El fútbol es su vida y guarda en la memoria una imagen de su ciudad natal llena de campos de fútbol de tierra. Cada barrio tenía el suyo. Sentado en una sala de la Real Federación Española de Fútbol, sin más decoración que una pantalla de televisión y un rótulo en la pared claro y rotundo, EL FÚTBOL, Santi Denia habla en tono amable y distendido. Con la Medalla de Oro Olímpica todavía reciente, vuelve mañana al Carlos Belmonte para dirigir desde el banquillo a la selección Sub-21.
Sus padres, que ya no viven, se conocieron y enamoraron a principios de los setenta en el recién inaugurado Hotel Los Llanos. El padre, natural de Tarazona de la Mancha, trabajaba de cocinero y la madre, nacida en Peñascosa, ayudaba en la limpieza de las habitaciones. Santi Denia tiene una hermana mayor que él, Cristina, y confiesa que vivió una infancia feliz en el barrio de La Feria, al que vuelve cada vez que puede para felicitarse de que todo sigue donde estaba. Casi nada ha cambiado.
«Vivíamos en la calle Cristóbal Pérez Pastor, pero después nos trasladamos a Joaquín Quijada, perpendicular a la calle Feria, muy cerca de la Tómbola de la Caridad (Cáritas). Detrás teníamos el colegio público José Prat García, donde yo estudiaba. En el Parque de Los Jardinillos nos juntábamos los amigos para jugar al fútbol», explica el que fuera defensa central del Albacete, con tan solo 18 años, y del Atlético de Madrid en la temporada del doblete (1996).
«Ginés Meléndez es el mejor formador que ha dado el fútbol español en toda su historia»
«Es muy importante tener un entorno cercano que te cuide» - Foto: Juan LázaroEn su opinión, la ciudad donde se fraguó su carrera deportiva ha crecido, pero no es muy distinta a la de los años ochenta. «Es verdad que casi todos nos conocíamos. Yo la recuerdo – quizá porque mi vida siempre ha estado vinculada al fútbol – como una ciudad llena de campos de fútbol. En cada barrio había uno. Estaba el campo del Sepulcro, el del Pilar, el de San Pedro y el de San Pablo… Y, aunque todos eran de tierra, había diferencias y categorías. El del Hospital, por ejemplo, tenía una arena muy buena. Recuerdo que existía una Liga Interbarrios muy bonita para todos los críos de Albacete. Ginés Meléndez, un maestro del fútbol que fue concejal de Deportes, te podría hablar de ello».
Aquel chaval de barrio, que ya destacaba en las categorías inferiores del Albacete Balompié, a la vez que simpatizaba con el Atlético de Madrid por influencia paterna, no podía imaginar que llegaría a ser unos años después defensa central en ambos equipos. «Como era muy del Atleti, me gustaba mucho Futre, y también el central de la selección, Antonio Maceda, además de Goicoechea y Arteche, que eran dos centrales duros», confiesa, sin dejar de agradecer a sus primeros entrenadores – especialmente a Ginés y Julián Rubio – que le ayudaran a crecer. «Ginés es, para mí, además de muy buen entrenador, el mejor formador que ha dado el fútbol español en toda su historia. Lo hizo en el Albacete y lo ha hecho en la RFEF durante 16 años».
«Le debo mucho al entrenador Julián Rubio. Siempre le estaré agradecido»
Santi Denia, de pequeño, con su hermana Cristina en la Feria de AlbaceteA los 15 años, Santi Denia llegó al equipo juvenil del Albacete de la mano de Ginés Meléndez. Eran los años del 'queso mecánico', del encantamiento que producía el primer equipo, a las órdenes del asturiano Benito Floro. «Nos vino muy bien a los que estábamos en la cantera que el equipo subiera a Primera. Pasábamos de ser un club de Segunda o de Tercera, a ser un club profesional. En el verano de 1992, cuando Benito Floro ficha por el Real Madrid, me lleva Julián Rubio a hacer la pretemporada con los mayores y, seguidamente, llega mi famoso debut».
