Leo Cortijo

Leo Cortijo


Ese será el día de la plena alegría

20/05/2024

Sábado, diez de la mañana. Suena el teléfono. Al otro lado de la versión premiun de la idea de Graham Bell, Fernando, un buen amigo. Él y su familia –su mujer y dos niños maravillosos– vienen a pasar el sábado a Cuenca. «¡Leo, estamos a punto de salir de Toledo, ¿qué sitio nos recomiendas para comer?», comenta el patriarca del clan. «Déjalo en mis manos», le contesto. Como suele pasar en una situación así, que se da muy a menudo, cosa que me encanta, tiro de agenda. Y me la juego con los ases de una baraja de restaurantes cuyos propietarios considero amigos y, por encima de eso, extraordinarios profesionales de la restauración y la cocina. Suelen hacerme sitio, a cualquier hora y en cualquier momento, siempre que la física lo permita... Ahí está Isaac Newton y su teoría del espacio para demostrarlo.  

Primer intento, imposible. Llamo a un empresario con dos de los restaurantes más icónicos de la ciudad, cada uno en una punta de la misma. Como es un profesional como la copa de un pino, me dice que si les hace sitio mis amigos estarían incómodos y que así prefiere no dar el servicio. Le honra. Segundo intento. También imposible. Otro local puntero del Casco Antiguo, de los top-top. «Como mucho tengo una mesa para dos, para cuatro imposible», me dice su propietario y chef. ¿A la tercera irá la vencida? Tampoco. En este caso, el restaurante está situado en la zona centro y entendía que por la lejanía a la zona más visitable podría tener suerte, pero no... Un intento más, el cuarto, ¡y ahora sí! Eso sí, «haciéndote un favor, Leo, porque hoy está todo a petar». Literal.

Así funciona el motor de 3.200 centímetros cúbicos y 240 caballos de la Cuenca de mis amores. He escrito mucho sobre las dos caras de esta ciudad. Sobre el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde que vivimos y sentimos lo que estamos aquí, prácticamente, las 24 horas del día y los 365 días del año. Porque efectivamente, Cuenca es una ciudad totalmente distinta el fin de semana. Parece otra absolutamente. Sublimada especialmente este finde –uno perdido del mes de mayo–, con un festival de cine, una gran prueba deportiva y conciertos en la plaza de toros... Entre los que vienen a visitarnos y los que regresan periódicamente porque un día se tuvieron que ir en busca de una oportunidad, Cuenca resplandece viernes, sábado y domingo. Ojalá algún día las mesas de todos esos restaurantes también se llenen de lunes a jueves porque hayamos atraído grandes empresas, porque vuelva la industria y porque acojamos importantes eventos. Confío en ese día para que sea plena la alegría.