Hablando con compañeros ya con unos cuantos años, muchos, de experiencia como periodistas dedicados a la crónica política y parlamentaria, comprobé hasta qué punto había coincidencia a la hora de señalar que todos podríamos escribir las crónicas finales de las comisiones de investigación para las que las fuerzas políticas ya están cargando baterías.
A lo largo de la democracia se han constituido muchas comisiones. De todas se sacan datos desconocidos, matices y declaraciones que si bien deberían contribuir a encontrar la verdad hasta donde sea posible, se han convertido en juicios sumarísimos de manera que según sea la mayoría de la comisión en cuestión y quien el compareciente, la sentencia está dictada de antemano. Salvo sorpresa mayúscula esto ocurrirá tanto en el Congreso, cuya mayoría en la comisión es la que sostiene al Gobierno y lo mismo ocurrirá en el Senado con mayoría absoluta del PP.
El contexto político en el que se van a celebrar es de máximo enfrentamiento entre los dos grandes partidos que a la hora de escribir esta crónica se están mirando de reojo para ver cuáles son las citaciones de cada cual y no hay que descartar que además de convertirse en juicios sumarísimos, las comisiones previstas sean las comisiones de la ira, de la fiereza. Es decir, algo lamentable.
Ya es tarde pero que bueno hubiera sido para nuestra democracia que los dos grandes partidos se hubieran conjurado para buscar la verdad y solo la verdad y la verdad está reñida con el sectarismo, con los juicios apriorísticos, con la falta de transparencia y en muchísimos casos con el destrozo más absoluto de la presunción de inocencia, derecho que asiste tanto al famoso Koldo como a Isabel Díaz Ayuso cuyo pecado, hasta ahora demostrado, es que se equivocó al defender a su novio revestida de institución.
El PSOE ve una maniobra casi siniestra en la comisión del Senado solo porque el PP tiene mayoría, como si fuera algo ilegítimo el tenerla y hacerla valer allí donde está. Los socialistas no se pueden escandalizar porque su mayoría en el Congreso ha demostrado ser una auténtica apisonadora. Legítima, por supuesto, pero implacable que han utilizado no solo para averiguar lo ocurrido en el caso Koldo que es el que, de verdad, está encima de la mesa. Con la confianza de pillar al PP en irregularidades y corrupciones la amplían a todas las comunidades que es la mejor manera de no aclarar nada. Demasiadas carpetas para una sola comisión.
Afirmar que vienen semanas convulsas es ridículo, porque si por algo se caracterizan estos meses de legislatura es precisamente por la ausencia de convulsiones que tanto cansan, que tanto aburren, que tanta distancia genera de la política y de los políticos.
No detesto ni infravaloro las comisiones de investigación pero creo que aún siendo necesarias, es más urgente que nuestros responsables políticos se retiraran por un tiempo al rincón de pensar de manera que las crónicas finales no estén escritas de antemano con escaso margen de error. Ojalá nos sorprendan para bien...