Al actual seleccionador de los Sub-21, sus paisanos todavía le recuerdan aquel «aciago debut» frente al Sevilla en el Carlos Belmonte, en el que el delantero centro croata Davor Sûker, les hizo un 'hat trick'. «Fue el día de Sûker, al que yo tenía que marcar, en teoría. Cuando a Julián Rubio le preguntaron en la rueda de prensa sobre mi actuación, dijo: 'la semana que viene, en Pamplona, frente a Osasuna, estarán Santi y diez más. Siempre le estaré agradecido. Le debo mucho a Julián, porque yo entonces no tenía contrato profesional y, si hubieran querido bajarme de nuevo al filial, lo podrían haber hecho».
Una vez más, le sonreía la fortuna, el azar. Y, como diría Vujadin Boskov, fútbol es fútbol. Le pregunto si el puesto de central es de alto riesgo y responde lo siguiente: «El central, en teoría, es el jugador que menos corre, pero el que más responsabilidad tiene. Cualquier error te puede costar un disgusto. Tienes que estar muy concentrado y asumir las consecuencias».
«Es muy importante tener un entorno cercano que te cuide» - Foto: Juan LázaroLas complicaciones aumentan inevitablemente cuando tienes delante a jugadores difíciles de parar. «¿El más complicado de marcar y defender? El brasileño Ronaldo Nazario. Era una sensación de inferioridad. Decías: madre mía, ¿qué hago?; oye, ayúdame que se nos va. Intentabas acercarte para marcarle más fuerte y no llegabas. Me han tocado otros delanteros difíciles de marcar, pero la sensación de dificultad máxima la he tenido con Ronaldo».
«Cuando fiché por Atleti, mi madre me llamaba todas las noches para preguntarme qué había comido»
Uno de los momentos más felices en la trayectoria profesional de Santi Denia – además del reciente Oro Olímpico de París – fue el doblete de Liga y Copa conseguido durante su primera temporada en el Atlético de Madrid. Sin embargo, el salto al club rojiblanco que entrenaba Radomir Antic, desde el Albacete Balompié, tenía muy preocupada a su madre.
«Me vine sólo a Madrid – cuenta Santi Denia –, pero ella venía de vez en cuando a verme. Mi madre pensaba que en Madrid no daban de comer. Decía: 'a ver qué come este chico'. Me llamaba todas las noches para preguntarme: '¿qué has cenado?, ¿qué has comido? También me mandaba táperes de croquetas de cocido. No hay nada mejor en el mundo que las croquetas de tu madre. Es muy importante tener un entorno cercano que te cuide y que te dé equilibrio para no perder la cabeza cuando eres muy joven y ganas mucho dinero».
Le cuesta elegir entre el doblete con el Atleti y la Medalla de Oro olímpica, pero finalmente se decanta por este último trofeo deportivo. «Son dos cosas diferentes. El doblete lo vives de una manera más individual, porque eres joven. Así que me quedo con los campeonatos que hemos conseguido aquí, porque logramos que 40 personas – no solo los 22 jugadores, sino también el cuerpo técnico – sean como una familia durante cuarenta días de concentración. En los Juego de París todo el mundo se llevaba bien y todo el mundo empujó porque sabía que su momento iba a llegar. A los que juegan menos hay que convencerlos de que, en un momento dado, los compañeros van a necesitar su ayuda. Lo vimos en la final con Camello».
Santi Denia sabe también lo que es sufrir en primera persona la soledad de las derrotas. El descenso a Segunda División con el Atleti, en la temporada 1999-2000, no lo olvidará nunca. «Estuve casi dos meses sin querer salir de casa. Ojalá hubiera tenido un psicólogo para ayudarme, como los tenemos ahora en la Federación. Cuando volví al Albacete, con 33 años, tuve una lesión que me obligó a retirarme, pero el tiempo te enseña a mantener el equilibrio. Los picos emocionales no son buenos y no pasa nada porque te trate un psiquiatra. Son profesionales; entrenadores de la cabeza», afirma el seleccionador manchego.
