Existen, por suerte, disciplinas con las que empiezas aprendiendo y las tienes como un pasatiempo más que vas perfeccionando con el paso del tiempo y quedan ahí relegadas a un segundo plano, pero, sin embargo, existen otras a las que con el tiempo vas introduciendo en tu vida y las conviertes en tu trabajo, y no solo eso, también en tu pasión.
Eso es lo que suele pasarle a los músicos, aquellos que comienzan su etapa de aprendizaje muy jóvenes y que van descubriendo con el paso de los años que los tempos suenan al compás de sus latidos.
Pablo Navarro es el claro ejemplo de que esta sensación es real y que la música, en este caso, la percusión, puede introducirse tanto en uno mismo, que te hace pasear con orgullo y ambición por las mejores salas del país y del continente. «Realicé mis estudios en Madrid y en Barcelona, aunque cursé un año en Alemania, porque para los músicos siempre es bueno salir de España para ver la tradición que hay fuera de nuestras fronteras».
Pablo Navarro inició hace unos meses el máster en percusión y timbales en la localidad neerlandesa de Maastricht. - Foto: P.N.Navarro es percusionista desde los ocho años, cuando comenzó a formarse en la Banda de Música de Tarancón y, desde entonces, no ha parado de crecer y formarse en percusión, en timbales y en su crecimiento personal hasta llegar a lo que todo percusionista puede soñar: ser parte del selecto grupo que recibirá clases en una de las más grandes plazas de Europa, como es el Conservatorium de Maastricht, en Países Bajos, bajo la tutela de uno de los timbaleros de mayor renombre, como es Raymond Curfs. «Yo estaba cómodo con mi vida en España, ya me había hecho un hueco en orquestas relevantes del panorama nacional, pero me vi en una situación en la que si no intentaba dar el salto, tal vez no podría volver a darlo, además de que tenía el apoyo de un referente como Curfs, así que decidí embarcarme en esta aventura, porque no quería arrepentirme en unos años de no haberlo intentado», señala.
No obstante, por muy buenas recomendaciones que tuviese, el proceso para ser admitido en lugares de esa envergadura no es suficiente con ser ahijado de. Hay que demostrar que vales y superar varias pruebas. «El proceso consta de mandar un vídeo de preselección tocando obras que ellos te indican y después, entre los doce candidatos, hacen una criba y seleccionan a los más destacados, y posteriormente hay una ronda final, donde personalmente me fue bastante bien y creo que esa fue la clave de mi admisión», subraya Navarro.
Orgullo y ambición
El máster consta de dos años y está enfocado en el perfeccionamiento de percusión en el perfil orquestal, y no solo contará con la formación de Curfs, sino también aprenderá de otros dos grandes percusionistas en auge, como son Mark Haeldermans y Vincent Cox. «Las clases constan de perfeccionar ámbitos como la percusión solista o multipercusión con varios instrumentos, aunque también te instruyen en otros ámbitos como la preparación mental, que son vitales en la preparación de todo músico, explica Navarro.
Otra de las cosas que cualquier estudiante teme al tomar rumbo a otros lugares es la acogida y adaptación a estos nuevos lugares, aunque Pablo Navarro considera «tranquila y acogedora» la ciudad de Maastricht, a la que en algunos ámbitos compara incluso con Cuenca, por su belleza y tranquilidad, y además cuenta con un factor primordial a la hora de relacionarse. «Por suerte, España es el país que más personas aporta al conservatorio, gracias al boom de músicos con grandes cualidades que hay desde hace varios años, esto ha hecho que se haya formado una colonia española, donde me siento arropado en todo momento», apunta.
Aunque todo esto se afronta bajo un factor determinante, que engloba todo y por el que se intenta luchar por cualquier objetivo: la música. Para un músico esto es parte de su persona, de su vida, y para Navarro no es menos. «La música es mi alegría, mi pasión y te das cuenta cuando pasas tantas horas estudiando en solitario, y lo expresas cuando tocas con gente y sientes esa energía especial. Si no fuese por la música, yo no estaría aquí».
Y eso es lo que seguirá haciendo. Hablar con los tambores, sintiendo cada golpe y haciéndolo sonar con armonía y dejando hablar a las baquetas, sus grandes amigas.