Enrique Alarcón y el cine rodado en Cuenca

Óscar Martínez Pérez
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Enrique Alarcón y el cine rodado en Cuenca

Enrique Alarcón Manjavacas fue un director artístico cinematográfico nacido en las tierras manchegas de Campo de Criptana que en 1991 recibió, con toda justicia, el Goya de Honor por su contribución al cine español. Trabajó creando decorados para más de 260 películas extranjeras y españolas que le hicieron merecedor de tal reconocimiento por parte del mundo del cine patrio. 

Estudió dos años de Matemáticas Superiores, además de estudios en la Escuela de Arquitectura, truncados por la Guerra Civil donde combatió en un batallón de zapadores. En el cine comenzó a trabajar en los años cuarenta siendo ayudante de Pierre Schild y de Sigfrido Burmann. En 1942 es nombrado decorador jefe de la Compañía Industrial del Film Español (CIFESA). Años después, comenzaría a trabajar con Feduchi en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas donde fue director de la especialidad de Decoración, misma especialidad que enseñará durante 25 años en la Escuela Oficial de Cine de España. 

Sus maquetas y los efectos especiales que creó fueron muy destacados en las cientos de películas en las que participó por todo el mundo. El teatro también se benefició de su genialidad así como las series de televisión.

Películas rodadas en Cuenca. Enrique Alarcón dejó patente su buen hacer y profesionalidad en varias películas rodadas en escenarios conquenses. El autor dejó muy claro cuáles fueron sus cualidades a la hora de realizar su obra con tanta genialidad: «Estudié arquitectura, pero no tenía paciencia para hacer casa tras casa, el cine me ofrecía un campo donde aplicar el cálculo, la geometría del espacio y otros conocimientos del mundo de la fantasía». Los decorados que diseñó el manchego, con grandes dosis de intuición, se adaptaron como guantes a los enormes cambios técnicos y temáticos que el cine español demandó en las películas del franquismo hasta las grabaciones ya rodadas en la monarquía restaurada. 

La película Calle Mayor se rodó en 1956 bajo la dirección del enconquensado Juan Antonio Bardem, que eligió varias localizaciones de España, entre ellas Cuenca, donde se rodaron casi todos los exteriores del filme como la estación, calles, plazas, hoces y su casco antiguo. Esta obra contó con la participación de Enrique Alarcón, que hizo de nuevo un excelente trabajo con los decorados artísticos que realizaba a mano alzada. Esta película posiblemente fue la que descubrió a Cuenca como un gran 'plató' cinematográfico al mundo.

La Venganza se rodó en 1957 y fue estrenada 1959. El rodaje tuvo lugar en varios pueblos de La Mancha conquense, como Mota del Cuervo y Las Pedroñeras; escenarios, en parte, para filmar una importante y profunda película dirigida por Bardem, en la que se apeló a la reconciliación nacional, en un ambiente previo a la guerra del 36 durante la siega en los campos de trigo manchegos. Esta película, que pudo ganar un Óscar, quizás de las más desconocidas de este genial director de cine, tan vinculado a Cuenca, contó con el trabajo de Enrique Alarcón que volvió a su amada Mancha encargándose de la decoración y la ambientación; trabajo que bordó debido a su total conocimiento de las gentes, ambientes, arquitectura popular y tradiciones de su Mancha natal.

Otra cinta para la que trabajó en tierras de Cuenca fue en el documental, de 45 minutos de duración, que Carlos Saura dirigió en 1958 sobre nuestra provincia, en donde se reflejó con claridad y sencillez los paisajes y costumbres conquenses. Alarcón dejó patente su maestría en cuanto a su dirección artística.

'El Cid' en Belmonte. A Enrique Alarcón se le debe que convenciese al gran Menéndez Pidal para que asesorase en los temas históricos durante el rodaje de la superproducción grabada en España y en Belmonte en 1961 titulada El Cid. En una entrevista recordaba el genial manchego cómo fue: «A Bronston le interesaba mucho contar con la colaboración de D. Ramón para tener una garantía, un marchamo de prestigio. Tanto D. Ramón como su hijo Gonzalo me ayudaron mucho. En una salita de proyecciones que tenían en su casa, me proyectaban imágenes de armas y otros instrumentos medievales, me indicó  itinerarios y lugares por donde pasó El Cid. Al principio D. Ramón se mostraba algo reacio a colaborar en la película. Pensaba que la maquinaria económica norteamericana era tan potente que terminaría arrasándolo todo y desvirtuando la figura del Cid. En cierto sentido, fui yo quien le convenció para que colaborase, diciéndole que él, que era el mayor experto en el tema de El Cid, tenía la responsabilidad de asesorarnos, para, a pesar de las concesiones comerciales que evidentemente iba a hacer Bronston, la figura y la historia del Cid no salieran demasiado desfiguradas».

Enrique Alarcón como buen dibujante, y además como arquitecto intuitivo, realizó varios dibujos del paisaje circundante y del Castillo de Belmonte que fue fundamental para situar la trama fílmica en el contexto del belmonteño Cerro de San Cristóbal. Como en otras muchas obras, y esta película tenía escenarios grandiosos, el concurso de Enrique Alarcón en los decorados y en las diferentes escenografías fue fundamental, demostrando con rotundidad sus cocimientos de perspectiva, color, fotografía, pintura, maquetismo, trucaje de cristal, etc.