Es escucharles hablar y ya queda muy claro que tienen alma flamenca. Cuando se suben al escenario, ese sentimiento innato que defienden a capa y espada, aflora con fuerza y pasión. Y es que viven este arte cultural como si no hubiera un mañana. Lo llevan en la sangre, vamos. No son un grupo, sino «más bien una familia». No solo entre ellos, con más de diez años dando de qué hablar, sino también con su público, al que encandilan en un concierto tras otro.
Esta es la idionsicrasia de Sabor y Duende. En unos días conmemorarán su décimo aniversario y en todo este tiempo han disfrutado como niños. Siempre con «humildad, sin perder de vista el horizonte, y siendo siempre nosotros mismos», explica Jesús Jiménez, que además de tocar la guitarra, lleva la voz cantante junto a Diego Lumbreras y Asier Saavedra. Este último, además, sentado en su inseparable cajón.
El secreto de su éxito se debe en gran parte a que «podemos estar cantando durante tres horas sin repetir canción», asegura Jesús. Y es que un repertorio «de más de 500 temas dan para mucho», añade Diego. El listado es el resultado de «las versiones que hacemos nosotros propias, dándoles nuestro toque», apunta también.
Lo bueno de verles en escena es que interpretan temas de un largo elenco de artistas muy conocidos. Partiendo de la base de Los Chichos o de Los Chunguitos, pasando por Estopa, Melendi, Manuel Carrasco, Pablo Alborán, India Martínez o Alejandro Sanz, por poner solo unos ejemplos. Esta amplia variedad «nos permite ser camaleónicos y según el público, tocamos unas u otras canciones, ya sean más antiguas o modernas». También versionan canciones de reggaeton y pop, por lo que lo tienen todo para triunfar. Han actuado, además, tres veces junto a Camela. También lo han hecho con Andy y Lucas, La Húngara, Demarco Flamenco o Decai, entre otros.
Ahora bien, no están solos. Ramón Fernández, percusionista, y Aquilino Bustamante, teclado piano y también técnico de sonido, completan Sabor y Duende. Los cinco han actuado a lo largo y ancho de la provincia, pero también en distintos municipios de la región o la comunidad valenciana. Pero no solo eso. Este grupo acude periódicamente a El Rocío de Huelva para erizar la piel de sus espectadores. Jesús Jiménez reconoce que, «teniendo en cuenta la importancia que posee el flamenco en Andalucía, es un honor y privilegio que nos llamen a nosotros, a unos conquenses».
Estos cinco amigos, vecinos del barrio de Villa Román y prácticamente autodidactas desde los orígenes, tiene una media de un centenar de bolos al año, con un saturado verano donde apenas dejan de cantar. Que tengan tantas actuaciones, ya sea en fiestas, bodas, comuniones o espectáculos, se debe a que «gustamos a la gente, y un claro ejemplo de ello, es que nos siguen allá donde vayamos», indica Ramón. Ahora, para el próximo mes, tienen varias actuaciones. Una de ellas es en el Auditorio José Luis Perales, concretamente el 18 de diciembre, para participar en la Zabomba Flamenca que organiza Pasión Flamenca, otro grupo conquense que suena a las mil maravillas.
Mañana se conmemora el Día Mundial del Flamenco, y Sabor y Duende festeja esta fecha «tan importante». En concreto, Aquilino, quienes sus compañeros definen como «el maestro»o «el padre de todos», señala que el flamenco es «un sentimiento, una representación artística y una expresión cultural». Llegó el último al grupo, pero «ha sido el mejor fichaje que hemos hecho», coinciden el resto.
Sabor y Duende vive un momento pletórico. Podría ser incluso aún mejor, «pero cada uno tenemos nuestros trabajos y no podemos dedicarnos al cien por cien». El éxito que cosechan les permitiría «vivir de la música», pero, por decisión propia, mantienen los pies en el suelo.
No obstante, este grupo, especialmente de la mano de Asier Saavedra, está trabajando en estos momentos en la composición de diferentes letas propias, elaboradas por ellos mismos. Ya que la idea es «tener varias maquetas». Ese es el objetivo que ahora se plantean y no se descarta que suenen ya en los escenarios durante el próximo verano.