he escrito para una ocasión especial como el programa de fiestas o Semana Santa», reconoce.

Esta polifacética y humilde vecina enumera las distintas aventuras educativas en las que se ha embarcado, y es que su afán por saber y aprender le ha llevado a descubrir diversos mundos que nada tenían que ver con su profesión. Ella dice ser maestra, «que al final es lo mismo que profesora, pero a mí me gusta más maestra». Charo, como es conocida popularmente, es hija de Demetria Leal, conocida poetisa que nació en Brihuega (Guadalajara) en 1912. Enamorada de la Literatura empezó a escribir poemas desde niña y según cuentan, la primera fuente de inspiración la produjo su pueblo, Brihuega, el 'Jardín de la Alcarria' –comenta la protagonista– al que años más tarde le dedicaría varias de sus piezas. 

«Me gusta más que me definan con la palabra maestra que con la palabra profesora»

Finalmente, ella y su familia se asentaron en Tarancón, ciudad en la que Charo ha pasado prácticamente toda su vida y a la que llama «hogar». Aquí es donde ha escrito su historia, y así lo corroboran los numerosos alumnos que aún tienen en el recuerdo las lecciones de esta maestra.

Cuenta rodeada de libros que desde siempre ha disfrutado la literatura, y es que el ambiente en el que se crío también favoreció a esta afición. Fue por esta pasión y con el apoyo de su madre, lo que la llevó a decantarse por el Magisterio. Pero las letras no son su única afición. «Disfruto mucho con el arte», explica, «la pintura y la música también me han interesado mucho siempre». Comenzó así a dar clases a unos pocos vecinos, «había niños de varias edades y yo les enseñaba pintura y dibujo». Los padres de estos alumnos, gustosos con la joven maestra, le propusieron que montara una pequeña escuela en uno de los barrios de Tarancón para poder dar clase a los chavales. Charo, por supuesto, aceptó y «estuve allí 11 años en los que disfruté mucho. Todavía hay personas que se me acercan y me recuerdan que yo fui su maestra».

Comenzó nueva etapa cuando las Hermanas Mercedarias se interesaron por ella. La contrataron en el año 1972 y «allí estuve otros 30 años como maestra de literatura y dibujo». Volviendo la vista atrás tiene claro que «todo lo que he hecho lo he disfrutado muchísimo; he aprendido, no he viajado mucho, pero cuando he tenido que hacerlo no me ha dado miedo y he aprovechado las oportunidades que la vida me ha dado».

«Me hubiese gustado estudiar Historia del Arte, ha sido una de mis grandes pasiones»

Esta vecina, aunque no haya nacido en Tarancón, está más que integrada en esta noble ciudad: «He llegado a dar charlas sobre el Duque de Riánsares, me gusta mucho su historia». Además, es un miembro activo de la sociedad taranconera, y así lo avalan sus 40 años como parte de la Coral Malena o sus 23 años dirigiendo cursos de lectura. «A pesar de que me han gustado muchísimo estos años, he cerrado la etapa de la Coral, así que otra más de la que me he jubilado. Llevo desde su fundación en el año 1981, me ha dado tiempo a disfrutarlo de sobra», admite en tono jocoso, «pero continúo con los cursos de lectura del Centro de Mayores, este curso lo comenzaremos con El río que nos lleva, del autor José Luis Sampedro», añade.

 

Repasando su trayectoria llega la conclusión de que «si volviese a nacer volvería a escoger esta profesión». Ha tenido una vida plena en la que ha sabido disfrutar de sus aficiones y no ha parado de formarse en diferentes campos: «Me hubiese gustado formarme en Historia del Arte porque me gusta muchísimo, son dos campos preciosos». Ella continúa ambiciosa por seguir nutriendo su alma con arte y con saber. «Tengo que admitir que me gusta aprender», apunta convencida. Aún son muchos los vecinos que la mantienen en el recuerdo como aquella maestra que les enseñó a leer, que les descubrió aquel libro o que simplemente les echó la regañina en cierto momento. «Me suelen decir que soy muy seria de primeras», asegura, pero esto debe ser solo mera fachada, porque tras una conversación con ella se puede destacar el dinamismo y alegría que Charo emana por los cuatro costados. Siempre dispuesta a desarmar a cualquiera con su sonrisa.