«Tengo una relación muy curiosa y profunda con Cuenca»

J.L.E.
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El conocido humorista fue el encargado de pronunciar el pregón de la Feria y Fiestas de San Julián en un acto en el que dejó patente su genial sentido del humor

«Tengo una relación muy curiosa y profunda con Cuenca»

Si hay un dúo cómico que lleva varias décadas haciendo  reír el público con su peculiar humor es Faemino y Cansado. Precisamente, el 50 por ciento de esta dupla, Javier Cansado, fue el encargado de pronunciar el pregón con motivo de la Feria y Fiestas de San Julián en un acto en el que dejó patente su genial sentido del humor. Antes de 'enfrentarse' al público conquense, Ángel Javier Pozuelo Gómez –verdadero nombre de Javier Cansado– explicó a La Tribuna cómo afronta el primer pregón de su vida y su vinculación con Cuenca.

¿Había imaginado alguna vez que iba a ser pregonero en Cuenca?

No solo no me imaginaba ser pregonero en Cuenca, tampoco en ningún sitio. No he hecho ningún pregón jamás. Desde luego que impresiona y me asombra que pensaran en mí. Es un honor y es fascinante. Jamás pensé que iba a dar un pregón y ya solo me falta subir en globo para cumplir mi carrera artística... 

En Cuenca también hay globo...

[Risas] Sí. Si es que estoy muy implicado en la sociedad conquense. 

¿Cómo surge este ofrecimiento?

Me llamaron a mi casa. «Hola, soy Darío Dolz, el alcalde de Cuenca...» Algo me había olido porque varios amigos comunes me habían dicho algo. Me preguntó si quería hacer el pregón y ni lo pensé. Es verdad que luego, cuando colgué el teléfono pensé en qué lío me he metido. Acepté inmediatamente y me parece algo muy halagador. Cuenca es una ciudad que adoro y... ¡vaya manera de entrar por la puerta grande de la ciudad!

¿Le asusta más un pregón que cualquiera de los miles de sketches que ha protagonizado con su inseparable Faemino?

La diferencia es estratosférica. Cuando actúo en televisión, los podcats de radio o los papeles en cine estoy absolutamente relajado.Ahora estoy acabando de escribir el pregón y cada vez que lo pienso, de verdad que me palpita el corazón. Tengo 40 años de carrera y cómo puede ser. Me pone nervioso. Es una responsabilidad porque el pregón es una cosa ambivalente. Es una cuestión emotiva,  tengo que contar cosas que apelen a la emoción, pero a la vez yo soy cómico. Pero creo que me está quedando bien, me está gustando. Volviendo a la pregunta, me asusta mucho más el pregón que hacer otra cosa.

¿Se fijó en otros pregones o es cien por cien con el 'sello Javier Cansado'?
[Risas] Va a haber un antes y un después, no sé si para bien o para mal. Espero que para bien... Pero sí, he visto algunos porque quería ver el tono, la duración, etc. Como no tengo experiencia no sé como afrontarlo. Así que he visto cosas y la verdad es que como el pregón suele ser al final de un montón de entrega de premios, digamos que la audiencia está un poco cansada.Así que creo que tengo que empezar a tope, que espabile a los presentes y luego ser más sensato.

¿Qué es lo imprescindible y no puede faltar en el pregón?
Siempre lo cuento. El pregón, formalmente, se parece a un obituario.  En un obituario no hablas del fallecido, hablas de ti y tangentemente del fallecido. Pues yo voy a hablar de mí y un poquito de Cuenca. Claro, no faltarán las bromas más concretas de la ciudad y que solo van a entender los conquenses, que vayan su conocimiento y emoción.

¿Se puede hacer chistes sin aludir a los tópicos?
En el pregón hablo de cosas de Cuenca que son muy reconocibles en las que creo que nadie ha puesto el fofo ahí. Al menos eso creo. Por lo menos, en los pregones que he visto por You Tube, nadie se ha fijado en las mismas cosas que yo, quizá por mi punto de vista de comediante. Voy a intentar sacar gracia a cosas habituales, que ocurren y pueden pasar un poco desapercibidas para sacarles un poco la punta, pero siempre con un respeto básico y el amor incondicional que le tengo a la ciudad.

