¿Hasta dónde se ha llegado la figura de San Julián, y asociado a ella, el nombre de Cuenca? En los artículos precedentes se ha tratado de mostrar un pequeño inventario de las obras artísticas referidas al Santo en Cuenca, Burgos y otras localidades españolas. Han quedado fuera de estas páginas tanto las 'imaginaciones' de dos pintores contemporáneos ligados a Cuenca, que se comentarán en un próximo artículo, los grabados, las estatuas en piedra que reproducen su figura, así como otras creaciones, que por falta de espacio o desconocimiento no se han citado.
La figura y devoción a San Julián han franqueado no sólo los límites de la diócesis conquense, sino también las fronteras españolas. Resulta complejo averiguar en qué lugares del mundo se exhibe o venera una imagen del santo obispo. Probablemente los misioneros, que a lo largo de los años han partido desde Cuenca a otros territorios, hayan difundido entre sus allegados su biografía y su figura. Como ejemplo reciente, apuntar el de la diócesis keniata de Kitui, a la que fue enviado el sacerdote conquense, D. Juan Pablo Moreno Botija. Allí, en 2018, en el poblado de Vinda se dedicó a San Julián, una iglesia y la escuela primaria aneja, como puede apreciarse en la fotografía.
Misioneros, soldados, aventureros, gobernadores y hasta virreyes de raíces conquenses viajaron a América durante siglos, y con ellos, muy probablemente, la devoción a San Julián. De las obras artísticas que estos devotos pudieran encargar para venerar al Santo al otro lado del Atlántico se dispone de pocas referencias. A modo de muestra, se citarán dos: Una, en Perú, y otra en Colombia. En 2022 se subastó en Barcelona un cuadro del Santo, pintado por un artista de la Escuela Colonial de Cuzco del siglo XVIII, un grupo de artistas peruanos, que durante los siglos XVII y XVIII crearon un estilo singular mediante la fusión de corrientes artísticas occidentales y su visión propia del arte. La obra subastada, un óleo sobre tela de 44 x 37,5 cm, cuyo valor se estimaba entre los 1.200 a los 1.400 euros, muestra al Santo revestido de pontifical, con una tez más morena que la habitual en otros retratos. En su esquina inferior izquierda se observa esta leyenda «Sn. Julian. obispo.dequenca».
En pleno centro de la ciudad colombiana de Bogotá, en el museo de Santa Clara, instalado en la magnífica y bellísima iglesia del antiguo convento de franciscanas clarisas fundado por el obispo Hernando Arias de Ugarte en 1628, se exhibe un óleo sobre tela de 104X56 cm del siglo XVII de autoría desconocida, en el que aparece San Julián, revestido de pontifical e identificado con una cesta, junto a un mendigo arrodillado, que recibe una moneda de la mano derecha del Santo, al tiempo que posa su mano izquierda sobre la cabeza del mendigo, en un gesto de caricia paternal.
Completa la composición, la imagen de medio cuerpo de una mujer vestida con hábito negro, toca amarilla y velo blanco que, en actitud meditativa, contempla una calavera, un recurso iconográfico propio del barroco, símbolo de la reflexión ante lo efímero de la existencia. Se trata de la santa quiteña, Mariana de Jesús, que vivió en la segunda mitad del siglo XVII. En la esquina superior izquierda, con letras rojas, aparece el nombre de San Julián obispo, y en la inferior derecha el de Mariana de Jesús. La pieza recoge en una misma escena dos figuras religiosas con la finalidad de surtir de modelos ejemplarizantes a las monjas del convento de Santa Clara: el obispo limosnero deja ver la caridad como virtud cristiana por excelencia, y la venerada, Azucena de Quito, sobrenombre de Mariana de Jesús, el valor de la oración y la penitencia.
Más recientemente, en 2016, en la Arquidiócesis de Asunción en Paraguay se creó y construyó una nueva parroquia dedicada a San Julián, concretamente en la localidad de Limpio, una ciudad ubicada en el Departamento Central del país, creada en el siglo XVIII con el nombre de San José de los Campos Limpios de Tapúa, aunque ya en el siglo XVI, los frailes franciscanos junto a Gil de Zárate habían visitado estas tierras, emplazadas a pocos kilómetros del lugar en el que fue martirizado, en 1628, el misionero jesuita belmonteño, San Juan del Castillo. Al menos otras dos parroquias, en tierras de Perú y El Salvador están dedicadas a San Julián: una en la ciudad de Motupe, y otra en San Julián de Cacaluta. En las tres se venera una imagen del Santo, y se celebra su festividad el 28 de enero.
Por último, destacar la presencia de San Julián en la Islas Británicas, en la ciudad escocesa de Glasgow, dentro de la casa-palacio de Pollok House, donde se exhibe, junto a otras obras, una maravillosa pintura del Santo, imaginada por el reconocido pintor Eugenio Cajés (1575-1634). Se trata del lienzo original del cuadro que se encuentra en la girola de la catedral de Cuenca. La obra fue adquirida por Wiliam Stirling Maxwel (1818-1878) miembro del parlamento británico, coleccionista e historiador del arte muy interesado por la pintura española, que logró reunir una de las mayores colecciones de arte español en manos de un extranjero. Sus descendientes donaron el palacete y su contenido a la ciudad, que lo mantiene abierto como museo. Allí, los visitantes pueden admirar esta obra que, además de la figura del Santo tejiendo una cestilla en un primer plano, incluye en su composición un fondo con un paisaje de la ciudad de Cuenca.