Irene Montero, fuera; y Pablo Echenique, Pam y Victoria Rossell. Lilith Verstrynge, a Cataluña, donde no se le ha perdido nada; Ione Belarra, a una lista al Congreso que difícilmente dará escaño a Sumar…. La mujer que ha hecho de la sonrisa y la cordialidad su bandera, ha actuado como una máquina de triturar. Sobre todo para triturar a los miembros del partido al que más debe, Podemos.
Pablo Iglesias la metió en el gobierno e incluso la designó sucesora, candidata a la presidencia del gobierno. Como "agradecimiento", Yolanda Díaz ha decapitado a su mujer y ha cercenado la carrera política de los colaboradores más cercanos a Pablo Iglesias.
Media España, o más, está encantada con que Yolanda Días haya procedido a la demolición de Podemos, un partido que ha hecho daño infinito a los españoles. Aunque ninguna de sus iniciativas habría sido posible sin la imprescindible ayuda de Pedro Sánchez, que es quien avaló todo lo que venía de los ministerios ocupados por los podemitas. Pero sorprende que ese entusiasmo por la matanza política diseñada por la vicepresidenta segunda, no haya hecho reflexionar a nadie, o a casi nadie, sobre cómo se las gasta esa mujer que es invencible en el uso de las frases más melosas, más conciliadoras, e implacable a la hora de quitarse de en medio posibles obstáculos que dificulten su llegada a la meta que se ha marcado.
La política es cruel, estos días se acumulan los ejemplos. Porque también Pedro Sánchez ha sacado la navaja para deshacerse de dirigentes no suficientemente fanáticos de su persona. Pero lo peor se vive en Podemos.
Una doliente Belarra asegura que luchará hasta el final para conseguir que Montero entre en alguna lista de Sumar antes de que finalice el plazo. Es prácticamente imposible. Gente de Podemos insinúa que se podría poner en marcha el plan B, presentando listas con el partido que registraron el último momento. Suena más a manual de supervivencia que a iniciativa viable, porque el pacto con Sumar recoge que se quedan sin dinero si protagonizan una maniobra de escisión.
Tras la firma del acuerdo que supone el lanzamiento electoral de Sumar, Podemos queda gravemente herido. Al perspicaz Pablo Iglesias le ha fallado su instinto, pues fue él quien decidió acoger a Yolanda en el seno podemita, sin atender a las voces gallegas que le alertaban sobre el déficit de lealtad de Díaz. El certificado de defunción del partido de Iglesias y Montero aparentemente está firmado, pero no hay que fiarse: no hay nada más peligroso que un hombre o una mujer que quieren vengarse de quien les debe todo y en el momento cumbre les traiciona. Son los peores enemigos, los que no ponen límite a la manera de intentar hundir a quien les hundió.
Comienza el espectáculo. Yolanda Díaz ha ganado la primera batalla, pero la guerra es a muerte. No se admiten heridos.