A Pedro Sánchez, lo hemos escrito en alguna ocasión, le echarán los suyos. También podría echarle el PP si Feijóo logra la mayoría necesaria, que hoy por hoy pasaría por gobernar con Vox, fórmula de la que el político gallego huye como de la peste, pero es difícil que con el escenario actual puedan darse mayorías absolutas, así que es necesario pactar con quien sea aunque sea con el diablo, como hace Sánchez, que se hace cruces ante un cartel de Abascal pero mira con entusiasmo a los de políticos con los que pactaría ningún demócrata, y menos aún con los que tienen a una banda terrorista como referente histórico. Pero así son las cosas en la política actual.
Tenemos por delante seis meses en los que se deciden si Sánchez completa o no la legislatura y, segundo, si los suyos pueden descalabrarle y mandarlo para casa. El sueña con un alto cargo en la UE, pero en este momento no cuenta con tantas posibilidades como tiempo atrás, cuando era el más guapo en todos los aspectos; sus últimas intervenciones parlamentarias más el asombro -para mal- más iniciativas y alianzas que, repito, no aceptaría ningún dirigente democrático, ni siquiera quienes han hecho alarde de ser sus fans, hacen más difícil que dé el salto europeo, aunque nade es imposible en política y menos aún con Pedro Sánchez en la jugada.
Dentro de seis meses, en junio, se celebrarán elecciones europeas y, antes elecciones en Galicia y País Vasco.
La izquierda está dividida, lo que siempre repercute en las urnas, que castigan la dispersión; además Irene Montero, como se veía venir -lo dábamos por seguro unos cuantos en nuestras crónicas- será cabeza de lista de Podemos en las elecciones europeas. Un disgusto para Yolanda Díaz, que sabe que Montero tiene gancho en el mundo morado. Una Yolanda Díaz que está intentando, hasta ahora sin éxito, que para las elecciones gallegas se presente Sumar con Podemos en el redil, pues en caso contrario Alfonso Rueda podría alcanzar la mayoría absoluta, en la que es experto Feijóo, de quien Rueda ha sido su vicepresidente durante diez años.
En cuanto a las elecciones vascas, la pelota está en el tejado del PNV. Habrá que ver si consigue pactar con Sánchez el gobierno de Ajuria Enea, o por el contrario podría visualizar que el pacto de Sánchez con Bildu incluía también la lehendakaritza, y llevaría a Andoni Ortúzar a poner fin al apoyo que hasta ahora está dando al sanchismo. Sobre todo si advierte en esas elecciones autonómicas que sus votantes demuestran en las urnas que no están nada de acuerdo con el hecho de que el presidente del PNV se haya convertido en uno más de los políticos abducidos por el presidente de gobierno, haga lo que haga, pacte con quien pacte y engañe lo que engañe.
Tenemos por delante seis meses que deciden el futuro.