El uso de los drones no deja de crecer, de manera que cada vez se utilizan en más ámbitos con mayores prestaciones. Filmaciones cinematográficas, control de cultivos, seguridad, transporte de carga uso militar o, simplemente, como instrumento de ocio son algunas de las funciones para las que se utiliza este vehículo aéreo no tripulado que ya se ha hecho tan familiar.
Su implantación es tal que en la provincia de Cuenca ya son 404 las autorizaciones de operadores de drones registrados en la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Se trata de un requisito indispensable para hacer volar estos aparatos con fines profesionales. Precisamente, AESA acaba de hacer balance del sector de drones del año 2023 con el registro de 94.033 operadores de Sistema Aéreo no tripulado, conocidos como UAS, un 32% más respecto a 2022.
Cuenca cerró el año pasado con 99 operadores más, una cifra inferior a la de los años precedentes ya que se registraron 128 en 2022 y 177 en 2021, según los datos aportados por AESA a La Tribuna. Castilla-La Mancha contabilizó 4.345 operadores en 2023 por lo que los 404 pilotos de drones en territorio conquenses representan algo más del nueve por ciento.
Las ventajas del trabajo con drones son enormes. No sólo permiten llegar a sitios donde antes sólo era posible mediante el alquiler de una helicóptero, una avioneta o un ultraligero, sino que también facilita mucho el trabajo, además de reducir los costes.
Lo saben muy bien el arqueólogo Santiago David Domínguez o el realizador cinematográfico Dorian Sanz. Ambos trabajan habitualmente con dronesy coinciden a la hora de señalar que suponen un antes y un después en sus profesiones.
Domínguez explica que ha usado drones en yacimientos como la Huerta de la Mora, en Huerta delMarquesado, o el cerro de los Moros, en Castillejo de Iniesta, por poner sólo dos ejemplos». «Los drones son una revolución y una herramienta básica porque antes para elaborar un plano de un yacimiento te tirabas días y ahora te los ahorras porque llevan cámaras, autocad, GPS, etc.», explica Domínguez. Este arqueólogo trabaja desde hace más de tres años con un pequeño dron que pesa menos de 250 gramos.
De la misma opinión es Dorian Sanz, con el que precisamente colabora Domínguez en el rodaje del documental El último confín, tercer capítulo sobre etnias cazadoras-recolectoras. «Ha cambiado mucho, porque antes para tomar unas imágenes tenías que alquilar un helicóptero y ahora puedes tomar las mismas imágenes con drones». No obstante, Sanz lamenta «la mala prensa» que tiene algunas veces el uso de drones porque por su uso indebido «se ha demonizado». Por eso, recuerda que hay que tener autorización y pedir permiso, ya que «respeto hacer las cosas bien».