Cien años son muchas vidas e historias, muchos momentos que resuenan en el tiempo. La música, en su esencia más profunda, tiene el poder de transmitir lo que las palabras no pueden, como emociones, recuerdos o sueños compartidos. A lo largo de los años, esta tradición ha sido testigo de cómo un legado puede trascender generaciones, mantener viva una llama y convertirse en algo que no solo se interpreta, sino que se siente. En Tarancón, la música ha sido un hilo conductor que une a la comunidad, un vínculo que se ha fortalecido con el paso del tiempo. Mantener viva una tradición musical no es solo un acto de conservación, sino un compromiso con el pasado, el presente y, sobre todo, el futuro.
El 10 de noviembre de 2024, la Banda de Música Nuestra Señora de Riánsares celebró su centenario, un evento histórico para Tarancón y sus habitantes. Fundada en 1924, surgió bajo la dirección de Julián Gómez, el ciego Parrito, con 60 miembros, pero la Guerra Civil la disolvió temporalmente. En 1953, a cargo del párroco José María Alfaro, la agrupación resurgió. Isabelo Chaves, director durante 33 años, reflexiona sobre la revitalización. Ya que «reunir de nuevo a los músicos fue complicado, porque después de tantos años, muchos habían perdido la tradición». Así, según le contaron, «llegaron a ir a comprar instrumentos sin dinero». En los años 80, la incorporación de mujeres fue un hito social. Y es que, «hoy en día, la mitad de los miembros son mujeres, y la música ha cambiado, pero también la sociedad, y la banda ha sido un reflejo de ese cambio», asegura.
Miembros de la Junta Directiva de la Agrupación Musical Ntra. Sra. de Riánsares - Foto: A.F.
Pilares
La enseñanza ha sido, desde sus inicios, uno de los pilares de la Agrupación Músical Nuestra Señora de Riánsares de Tarancón. A lo largo de este centenario, ha evolucionado y adaptado su metodología de enseñanza, incorporando tanto a niños a partir de siete años como a adultos que desean iniciarse en el mundo de la música. Miguel Solera, secretario de la misma y profesor de la escuela, subraya la importancia de la adaptación en los métodos de enseñanza. «Antes, el repertorio era limitado y la formación más básica». Ahora, «con la tecnología, tenemos acceso a una variedad de recursos que facilita la enseñanza». Además, «los alumnos pueden encontrar modelos de música en su vida cotidiana que les ayudan a desarrollarse», comenta.
En palabras de Ana María Massó, presidenta de la banda, uno de los grandes valores que ha cultivado la agrupación es el compañerismo. «La vocación de cada uno es clave para superarse, pero también lo es ser un buen compañero». De hecho, «todos nos ayudamos, y los éxitos de uno son los éxitos de todos», explica Massó, resaltando el espíritu de equipo que ha caracterizado a la banda a lo largo de los años.
La formación musical no solo se basa en la técnica, sino también en el desarrollo de valores como la disciplina, la solidaridad y la igualdad. Jesús de los Ríos, vicepresidente y con 54 años de experiencia en la agrupación, resalta que «la música ha sido mi vida, y la seguiré llevando conmigo». Ahora, «veo a mis hijos y nietos tocando aquí, y eso me llena de orgullo», remarca.
El ya tradicional concierto de Navidad es un acto que refleja a la perfección lo que la banda representa para Tarancón desde su incoportación en 1991. Con una asistencia masiva y el hecho remarcable de agotar las entradas a los diez minutos de ponerse a la venta, estos conciertos se han convertido en eventos que marcan la temporada navideña en la vida de los taranconeros.
«Especial»
Este año, el concierto «fue aún más especial porque contamos con la participación de diez nuevos miembros, algunos de ellos biznietos de uno de los fundadores», afirma Massó, quien destaca la emoción de ver cómo la tradición se ha transmitido entre generaciones, lo cual es un reflejo de perdurabilidad de la banda, ya que el objetivo primordial es garantizar la continuidad de este proyecto musical y cultural. «El propósito es llegar a los 200 años, pero para ello hay que dejar a las siguientes generaciones una buena base y un legado que puedan seguir desarrollando, porque, al final, no somos solo una agrupación musical, sino una familia que crece con el tiempo», concluye Chaves.
Es precisamente algo que apoya y valora positivamente Juan José Megino, archivero de este grupo. También subraya que «más allá de la música, la Agrupación Músical Nuestra Señora de Riánsares de Tarancón ha generado unos vínculos tan estrechos que, en algunos casos, son para toda la vida, y que trascienden mucho más allá de lo puramente musical, y eso dice mucho».
El centenario de este histórico grupo musical es mucho más que un aniversario: es una celebración de la historia, del trabajo constante y de la capacidad de la agrupación para adaptarse a los cambios sin perder su esencia. Durante estos 100 años, la agrupación ha sido un refugio de emociones, una escuela de valores y una fuerza cultural que ha unido a toda la comunidad taranconera. Con un futuro prometedor, sigue siendo un emblema de la identidad de Tarancón, una tradición viva que no solo perdura, sino que sigue creciendo, y eso lo ha conseguido la música, «un motor, un refugio, una forma de vida», como afirman los protagonistas.
Además, como asegura Isabelo Chaves, «la música tiene que transmitir emociones, y si lo hace, perdura en el tiempo». Y la Agrupación Musical Nuestra Señora de Riánsares, con 100 años a sus espaldas, sigue siendo el mejor ejemplo de cómo la música, el esfuerzo y la pasión por la tradición pueden transformar a una comunidad.