Sabores mateos

Lucía Álvaro
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Las peñas son esos espacios donde se reúnen la familia de sangre y la familia que uno elige para compartir recuerdos y manjares

Sabores mateos - Foto: Reyes Martínez

Ya en época de la República romana Marco Tulio Cicerón sabía que lo importante de un banquete no son los manjares ni la cantidad de comida que hay sobre la mesa, sino las personas que se reúnen alrededor de esta. Hay casi tantos sabores de San Mateo como personas que lo han vivido, pero si algo tienen en común todos ellos es que nos transportan al hogar y que la calidez y el reencuentro son el regusto que queda en boca. Las peñas son, por supuesto, esos espacios, o más bien pretextos, donde se reúnen año a año la familia de sangre junto a la familia que uno elige para compartir recuerdos y manjares. Lejos de las comodidades y las formalidades de los restaurantes y del día a día, un rinconcito en el suelo con esos platos que llamamos «de batalla», porque sirven literalmente para alimentar a un regimiento, se convierten en un restaurante digno de estrella michelín. 

Maribel Gil, de la peña Patrimonio cuenta como «el momento de preparar la comida, que es algo que se está perdiendo en muchas peñas, es un momento de hermandad muy especial». Algo similar sucede en El Burladero donde Noelia Martínez cuenta que estar con las manos en la masa «nos sirve para recordar a aquellos que fundaron nuestra peña, que en algunos casos ya no están con nosotros». La caldereta, el chorizo y la morcilla, el jamón y el queso, la paella y, por supuesto, las gachas son algunos de los platos que se cuelan en los menús de la mayoría de peñas mateas. Tanto es así que esas gachas han acabado por ser un manjar de concurso en el que los del Burladero son expertos como vigentes campeones hasta que se celebre una nueva edición este 2024. 

Noelia Martínez comenta como «es muy emocionante seguir participando todos con la misma ilusión y las mismas ganas después de tantos años. Allí nos implicamos todos, rememoramos viejos tiempos y si encima nos llevamos premio como el año pasado, pues… piel de gallina». 

En Patrimonio las gachas también marcan tradición, aunque por su parte la competencia es interna, «los chicos preparan una sartén y las chicas otra el día 21 y se genera esa competitividad sana por ver cuál está más buena… hacemos hasta una especie de jurado que dice cuál está más buena y en la sartén ganadora se forma la cola más larga». 

Los sabores tienen la capacidad de aferrar recuerdos para siempre al corazón y es a través de esos sabores como las peñas logran que los más pequeños creen esos vínculos con sus colores. Noelia comenta como «en nuestra peña somos conscientes de que los más pequeños quieren ser protagonistas esos días y participar en todo lo que puedan, así que les dejamos que nos ayuden en todo lo posible, especialmente el día 21. El estar todos juntos en la cocina no solo crea armonía, sino que hace cantera para el futuro de la peña». 

No solo del futuro se valen las peñas, porque son muchos los afectados por alergias, dietas por motivos éticos e intolerancias a los que esos días les dejan un sabor amargo al convertirse comer en una auténtica odisea. Maribel comenta que en la peña Patrimonio son especialmente sensibles a las dietas especiales y cuentan con opciones aptas para celíacos, alérgicos e intolerantes a diversos alimentos e incluso para vegetarianos y veganos. «Yo estoy especialmente sensibilizada con estas cuestiones porque soy celíaca y ponemos mucho cuidado evitando la contaminación cruzada con una preparación y embalaje estrictos», afirma Gil. Para la responsable de la peña Patrimonio «ofrecer detalles como los menús adaptados a las necesidades de los peñistas es lo que hace que una peña dure 25 años, como es nuestro caso».