El Banco de Cuenca (y II)

Antonio Rodríguez Saiz
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El Banco de Cuenca (y II)

El Banco Español de Crédito inauguró la sucursal de Cuenca el día 10 de enero de 1927 en la calle Mariano Catalina 37. Era un gran banco de un capital social de 50 millones y alrededor de 160 sucursales en España y Marruecos. La plantilla de la sucursal, al principio, era de 19 empleados, dos eran mujeres que hacían el trabajo de mecanógrafas, algo infrecuente entonces.

Es oportuno mencionar que el Banco de España que había iniciado sus operaciones en la capital en mayo de 1887, después de dos sedes anteriores, abrió sus definitivas oficinas el 13 de octubre de 1925, aunque inaugurado el día anterior, en Cl. del Parque de San Julián 19, en un espléndido edificio de su propiedad, hasta su cierre a final del año 2002. Tiempo después se habilitó para delegación de Economía y Hacienda y Gerencia de Catastro, que continua.

El Banco de Cuenca era, en principio, un bien para posibilitar la mejora del comercio e industria, proporcionar apoyo y asistencia a los agricultores evitando en lo posible la usura y muy importante sirviendo de apoyo, protección e impulso al pequeño ahorrador de la necesitada provincia que contaba entonces con 284.628 habitantes, incluidos los de la capital que eran 12.816. La capital tenía pendientes obras necesarias que se iban retrasando: construcción de la Plaza del Mercado, canalización del río Huécar, alcantarillado general, terminación del Parque de Canalejas (Parque de San Julián desde 1943), asfaltado de Carretería y algunas más de importancia notoria.

El Banco de Cuenca (y II)El Banco de Cuenca (y II)

No tuvo que transcurrir mucho tiempo para que comenzasen los problemas, como señalaba en carta publicada en El Liberal (27-10-1.920), Federico Viejobueno Bailet, propietario de una acreditada imprenta y encuadernación, donde se editaban varios periódicos locales. Quería dejar constancia que nada tenía que ver con la campaña «que se hace contra la Entidad Banco de Cuenca , por el semanario La Clase Media, soy ajeno en absoluto». Este semanario tuvo una duración fugaz y breve.

Por añadidura el 9 de diciembre del mismo año comparece ante notario el presidente José Cobo en representación del Banco de Cuenca para conceder poder general y especial a favor del procurador Luis Pinós Fuero para actuar por la campaña que en prensa hicieron dos ex empleados para desacreditar la entidad.

Uno de los mayores problemas financieros y de imagen que tuvo el Banco de Cuenca fue la deuda contraída por Emilio Moya Sánchez, gran impulsor para la creación de la entidad, como se ha indicado al principio, al no abonar el importe de una letra que cuando le fue presentada al cobro no hizo efectivo el importe ni tampoco dentro del plazo. El juez de Primera Instancia firmó un mandamiento ( 24-2-1931) para que el alguacil, en presencia del secretario fuese al domicilio del deudor para requerir el pago de 719.500 pesetas, más 48 pesetas del protesto y 50.000 pesetas de intereses legales y en caso que no fuese abonadas las cantidades (como así fue) se procediese al embargo y depósito de sus bienes en cantidad suficiente para cubrir la deuda designando un depositario administrador de los bienes embargado.

Todo este importante asunto para el buen desarrollo de la entidad permaneció vigente varios años, después paralizado por la guerra civil y reanudado después. En el Boletín Oficial de la Provincia de Cuenca (23-3-1930) se anunciaba el acuerdo del Consejo de Administración del Banco convocando Junta General extraordinaria el próximo día 3 de julio, a las cinco de la tarde en el domicilio social «con objeto de tratar la disolución de la Sociedad»·. El anuncio estaba fechado el 18 de junio de 1930 y firmado por el secretario del Consejo, Pedro M. Moya.
 En definitiva, un triste final de aquello que pudo ser bueno para la capital y provincia de Cuenca y no fue.