De «muy urgente y necesaria» califica el arquitecto del Obispado de Cuenca, Esteban Saralegui, la intervención que está acometiendo la Diócesis en la iglesia parroquial de San José Obrero, en el barrio de Las Quinientas de la capital conquense.

Y es que, según subraya a La Tribuna, «era tal su estado de deterioro estructural que este templo  lleva cerrado al culto desde hace unos años».

Es por ello que la Diócesis no ha escatimado en esfuerzos y se ha embarcado en una actuación de envergadura que conllevará una inversión superior a los 450.000 euros y se prolongará durante un año aproximadamente, de tal manera que confía en que «la parroquia reabra sus puertas a finales del próximo año 2024, siempre y cuando todo vaya según lo previsto y no se registren incidencias importantes», apunta Saralegui.

Las obras comenzaron hace dos meses y se prolongarán durante un año. - Foto: Manu Reina

La cuestión es que este inmueble de titularidad municipal «sufre serios problemas estructurales, que a primera vista se manifestaban en preocupantes fisuras no solo en los arcos portantes de la estructura de la cubierta, sino también en el muro del ábside y en la zona de los pies del templo; grietas que estaban activas y no dejaban de aumentar de grosor y, con ello, su peligrosidad», precisa.

De hecho, este deterioro es más patente en la parte izquierda del templo, visto desde la entrada principal, que en la derecha, donde se encuentran los salones parroquiales.

Intervención. Las obras, por lo tanto, que dieron comienzo hace un par de meses y una vez el Ayuntamiento cediera temporalmente el inmueble a la Diócesis, se centran en el refuerzo de la cimentación, con pilotajes de hasta 16 metros de profundidad, que es donde, según el estudio geológico practicado, se encuentra el terreno firme.

Las obras comenzaron hace dos meses y se prolongarán durante un año. - Foto: Manu Reina

Cimentación ésta sobre la que, tal y como explica el arquitecto del Obispado, descansará la nueva estructura interior, más alta que la actual, que va a sujetar la nueva cubierta del templo, puesto que la existente será desmontada, dejando al descubierto en el interior los arcos de apoyo, que pasarán a ser meramente decorativos y permitirá mantener la actual estética del inmueble.

La nueva cubierta, que otorgará más altura al edificio, discurrirá a dos aguas desde los pies hasta la cabecera de la iglesia y generará unos ventanales a ambos lados, que van a permitir el paso de la luz hacia el interior.

A esto se sumará una rehabilitación del resto del templo, con el fin de que «haya iglesia de San José Obrero para muchos años», concluye.