Müller y las fotos de Federico Muelas

Óscar Martínez Pérez
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Müller y las fotos de Federico Muelas - Foto: Müller

En este año en el que los más devotos conquenses rememoramos la figura y la obra inextinguible de Federico Muelas, al cumplirse los cincuenta años de su fallecimiento en el hospital Clínico de Madrid, es evidente que los conquenses de hoy no podemos olvidar al mágico y lírico Federico de Cuenca.

Entre los papeles del archivo de Florencio Martínez Ruiz, gran conocedor y divulgador de la obra y vida del Bardo de Contrebia, hay dentro de una carpeta marrón, titulada 'Federico Muelas', algunas fotos y recortes fotográficos de Mulas (Seguramente del diario ABC y Mundo Hispánico, en donde FMR ejerció el periodismo cultural de forma magistral…) de una gran calidad y personalidad. En la parte posterior de las mismas aparece la palabra 'Müller', que no es otro que el grandísimo fotógrafo de origen húngaro Nicolás Müller.

Müller recorrió con su genialidad y sensibilidad fotográfica muchas tierras europeas y norteafricanas, de París a Lisboa y de Tánger a Madrid, en donde en la calle Serrano  abrió un estudio fotográfico de gran prestigio, en el año 1947. En España trabajó con intensidad como reportero, ilustrando con sus fotografías libros de calidad y publicando también su obra en revistas culturales de prestigio.

Müller y las fotos de Federico MuelasMüller y las fotos de Federico Muelas - Foto: Müller

Los conquenses tuvimos la gran suerte y fortuna de que un día se desviase hasta Cuenca, de la mano y la amistad de Federico Muelas, que enseguida sintió el éxito del descubrimiento de Nicolás Müller.

El hispano-húngaro logró con sus fotografías de Cuenca expresar el mundo rural, las calles míticas y los barrios populares de la ciudad, descubrir la Semana Santa conquense al mundo a través de reportajes fotográficos publicados en revistas europeas y americanas, en las que Müller puso su técnica, emoción, sensibilidad y su luz al servicio de la revelación de Cuenca y sus paisajes.

Muelas enseguida sintió cómo el húngaro se deslumbró ante la orografía irrepetible, el ovillo de callejuelas, el laberinto de la Ciudad Encantada, los frisos de rocas, la calle de los Tintes, la gallardía de nuestros chopos, etc.

Muelas publicó un sentido artículo en Ofensiva en el que recibió con alborozo la calidad humana y genial labor fotográfica de Müller: «Si el objetivo fotográfico de Nicolás Müller se ha apoderado de Cuenca, Cuenca ha cogido por los talones a este gran artista haciéndole enraizar en su suelo. Quizá el lazo que definitivamente le hizo nuestro fue aquella frase de una mujer del pueblo en la exposición que de sus obras hizo en los salones de la Diputación Provincial: «Que Dios le bendiga –dijo– porque así nos ve». Y esta frase maravillosa subsanará siempre una última aspereza celtibérica, un olvido serrano de fórmulas que mucho daño nos hace y que algún día las aguas dulces del Júcar con la lima lenta de su lengua conseguirá desterrar».