Más de 5.200 personas en toda Europa se han comprometido a cultivar este año en sus casas variedades tradicionales de judías con la finalidad de ayudar a la preservación de la amplia diversidad de esta legumbre frente a las pocas gamas que se producen de forma comercial. Mantener estas variedades tradicionales que han ido dejándose de cultivar, menos productivas pero muy bien adaptas a sus condiciones locales, puede ayudar también a que las variedades comerciales, mediante cruce de genes, puedan hacer frente a enfermedades y a los efectos del cambio climático.
Se trata de la cuarta edición del experimento de cultivos ciudadanos 'Compartiendo las judías' que organiza el proyecto europeo Increase, en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España junto a centros de investigación de 14 países. Estos centros envían semillas de variedades tradicionales de judías a los voluntarios que participan en el experimento, quienes deben cultivarlas y documentar el desarrollo de las plantas, haciendo fotos y anotando las características de cada variedad, como el color de las flores o el tamaño de las vainas. Las observaciones se comparten entre todos y con el personal investigador del proyecto, cuyo principal objetivo es preservar la diversidad agrícola de las legumbres que se cultivan en Europa y, de este modo, garantizar la seguridad alimentaria.
El CSIC explica que, como ocurre con la mayoría de los cultivos, las variedades comerciales de legumbres que se consumen hoy tienen un gran rendimiento agrícola pero muy poca diversidad genética y esto las hace muy vulnerables ante nuevas enfermedades o el cambio climático. Esto es debido a que cuanto más parecidos son entre sí los individuos de una especie menos probabilidades hay de que esa especie pueda adaptarse a los cambios, de ahí la importancia de conservar las miles de variedades tradicionales.