La carrera profesional de Ana Valladolid Lucas, gerente de Autolíneas Rubiocar, está llena de kilómetros. Son los que cada año recorren los autobuses de una compañía que es 'embajadora' de la provincia. La empresa mantiene su centro de operaciones en Villares del Saz, pequeño municipio desde el que se ha expandido hasta ser una de las compañías más relevantes del sector del transporte de viajeros por carretera. El buen trabajo tiene recompensa y el miércoles, en Toledo, recibe el premio de la Confederación Regional de Empresarios de Castilla-La Mancha (Cecam) por su gran labor.
¿Qué significa este premio que le otorga Cecam?
Nos hace mucha ilusión. La verdad es que nunca te esperas estas cosas porque somos una empresa de origen humilde, que la hemos creado a base de mucho trabajo. Además, estamos en una zona en la que desde nuestro pequeño pueblo dirigimos toda la empresa y parece que nadie se fija en nuestro trabajo. Así que estoy doblemente ilusionada porque alguien nos reconozca la labor que hacemos, y más en esta época en la que parece que los empresarios estamos casi perseguidos.
¿A qué se refiere, en concreto, cuando dice «perseguidos»? Presión fiscal, normativas…
Es que hoy en día ser empresario es una profesión de riesgo porque hay problemas a todos los niveles. Parece que tener una empresa significa que es ir a la guerra. A eso me refería con lo de estar perseguidos. Somos casi como una especie en vías de extinción.
Al menos, este premio de Cecam, unido a otros que avalan su trayectoria, sirve de estímulo, ¿no?
Claro que sí. Siempre es un estímulo. Fuimos Mejor Empresa de Autocares en 2019, reconocidos por el sector, y también tenemos otro como de pyme digital, con el proyecto del transporte sensible a la demanda, o el de Mujer Empresaria. Pero este Premio Cecam es 'top'.
Trabaja en un sector que es mayoritariamente de hombres. ¿Nota que algo está cambiando y que las mujeres ocupan más cargos de responsabilidad?
El mundo del transporte es un mundo de hombres. Llevo muchos años, desde que tenía apenas 20 años, y prácticamente estaba yo sola, tanto entre mis colegas de profesión como a nivel de conductores, porque entonces no había conductoras. Ahora está cambiando. Por mi parte, doy todo el apoyo del mundo para que cada vez haya más mujeres conductoras y en el sector. Está cambiando en toda España y en todo el mundo, pero desde mi zona aporto mi granito de arena y me encanta que haya mujeres valientes que hagan trabajos que históricamente eran de hombres.
Están ubicados en una zona rural, concretamente en Villares del Saz. ¿Son el ejemplo de que desde un pequeño pueblo se pueden conseguir grandes cosas?
Efectivamente. Tenemos una presencia importante en Madrid y fuimos Empresa del Año 2019, algo reconocido por todas las empresas de transporte de viajeros de España. Desde un pequeño pueblo hemos sido capaces de expandirnos y de ganar en visibilidad. Es algo que llevamos haciendo hace mucho tiempo, pero hoy en día, con las nuevas tecnologías, todo es más fácil. Tenemos personas en las diferentes bases, pero toda la gerencia y la central está en Villares y seguirá siendo así siempre que podamos, al menos mientras tengamos personal en administración, que cada vez es más difícil porque hay menos gentes en los pueblos y en los de alrededor.
Cuando entró en la empresa, disponía de una flota de cinco vehículos. ¿De cuántos disponen en la actualidad?
Hay en torno a 200 vehículos repartidos por Castilla-La Mancha y por Madrid, y unos 220 trabajadores en función de la temporada. Es verdad que hay mucho vehículo tipo microbús porque la zona de la Serranía y la zona en la que nos ubicamos en la central hay tan poca gente que este tipo de vehículo pequeño es necesario y se adapta a las necesidades de población.
Con las responsabilidades que tiene, imagino que hay muchas cosas que le quitan el sueño. ¿Son largos los días?
Pues sí. Hay mucha responsabilidad. En primer lugar, porque tenemos muchos trabajadores y se necesita mucha mano de obra para poder llevar los autocares. En algunas ocasiones, requerimos hasta una doble mano de obra por tema de horarios, tacógrafos, etc. Además, tenemos que atender a toda la clientela. No hay que olvidar que transportamos personas y, sobre todo, a escolares. Eso sí que me quita el sueño.
¿El éxito de Rubiocar está en la diversificación de las líneas de negocio?
