Es toda una institución. Por sus instalaciones han pasado en cinco décadas cerca de dos millares de personas. Son parte de la historia de Cuenca y poseen un legado imborrable. Sus propios usuarios, como Feliciano López y Félix Triguero, podrían contar infinidad de historias, experiencias y vivencias, además de dar cátedra de cómo ha cambiado la vida y también su hogar, la residencia de mayores Las Hoces, que sopla las velas por su 50 aniversario.
Ha pasado mucho tiempo desde que esta residencia abriera sus puertas en 1984. En este periodo ha cambiado tanto su imagen como la concepción de la misma. La directora de la residencia de mayores Las Hoces, Ana de la Hoz, explica que «empezó como un centro para pensionistas de la seguridad social que no tuvieran ninguna dependencia, exclusivo para ellos». De hecho, los primeros residentes «venían con sus coches». El espacio era usado, principalmente, para «hacer bailes durante los fines de semana», hasta el punto de que esos pasos mágicos «se hicieron famosos». Durante sus primeros años, se consideraba como la residencia de los «ricos». No podía estar bajo techo «quien no tuviera pensión».
Con el paso del tiempo, el concepto cambió. La esperanza de vida creció y los hogares contaban cada vez con más comodidades. Pero, al mismo tiempo, la dependencia hizo mella y la autonomía disminuyó, por lo que la gente «pedía las residencias para vivir». De hecho, actualmente, «el 80 por ciento de las personas que viven aquí tienen un alto nivel de dependencia». El avance de la vida misma hizo que pasara de ser un espacio prácticamente de ocio a ser un lugar de necesidad.
Ana de la Hoz apunta que durante los inicios «prácticamente no había área sanitaria porque los usuarios no lo necesitaban», mientras que ahora el centro «cuenta con todos los servicios, con camas de enfermería y un servicio de atención de 24 horas». Lo que antes era «un hotel, ahora es un hogar para vivir». En medio siglo «se ha reconvertido».
Medio siglo de vida y memorias - Foto: Reyes MartínezEn la actualidad, «contamos con todas las comodidades, buscando siempre que el usuario desarrolle su proyecto de vida con la mayor felicidad y con todas las facilidades, gracias también a un equipo humano que trabaja de forma increíble». En la residencia de mayores Las Hoces cuentan también con un amplio programa de actividades, talleres e iniciativas que convierten cada día en una experiencia nueva.
Uno de los últimos proyectos que han llevado a cabo se ve a simple vista en las paredes. Y es que, usuarios y personal, han colgado cuadros de distintas épocas para contar en imágenes el recorrido de la residencia. También es una forma de «conmemorar nuestro 50 aniversario», señala Ana de la Hoz.
Félix Triguero y Feliciano López sonríen cuando alzan la mirada hacia esas nostálgicas instantáneas. El primero de ellos, que lleva dos décadas compartiendo vida en la residencia, señala que «cuando veo las fotografías me genera una gran felicidad al vernos todos juntos». A sus 93 años podría hablar largo y tendido de lo «mucho» que ha cambiado esta institución. También es capaz de hacerlo Feliciano, que el pasado domingo sopló 99 velas. Este hombre, que llegó hace siete años, resalta que «aquí no te aburres y te lo pasas muy bien con los amigos».
No cabe duda de que la residencia de mayores Las Hoces «es historia de Cuenca» e incluso es «mucho más que un centro», incide su directora. El latido de esta institución, que afrontará próximamente otra remodelación para seguir mejorando sus instalaciones, sigue sonando con fuerza. Lo hace con una «vocación comunitaria, aunque paradójicamente esté fuera de la ciudad», sentencia Ana de la Hoz.