Pasos con alegría

Manu Reina
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Las alumnas de la formación de danza y expresión corporal de la ONCE para personas con discapacidad visual ganan «vida y felicidad» al ritmo de la música y distintos estilos de baile

Pasos con alegría - Foto: Reyes Martínez

Cada paso en la sala es una gran dosis de felicidad para cada una de ellas. Conforman una gran familia y juntas suman fuerzas para armar bellas coreografías. Bailan por pasión, pero también para trabajar el ánimo, hacer ejercicio y disfrutar cada minuto. Así se puede definir cada una de las alumnas que participa en el curso de danza y expresión corporal, pero también de crecimiento personal, psicodanza y alegría que se imparte en la ONCE de Cuenca. La mayoría padece discapacidad visual, pero en la música y el baile nunca habrá barreras. 

La docente y directora del Centro Riá Pi Ta, Virginia García, explica que antes de comenzar la sesión, «veo cómo se sientan mis alumnas y escucho energéticamente a cada una de ellas para ver qué necesidades tienen». Así, «puedo trabajar antes y que ellas se sientan atendidas emocionalmente». Después, «cuando están mucho más receptivas, pasamos a explicar la coreografía». 

El curso, que alcanza su cuarta edición, se imparte cada miércoles de 11 a 12,15 horas y está dirigido a personas con discapacidad visual que sean miembros de la ONCE o cuenten con un vínculo familiar en la institución. Virginia García detalla que «ahora estamos practicando flamenco», aunque recalca que «estamos abiertas a cualquier tipo de movimiento». De hecho, en años anteriores, «hemos probado sevillanas, jotas, pasodobles, bachata, bailes latinos, clásicos o movimiento libre, entre otros». Todo es más sencillo cuando «a todas nos gusta todos los estilos».

Pasos con alegríaPasos con alegría - Foto: Reyes Martínez

El presente curso arrancó en octubre, aunque las alumnas que más tiempo llevan, comenzaron a mover el esqueleto en septiembre. Y es que no podía esperar al estreno porque «a ellas les encanta y supone una gran dosis de felicidad». También porque «tenemos unos cuerpazos que no se mantienen solos». 

Las clases se prolongarán hasta junio, fecha en la que subirán al escenario del Auditorio José Luis Perales junto al alumnado del Centro Riá Pi Ta. No es la primera vez porque han actuado muchas más  en distintos escenarios. Sin ir más lejos, el pasado martes repitieron en el teatro con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad. También bailarán en el festival de Navidad. 

El hecho de contar con un recorrido de años permite a las alumnas de este curso tener su propio repertorio de coreografías. Quizás uno de sus éxitos es que nunca fallan a su cita de cada miércoles. Virginia García incide en que «el progreso de cada una es abismal y no hay mayor felicidad que ver cómo viven cada clase con una gran alegría». 

Pasos con alegríaPasos con alegría - Foto: Reyes Martínez

Alumnas. Por ahora son ocho, aunque animan a unirse a la causa. También a hombres porque todavía ninguno ha dado un paso al frente. No obstante, las alumnas están encantadas. Pilar López señala que esta formación «me da vida», porque es «hacer ejercicio, bailar con música y compartir un momento muy bueno con mis compañeras». También es una ayuda para «superar nuestros problemas visuales». Recalca que «si te gusta la música y el baile, por muchos problemas que tengamos, lo podemos hacer». Unas «tenemos más dificultades que otras, pero siempre lo intentamos». Además, Pilar López, incide en que «aparte de bailar, lo que hacemos es pasarlo bien, que es lo fundamental». Una muestra de ello es que «pasamos con una cara y salimos con otra mucho más alegre». 

También marcan los pasos Esperanza Pozuelo y Carmen Guijarro. Ambas, con un elevado porcentaje de discapacidad visual, están muy ilusionadas. Esperanza explica que, «cuando salimos de la pandemia, estaba bastante cabizbaja, pero esta clase me ha dado vida». El ejercicio que lleva a cabo es «fundamental para la salud». Reconoce que no tiene «mucha coordinación, pero me esfuerzo». Y ese, precisamente, es un gran paso y todo un ejemplo a seguir. Por su parte, Carmen, reconoce que bailar «significa todo porque me ilusiona y me encanta». Además, todo es mucho más fácil cuando «las compañeras son un encanto». Por lo tanto, en todo momento, «disfruto y me divierto». 

Chapeu por cada una de ellas. La alegría ocupa todos sus rostros y esa es la base del éxito de este curso que sigue recibiendo muchas felicitaciones. Mientras preparan su próxima actuación ante el público, siguen dando rienda suelta a ese salero y amabilidad que les caracteriza. Tres, dos, uno... ¡a bailar!.