Su retirada de los terrenos de juego no supuso ningún trauma. La continuidad estaba asegurada a través de los banquillos. Al día siguiente de firmar la baja en el Albacete ya estaba trabajando en la cantera del Atlético de Madrid. «Desde los 18 años, que debuté en Primera División, no he tenido ningún día libre. He pasado por tres empresas – Albacete, Atleti y RFEF –, pero nunca he dejado de trabajar y quiero seguir haciéndolo. Como al final de mi carrera futbolística jugaba menos, me puse a estudiar y a hacer las prácticas para conseguir el carné de entrenador. Viendo los partidos desde el banquillo, decía: esto me gusta, esto no me gusta. También preguntaba en los entrenamientos por qué se hacían determinados ejercicios. El día que me incorporé a la cantera del Atleti me dieron un pantalón y una camiseta y me dijeron: 'a trabajar con los chavales'. Esa etapa, con José María Amorrortu, fue muy buena, como lo fue el año que estuve de segundo entrenador del primer equipo con Abel Resino».
El exjugador del Albacete y del Atlético de Madrid admite que entrenar – especialmente a grandes equipos – es una profesión de alto riesgo. «Entrenar aquí es más seguro, aunque se gane menos dinero. Pero, el entrenador de un equipo grande – lo hablamos entre nosotros muchas veces – sabe la responsabilidad que adquiere. Sabe la repercusión que tienen sus palabras en las entrevistas y ruedas de prensa. Tiene que asumir que va a estar todos los días en el foco. Aquí, Luis de la Fuente sabe que hay más de cuarenta millones de seleccionadores españoles que le van a decir: 'por qué no llevas a este y por qué no llevas al otro'. Luis lo sabe. Elegimos a los mejores, porque hay que formar un equipo en el poco tiempo que tenemos para intentar conseguir los máximos objetivos. No hay colores. El único color es el de La Roja».
«Espero ser algún día entrenador del equipo de mi ciudad. Es un sueño por cumplir»
Eso no quita para que Santi Denia se confiese 'cholista': acérrimo defensor de su excompañero en los terrenos de juego. «Soy de 'El Cholo' porque cumple todos los objetivos que le marcan. Desde que llegó él al banquillo del Atleti, el club siempre ha crecido. Pero, la exigencia cada vez es mayor. Después de haber sido segundo o tercero, te van a pedir que seas el campeón en una Liga que es muy complicada». Frente a quienes critican al entrenador argentino por defender el resultado, el albaceteño se reafirma en su argumento: «Soy muy de 'El Cholo' y de la defensa. Considero que lo hace todo muy bien. En el fútbol hay varias facetas: ofensiva, defensiva y transición. Me gusta todo lo que hace».
Pese a la repercusión que tuvo su 'no aplauso' a Luis Rubiales en la Asamblea de la RFEF, celebrada tras la polémica actuación del expresidente en la final del Mundial Femenino del verano pasado, Santi prefiere pasar página. «Ya se ha hablado mucho de aquello. Lo hice porque lo que escuché en aquel momento no me gustó nada. Y ya está. No aplaudí, sin más. Creo, no obstante, que Rubiales hizo una buena gestión económica».
A Denia no le gusta que algunos periodistas deportivos se enfunden la camiseta de 'su equipo', porque «no vas a ser muy objetivo con ese equipo». Como tampoco le gusta la polarización. «O estás con este o contra este. En mi etapa de jugador – afirma –, después de una entrevista o una rueda de prensa, nos íbamos con los periodistas a tomar algo. Ahora, todo va mucho más rápido y hay que adaptarse a eso. Yo no tengo redes sociales y así no me entero de si este es del Madrid, del Barça o del Atleti».