Posiblemente. Siempre se dice en nuestro sector que es la empresa ideal. En la zona en la que nos ubicamos lo bueno es tener vehículos para poder hacer de todo. Hemos conseguido una parte de transporte de líneas regulares; otra de transporte escolar, que fue nuestro origen y lo que más abunda en nuestra zona; y luego la de transporte discrecional. Con ello hemos conseguido que cuando una pata falle un poco, la otra esté ahí y que, de alguna forma, nunca falte trabajo.
¿Tras la pandemia ese modelo de negocio también fue vital para seguir adelante?
Por supuesto. Fue importante tener un poco de todo y seguir prestando servicio en todas las líneas de viajeros. En este sentido, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ayudó bastante. En ese momento nos quedamos con todo parado. Fueron momentos muy duros porque tenemos mucho personal y eso era lo más difícil de mantener. Afortunadamente pasó y hemos remontado de manera muy satisfactoria.
¿Qué ha cambiado más, la empresa o el sector del transporte de viajeros por carretera?
Creo que el sector. La empresa, al final, siempre se ha ido adaptando a lo que el sector y los clientes demandaban. En los treinta años que llevo ha cambiado mucho. Cada vez hay menos empresas de transporte de viajeros. Es verdad que ahora son más grandes y antes eran más pequeñas y familiares. También ha cambiado mucho el territorio. Éramos capaces de de tener bien nuestra empresa en el triángulo Cuenca, Tarancón Villares, pero la despoblación ha hecho que nos tengamos que expandir a otros lugares como Madrid o Toledo para buscar negocio. Nos dedicamos a llevar gente y aquí queda poca gente.
¿La competencia en el sector es muy dura?
Nuestro sector tiene una competencia muy dura. Actualmente, con la desaparición de empresas y, sobre todo, tras la pandemia y por la falta de conductores, es lo que ha hecho que las empresas no podamos atender toda la oferta de trabajo. En este momento, prácticamente, no hay competencia porque no somos capaces de atender lo que nos piden.
¿Los ciudadanos son conscientes de la importancia de una empresa como Rubiocar en una provincia tan extensa y despoblada como Cuenca?
El trabajo que hacemos es muy importante, en el sentido de que conectamos lugares, a la gente. Sobre todo, para estos pueblos que son tan pequeños, una empresa de transportes es vital para su supervivencia. En ese sentido, no sé si la gente es consciente, pero las administraciones empiezan a tener conciencia de lo relevante que es tener a una empresa que pueda hacer este trabajo.
¿El Plan XCuenca les ha venido bien?
Sí. Nos ha ayudado a reforzar las líneas que teníamos y actualmente estamos prestando una parte del servicio de la línea que hacía el tren. Además, una parte de los servicios Astra, que estaban en el Plan XCuenca, que también son fundamentales para todos los pueblos alrededor de la ciudad. Desde hace un año y medio aproximadamente estamos con ello y está funcionando muy bien.
¿Qué planes de futuro tienen en la empresa?
En la actualidad, estamos en Madrid muy implantados. Acabamos de adquirir un garaje, que próximamente vamos a inaugurar, para poder expandirnos más. Es una zona donde hay mucho trabajo porque allí hay mucha gente. Además, tenemos bases en Villares, Cuenca, Tarancón, Ocaña y Toledo.
¿Cómo se han adaptado a las nuevas exigencias tecnológicas de la movilidad del transporte por carretera?
Tenemos un importante reto por delante. Estamos funcionando en dos líneas. Por un lado, la implantación de un nuevo sistema de gestión, más moderno que el que tenemos. Nos ha funcionado muy bien, pero vamos creciendo y necesitamos modernizarlo. Próximamente vamos a implantar, probablemente a principios de año, un sistema de billetaje nuevo para las líneas de viajeros. Queremos reforzar el puesto de venta en la estación de autobuses, aparte de las taquillas, para agilizar la obtención de billetes, además de implantarlo a través de la web, que se va a modernizar. Por otra parte, tenemos que estar en plena renovación de vehículos. Cada vez hay que renovarlos con más rapidez.
¿El cambio de energías es otro de los retos que tienen que afrontar?
Sí. Lo que pasa es que para nuestra zona no está muy desarrollada la tecnología para aplicar este tipo de energías en vehículos eléctricos o el gas. Esto es para grandes ciudades y recorridos más cortos, pero es algo que está ahí, que miramos y que tenemos que avanzar en ella.
¿Qué siente cuando escucha eso de '¡ahí va un Rubiocar'!?
[Sonríe] Eso me lo dice mucha gente. Sobre todo, cuando los ves en lugares que son un poco lejanos. A muchos de los chicos, que ahora son mayores y han viajado tantos años en 'un Rubiocar', les da una alegría verlos. A mí me lo transmiten. Me llaman y la verdad es que se siente con mucho orgullo, en especial cuando esta gente hace muchos años nos veía con pocos autocares.