Kilómetros a pachas

Manu Reina
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Los profesores Pedro García, Roxana Olmedo y Elena Canorea comparten cada día su vehículo para viajar juntos hasta Tarancón por trabajo y así «reducir el gasto diario que supone en gasoil»

Kilómetros a pachas - Foto: Manu Reina

Toca tirar de agenda, cuadrar horarios y encontrar compañeros que ejerzan en el mismo destino con el fin de compartir gastos de transporte. Esa es la tesitura en la que se encuentran siempre muchos profesores en vísperas de comenzar el nuevo curso académico. Además, la mayoría tiene que hacer cuentas cada año porque no dispone de una plaza fija y eso le condena a tener que hacer constantemente las maletas. Ante este panorama, cada docente trata de encontrar acomodo y compartir su propio coche para que la nómina a final de mes no se vea demasiado mermada. Y es que, teniendo en cuenta el precio del combustible, la brecha es notable. 

Pedro García, Roxana Olmedo y Elena Canorea son un claro ejemplo de ello, aunque al menos tienen la suerte de trabajar en un centro concertado, que no les asegura una plaza fija para siempre, pero sí un contrato indefinido. Los tres residen en Cuenca, pero ejercen como profesores en el colegio Nuestra Señora de las Mercedes de Tarancón. «No nos queda otra que tomar la carretera cada día si queremos trabajar», detallan. Al menos, «podemos ahorrar dinero en transporte porque compartimos coche entre los tres», explica Roxana. Ellos se organizan de manera exhaustiva, con minucioso detalle, para que cada día uno de ellos ponga el coche. De hecho, Pedro tiene siempre a mano la agenda para que no haya ningún desajuste. 

Elena, que trabaja con alumnos de Infantil, asegura que «nos gastamos una media de 300 euros al mes». La merma en la nómina es considerable. Ella, que recuerda cómo hace ocho años «el litro del gasoil estaba a un euro», incide, además, que «algunos meses el gasto es incluso mayor si alguno de los tres fallamos por enfermedad o baja laboral». Tampoco pueden hacer muchos planes de ahorros porque cada mes es una historia diferente y «nunca sabemos con exactitud lo que nos va a suponer». Todo ello sin contar «los gastos que conlleva el coche, tanto en ruedas como en posibles averías», y la «continua variación en el precio del gasoil». 

Por su parte, Roxana explica que «intentamos amoldarnos a los horarios para salir beneficiados todos», aunque siempre es complicado. De hecho, ellos tres se levantan a las seis y media de la mañana y parten hacia Tarancón una hora después de despertar. Las agujas del reloj marcan las ocho y cuatro de la mañana cuando llegan al centro. Pedro y Roxana, que enseñan a alumnos de Primaria y Secundaria, entran directamente porque sus jornadas lectivas dan inicio en quince minutos, mientras que Elena tiene que hacer hora hasta las nueve, que es cuando empieza su clase. «No me queda otra que irme con ellos en el viaje, aunque tenga que esperar allí», explica.

Cuando suena el último timbre, los tres recogen sus pertenencias y parten de vuelta. A las tres y media llegan a Cuenca, excepto los miércoles porque tienen que hacer horas complementarias para reuniones, tutorías u otros asuntos escolares. «Ese día nos cuesta 20 euros más porque comemos allí», detalla Pedro. Y, evidentemente, la hora de llegada de esa jornada se alarga hasta las siete y media de la tarde. Cada situación es una historia diferente y hay quienes tienen que hacer más malabares aún en su agenda. Son tantas situaciones como para escribir un libro de experiencias. 

Positividad. Los tres coinciden en que «se hace más ameno el viaje cuando lo compartes con compañeros». No es poca cosa hacer casi 170 kilómetros, entre ida y vuelta, durante cinco días a la semana. La distancia supone 50 minutos para ir y, por consiguiente, lo mismo para volver. Sin embargo, estos profesores recalcan que «es importante ser responsable y comprometido para que el método funcione bien y nadie salga perjudicado o enfadado». Al fin y al cabo, el objetivo es que todos los ocupantes del vehículo se sientan cómodos y puedan minimizar los gastos que les supone tener que trabajar lejos de casa. 

Muchos docentes se encuentran en esta tesitura. Basta con acudir a primera hora de la mañana a las proximidades de Alcampo para comprobar el trasiego de coches y el resultado de «la rueda», que es como denominan los profesores a este método que tiene tan buenos resultados para ellos. Pero esta económica gestión no solo beneficia a los docentes, sino a muchos trabajadores de otros gremios que también necesitan hacer kilómetros a pachas.