¿Qué tienes para esta tarde?

Manu Reina
-

Las familias tiran de agenda y hacen malabares para cuadrar todos los horarios de las clases y actividades extraescolares de sus hijos

¿Qué tienes para esta tarde? - Foto: Reyes Martínez

El mes de septiembre es sinónimo de regreso a la rutina. El inicio del nuevo curso académico trae consigo también el comienzo de un sinfín de actividades extraescolares, con todas las clases particulares y actividades físicas habidas y por haber durante prácticamente todas las tardes de los días laborales. Enlazar una tras otra supone un auténtico quebradero de cabeza para las familias a la hora de cuadrar los horarios con el cuidado de sus hijos, especialmente de los más pequeños, porque obliga tanto a llevarles de la mano y acompañarles hasta la puerta, como estar en la misma una vez han concluido, que puede ser una, dos o tres horas después.

Elisa Berlanga hace encaje de bolillos para que sus pequeños, Hugo y David, puedan disfrutar de lo que más les gusta. Pero ello conlleva tirar de agenda. No queda otra. Esta madre incide en que «es muy importante tener una gran coordinación y organización para que puedan asistir a todas las clases y actividades». Pero es también un esfuerzo «necesario, porque no pueden estar todas las tardes en casa sin hacer nada». De hecho, esta madre asegura que «les pido que hagan un deporte, independientemente de cuál sea, porque considero que debe ser elección de cada uno, pero sí que tienen que moverse». Al fin y al cabo, las actividades extraescolares son «fundamentales», tanto para que «adquieran o refuercen ciertos conocimientos como para que se mantengan activos». 

Esta familia no lo tiene nada fácil, pero siempre salen adelante cada semana. No hay milagros y sí mucho sacrificio. David, con 11 años de edad, acude todos los lunes a inglés, de 17 a 19 horas. Sabe que los jueves tiene escuela de porteros, de 16 a 18,30 horas, y que el viernes vuelve a repetir, de 16 a 17 o de 17 a 18 horas. Además, el pequeño de la casa juega al fútbol en las escuelas municipales, por lo que también tiene marcado en rojo los martes, de 16,30 a 18 horas, y los miércoles y viernes, de 18 a 19 horas. 

Cuando solo hay un hijo en el seno de una familia todo es más sencillo, pero la situación se enreda cuando hay un segundo que tiene también un largo etcétera de quehaceres. Si hay incluso más, el crucigrama empieza a ser solo apto para magos. Y es que Hugo, de 14 años, empieza sus actividades extraescolares en el propio IES San José, su instituto. Ya que se queda de 14,30 a 15,30 horas cada lunes para reforzar su nivel de inglés. No es el único idioma que estudia, porque los lunes y miércoles, de 17 a 19 horas, toca alemán. Este joven, con altas capacidades, acude todos los jueves de 18 a 19 horas a participar con un grupo de jóvenes para adquirir habilidades motivacionales con otros niños como él. Pero ahí no queda la cosa. Hugo se enfunda el traje de baño todos los días, de lunes a viernes, para acudir a natación, de 19 a 21 horas, aunque en los próximos días comenzará con el horario de 20 a 22 horas. 

Los pequeños están encantados. David reconoce que le gusta «mucho» detener balones en portería con sus amigos «porque es un deporte que me entretiene», aunque lleva peor hincar los codos con el idioma de Shakespeare. No obstante, lo importante es que «no me aburro ninguna tarde», pero recalca que «no voy a hacer más cosas porque ya tengo suficiente». Por su parte, Hugo se manifiesta en la misma línea. Aprende alemán porque quiere estudiar el día de mañana una carrera de ciencias y es consciente de que este idioma le puede abrir muchas puertas. Cuando la hoja de ruta está clara, toca mirar qué posibilidades hay y cómo se puede hacer para compaginar todo. Elisa y su marido trabajan por las tardes y la conciliación se complica, aunque ahora pueden salir adelante «porque ellos mismos se desplazan», pero «cuando acaban estamos nosotros para recogerles, especialmente a las diez de la noche cuando Hugo sale de natación». 

Entre clase y clase, siempre hay horas muertas. Ese es otro problema. Pero esta familia tiene la bendita bendición de que sus abuelos juegan un papel fundamental, ya que «siempre se van a casa de sus abuelos para pasar la tarde, mientras nosotros acabamos de la jornada laboral». También «les acompañan si es necesario», apunta. Elisa detalla que «sería muy difícil compaginar todo si no fuera por los abuelos, especialmente hace años cuando nuestros hijos eran todavía más pequeños». 
Esta es la realidad de muchas familias conquenses para cuadrar todas las tardes, y muchas tienen aún más problemas porque tienen más hijos, sus trabajos no les permiten conciliar o no cuentan con la ayuda de los abuelos. Sin olvidar que la actividad continúa muchos fines de semana con las competiciones.