¿Qué le une a Cuenca?
Tengo unas raíces muy profundas, aparte de profesionales. Tengo raíces familiares, emocionales, vivencias, etc. Además, a mi mujer y a mis hijos les encanta la ciudad. He ido haciendo proselitismo de Cuenca. Mi relación con Cuenca viene de lejos y estoy imbuyendo a mi familia de ese cariño.  Sin desvelar nada, diré que tengo una relación muy profunda y curiosa con la ciudad que es de años.

¿Si le digo que le falta humor al conquense está de acuerdo?

No... La gente es un poco seria pero no falta humor y la gente se ríe. Faemino y yo actuamos hace diez años en el Teatro Auditorio y recuerdo que fue rock and roll, con la gente absolutamente entregada desde el principio. Digamos que no hay mucha comedia general en Cuenca, aparte de José Luis Coll y Mari Carmen y sus muñecos, pero sí que les gusta el humor de una manera loca.

Este pregón puede servir para propiciar el arreglo de todo tipo  de conflictos, ¿no?

Creo que nos va a hacer mejores. Vamos a salir mejores todos del pregón. El pregonero y los oyentes vamos a salir mejores. 

Como humorista siempre ha dicho lo que ha querido. ¿Cómo lleva que se pongan tantas barreras al humor?
Las barreras a cualquier cosa siempre son una rémora. En mi caso no me afectan tanto porque de hecho me jacto que tanto yo como con Faemino que un sketch de hace treinta años tiene tanta vigencia hoy en día como entonces porque de lo que hablas no son cosas ligadas a la actualidad, sino más genéricas. Personalmente, no tengo límites porque hago lo que quiero y siempre he hecho, y ahora que somos viejos pues... ¡Estaría bueno! Creo que el límite del humor es el Código Penal. El problema es que digas algo y te puedan denunciar y te multen.

 ¿De esos sketches a lo largo de más de treinta años de carrera hay alguno que no pasaría el corte con los criterios actuales?
No, desde el punto de vista ideológico, no. Hay sketches que son malos realmente, que no es que me avergüence porque era un muchachito que estaba empezando, pero es que son malos. Ideológicamente no hay ninguno que hoy en día no se pudiera hacer. Todo lo que he hecho yo y con Faemino pasaría el corte. No hay nada que atente contra los valores ni que nos pueda hacer mella.

¿Cree que los cómicos tienen menos libertad para el humor?
Es una buena pregunta. Como depende tanto de uno lo que ocurra, porque si no te sientes  libre, qué decir. No te sientes libre, punto. Pero, por otra parte hay libertad para decir lo que quieras, lo que pasa es que tienes que asumir lo que has dicho. Si se utiliza el nombre propio tendrás que asumir las consecuencias. Hay una libertad, no diré total y vuelvo al Código Penal, y otra cosa es que digas algo y haya un colectivo que se ofenda. La libertad es como tú lo asumas. 

¿Desde que empezó con Faemino y llegaron a ser 'El orgullo del tercer mundo'  en qué cree que ha cambiado o evolucionado más personalmente?

En lo que más he cambiado y es una obviedad  es que soy más viejo. La vida es así y de hecho ya tenía que estar retirado [risas]... Lo que pasa es que me gusta tanto la profesión que estiro y estiro. Desde hace un tiempo a esta parte, en los últimos 10 años digamos,  no  desdeñamos nada. Cualquier idea que tenemos no decimos 'vamos a sopesarla porque a lo mejor por aquí alguien se va a sentir algo molesto. En ese sentido somos libérrimos, hemos mejorado actoralmente. Somos más capaces de hacer más cosas, más personajes o más situaciones, pero claro, eso es la profesión. Cualquier persona que esté tanto tiempo tiene que mejorar porque es ley de vida. 

¿Una vez que concluya el pregón de las fiestas con qué se quedaría más satisfecho?

Lo que más satisfacción me daría es que gustara mucho y que a partir de ese momento cuando me vieran en un restaurante o tomando un café, me invitaran. Me parecería maravilloso... [risas]. Eso sí, después de aplaudirme y de pasárselo bien. Eso, lo primero.