Una vida dedicada siempre a los demás

Manu Reina
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Encarnación Pérez es una de las primeras trabajadoras sociales de Cuenca y tiene a sus espaldas una dilatada carrera llena de logros

Una vida dedicada siempre a los demás - Foto: Manu Reina

Las inquietudes siempre han rondado por la cabeza de Encarnación Pérez. El afán por no parar nunca de formarse y las ganas de emprender ambiciosos retos y proyectos siempre han marcado la vida de esta conquense, que es una de las primeras trabajadoras sociales de esta tierra y cuya trayectoria profesional es admirable. Ella se define como una más, pero su trabajo y logros avalan una carrera memorable. «A lo largo de la vida he tenido mucha suerte y un regalo de Dios de poder llevar a cabo mis inquietudes», expresa.

Encarnación Pérez, que recibirá esta tarde un más que merecido reconocimiento de manos del Consejo Municipal de Mayores por su compromiso y labor social, reconoce que le supone «una gran sorpresa» y lo agradece «mucho». «Me ha desconcertado porque era impensable», añade. 

Esta ilustre conquense ejerció durante 44 años como coordinadora de trabajo social de la Diputación. «Fue un privilegio el tener la oportunidad de crear el puesto de asistente social en la institución con proyección provincial», recalca. Y es que su profesión siempre le ha llenado «mucho». También asumió labores de trabajadora social en el Centro Social San Pedro durante doce años, después de promover este centro con una asociación.

Uno de los logros que más le llena se remonta al siglo pasado, cuando consiguió instaurar las consultas psiquiátricas en la capital para que cada mes vinieran varios psiquiátras desde Ciempozuelos. Este progreso en la ciudad sucede tras un arduo trabajo de Encarnación en centro de salud mental del municipio madrileño. El punto de inflexión para avanzar en Cuenca parte de sus propias investigaciones y diagnósticos, «y ante la necesidad de tratar a las personas de aquí por distintas razones y enfermedades». Incluso trabaja en la puesta en marcha del Servicio de Ayuda a Domicilio en la provincia, «porque había muchos mayores que se quedan solos en los pueblos y necesitan ayuda». También ayudó a traer el Colegio de Trabajo Social a Cuenca.

Ella, que se formó primero como Maestra de Primera Enseñanza, encontró su verdadera vocación como trabajadora social, aunque nunca dejó de compartir sus conocimientos con los alumnos. De hecho, esta conquense ejerció durante dos décadas como profesora en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Castilla-La Mancha en el campus de Cuenca. «Siempre me ha gustado poder enseñar todo lo que yo he aprendido en mi vida», explica. 

Docencia. Encarnación Pérez defiende y cree «en la aventura de aprender siempre a lo largo de la vida a todos los niveles», porque esta filosofía «nos mantiene con otras inquietudes, horizontes y tenemos un envejecimiento activo y positivo». Ella ha pasado muchas horas en aulas para impartir charlas, participar en conferencias o seminarios e inculcar a los estudiantes sus mismas inquietudes.

Concienciada de ayudar siempre a los demás, cuenta que planteó al entonces vicerrector del Campus de Cuenca la propuesta de iniciar en Cuenca la Universidad de Mayores en 2002. La idea fue tan buena que apenas unos meses después comenzó el primer curso. Encarnación Pérez asumió las riendas de la coordinación del centro durante seis cursos y ejerció como profesora en doce periodos académicos. Tan solo basta con ver la evolución de esta institución por la que han pasado más de dos décadas y funciona a pleno rendimiento. Son centenares de personas las que se inscriben cada curso. 

Actualmente, y a sus 75 años, tiene decidido que no piensa parar nunca mientras pueda. Desde hace ocho años, ejerce como representante de Manos Unidas con el fin de «ayudar a los demás» en todo el planeta. Ella, que ha recorrido decenas de países desfavorecidos, defiende siempre «la dignidad de las personas» y el hecho de «ser beneficiario de unos derechos universales que todos debemos defender», sentencia.