Sus dos hijos juegan al fútbol. El mayor lo hace en el Pozuelo (Madrid), compaginándolo con los estudios, y el pequeño pasó por las categorías inferiores del Atlético de Madrid y actualmente juega en el filial del Cádiz. «Hacen lo que les gusta y no les digo nada. Que se lo diga su entrenador, que yo sólo ejerzo con ellos de padre».
¿Irías a entrenar al Albacete, si te lo reclaman tus paisanos? «Por supuesto. Espero ser algún día entrenador del equipo de mi ciudad. Es un sueño por cumplir. Hubo momentos en los que podía haberlo sido, pero coincidió con el inicio de un campeonato. Ahora, están eligiendo bien y trabajando mucho, con Víctor Varela a la cabeza. Me gusta también cómo lo hace su entrenador, Alberto González. Tiene ya un recorrido. Y sabe trabajar con los jóvenes, como lo demostró en el equipo filial del Betis».
«Me he recorrido toda Castilla-La Mancha jugando al fútbol»
Los escenarios de su infancia siguen ahí. Son testigos de un tiempo que le encanta recordar cuando vuelve a su Albacete del alma. La referencia de sus primeras andanzas. «Me gusta pasar por la calle La Feria, meterme por Joaquín Quijada y entrar al portal de la casa donde vivíamos. Me gusta parar en la esquina del Bar Arturo, que era el sitio donde quedábamos los amigos. Esa zona me recuerda una infancia feliz. Los Jardinillos, donde jugábamos al fútbol, la Plaza de Toros, la catedral; toda esa zona peatonal que han dejado tan bonita y en la que tanto he jugado de pequeño».
Pese a vivir en la capital de España desde mediados de los años 90, cuando el Atlético se fijó en un joven central que ya destacaba en el Albacete de Julián Rubio, en su cabeza no tiene cabida la palabra desarraigo. Habla de su ciudad natal con verdadera pasión y entusiasmo.
«Tiene sitios muy bonitos. Cuando voy – afirma Santi Denia –, me encanta dar una vuelta por el centro y tomarme un café en el Pasaje de Lodares. Pero, si me pides que destaque algo de Albacete, te diré que la vida que tiene la ciudad. La gente. Han convertido en peatonales muchas plazas y calles. Se ha dado un paso importante y creo que hay que agradecérselo a quienes lo han hecho posible. Me gusta que la ciudad sea peatonal y que nos acostumbremos a caminar dejando los coches en casa. ¿Lo mejor de Albacete? La hospitalidad de la gente, la calidad de vida que tenemos».
Conoce muchos pueblos de La Mancha. Sobre todo, sus campos de fútbol, en los que jugó defendiendo la camiseta del filial del Albacete. «Ahora, cuando paso por Tomelloso o La Solana, recuerdo dónde estaban ubicados esos campos. Me he recorrido toda Castilla-La Mancha jugando al fútbol. Ahora, con amigos y con la familia, estoy yendo a la Sierra de Albacete. Al menos una vez al año, visito el nacimiento del Río Mundo, Riópar, Alcaraz, Peñascosa, Cotillas o Villaverde de Guadalimar. Toda esa zona es espectacular. Nos juntamos allí los amigos y lo pasamos muy bien. Son lugares que recomiendo a todos aquellos que no lo conozcan».
Santi Denia también recomienda las casas rurales de Las Salegas del Maguillo, donde se reúne con amigos de toda la vida. Esos amigos que tanto celebran sus éxitos personales y deportivos. «En Albacete somos muy de aperitivo. De tomarnos un vinito antes de comer. Lo bueno de una capital pequeña es que hay tiempo para todo: para hacer los recados, tomar el aperitivo, comer, echarte luego la siesta, pasear por el Parque Periurbano o hacer una ruta en bici por Culebras hasta Chinchilla».
Partidario del diálogo y el consenso, le encanta trabajar en equipo y luchar por grandes objetivos. ¿La clave de nuestros éxitos deportivos? «Los españoles – explica – somos gente competitiva y contamos con excelentes entrenadores y preparadores».
El ejemplo podría ser él mismo.